ESPERANZA DE VIDA. QUÉ LE PASA AL CREYENTE CUANDO MUERE
Por: Diego Brizzio
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I. Qué le sucede en ese instante
Suponete que algún día un pariente tuyo supuestamente parta a la
Eternidad. ¿Estarías seguro de lo que estás creyendo? Si un amigo algún día te
pregunta: “Y vos, cuando mueras… ¿qué va a pasar con vos?” ¿Podrías encontrar
esa respuesta en la Biblia? Bueno, ese es el tema que estaremos abordando
ahora. Esperanza de vida: qué le pasa al creyente cuando muere.
¿Reencarnación? ¿Formaremos parte del universo? ¿Fin absoluto de la
existencia? ¿Tiene algo que ver esto con la fe cristiana? ¿Qué enseña la
Palabra de Dios?
Y no se trata simplemente de obtener una RESPUESTA para SABER. Se trata
de UNA VERDAD QUE TIENE QUE SER ABRAZADA, DE UNA VERDAD DE LA PALABRA DE DIOS QUE TIENE QUE INFUNDIR ESPERANZA. Tiene
que ser capaz de crear expectativa esta verdad en nuestro ser interior. No es
solo un dato, algo que se tiene que saber. Es algo que se tiene que hacer carne
en nosotros para crear esperanza. Y parte de la formación de esa esperanza es
conocer la verdad bíblica. No sabemos cuándo hemos de partir, lo que sí tenemos
que saber es: qué es lo que le pasa a un cristiano cuando muere. Qué le pasa a
quienes nos hemos confesado, admitido pecadores delante de Dios y hemos
reconocido a Cristo como el único que puede salvarnos, en virtud de su muerte
en la cruz y de su resurrección. Y hemos sido regenerados, renovados por el
Espíritu Santo y estamos experimentando la transformación de la vida. Eso es el
“CREYENTE” propiamente dicho. Nos vamos a fundamentar en varios pasajes de las
Escrituras que se refieren a la muerte.
“…Preferiríamos ausentarnos de este cuerpo y vivir junto al Señor” (2da.
Corintios 5.8).
“Deseo partir y estar con Cristo, lo cual
es muchísimo mejor” (Filipenses 1.23).
“Te aseguro que hoy estarás
conmigo en el paraíso” (Lucas 23.43).
“El polvo volverá a la
tierra, y el
espíritu regresará a Dios”
(Eclesiastés 12.7).
“Mientras lo apedreaban,
Esteban oró: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu’” (Hechos 7.59)
El Señor Jesucristo me ha
declarado que dentro de poco tengo que dejar mi frágil morada (2da. Pedro 1.14-15).
“El tiempo de mi partida ha llegado” (2da Timoteo
4.6)
En estos textos encuentro varias cosas relativas a lo que le pasa al
creyente en el instante cuando muere. Fijémonos en los textos destacados en
rojo. Se habla de dejar el cuerpo y de una partida. Hay algo de nosotros en el
momento de la muerte, que se separa. Y la Biblia lo llama el “espíritu”. “El espíritu regresará” (Eclesiastés 12:7).
Y se refiere a la parte inmaterial nuestra. Nosotros estamos conformados por
una parte inmaterial y una parte material.
Lo material es el cuerpo. Lo inmaterial es el espíritu o alma.
En el momento de la muerte ocurre una separación. El cuerpo vuelve al
polvo, a la tierra. Vuelve a ser como el origen, del polvo fue formado, polvo vuelve
a ser. El espíritu regresa a Dios.
Eso que se va de nosotros, TIENE CONCIENCIA. Se ve como un “yo”. Se auto-percibe
como algo personal, no es una cosa. Somos nosotros, nada más que sin el cuerpo.
II. Con quién vamos a estar
Una vez más, fijémonos en los textos destacados en rojo:
“…Preferiríamos ausentarnos
de este cuerpo y vivir
junto al Señor” (2da.
Corintios 5.8).
“Deseo partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo
mejor” (Filipenses 1.23).
“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas
23.43).
“El polvo volverá a la
tierra, y el espíritu regresará a Dios” (Eclesiastés 12.7).
“Mientras lo apedreaban,
Esteban oró: ‘Señor
Jesús, recibe mi espíritu’” (Hechos 7.59)
El Señor Jesucristo me ha
declarado que dentro de poco tengo que dejar mi frágil morada (2da. Pedro
1.14-15).
“El tiempo de mi partida ha
llegado” (2da. Timoteo 4.6)
Esa parte inmaterial que como vimos, se separa del cuerpo,
indudablemente, como dicen estos textos, va a estar con el Señor.
Nos gusta hablar más DEL LUGAR de donde vamos a estar; del “DONDE”. Pero la
Biblia pone más énfasis no tanto en el donde, sino CON QUIÉN VAMOS A ESTAR. Nos
gusta hablar de cómo va a ser el lugar, de los materiales que va a estar construido,
de las dimensiones, pero la Biblia habla más acerca de lo IMPORTANTE ES CON
QUIÉN VAMOS A ESTAR. Vamos a estar con
el Señor. Eso es lo importante.
¿Qué vamos a hacer? ¿Qué va a pasar cuando lleguemos a la presencia del
Señor? Jesús oraba: “Padre te ruego que
donde yo esté, ellos también estén” (Juan 17:24). O sea, “estén conmigo”. ¿Para qué? “Para que vean mi Gloria que me
has dado” . Y Juan en su primera carta dice: “le veremos como Él es” (I Juan 3:2). Cuando estemos con el Señor,
lo más importante es que vamos a ver LA
GLORIA DE CRISTO. Eso es para lo que nosotros
fuimos creados. Para que percibamos la majestuosa personalidad, la persona, los
atributos del Hijo de Dios y de Dios mismo. Nos creó para que nosotros
estuviésemos en intimidad con Él, en comunión con Él, tuviésemos una percepción
PLENA de su persona. En esto está lo que puede maravillar el alma. En ningún
otro lado el ser humanos puede encontrar mayor maravilla que en la percepción
del ser de Dios. Cuando estemos con Él, quiere darnos esa gracia de que lo
veamos en todo su esplendor. Eso es lo que va a pasar cuando nuestro espíritu
llegue a su presencia. Todo lo que hoy nos cuesta creer, percibir, nos cuesta
entender a nosotros mismos por qué no lo entendemos o no lo creemos, cuando estemos delante de Él lo vamos a comprender
CON PLENITUD, como nunca antes. Su amor,
su gracia, su poder, su justicia, lo vamos a poder ver en PLENITUD. Tal satisfacción,
tal deleite, tal gozo, que no lo vamos a poder explicar. INEFABLE, que no se
puede articular con palabras, que no se puede expresar algo que estamos sintiendo. Una experiencia que no se puede comparar con
nada. LA PERCEPCIÓN DE SU SER. Los detalles del lugar, en realidad, es
segundario. LO IMPORTANTE ES QUE VAMOS A VER A CRISTO.
Juan en el primer capítulo de Apocalipsis oye una voz que le hablaba y
cuando mira para ver quién es cae a sus pies (Apocalipsis 1:17).
Isaías, tiene una visión del trono de Dios (Isaías 6)
Moisés dice: “yo quiero ver tu Gloria, Señor”. El primero que le decía
eso a Dios. Pero Dios le mostró ciertos aspectos de su Gloria, porque si veía
todo, moría (Exodo 34). Cuando Moisés percibe la Gloria de Dios, cae de
rodillas.
Es que esto es lo único que uno puede hacer cuando ve a Dios. Cuando nuestro ser espiritual llegue a la
presencia de dios va a poder percibir a Dios, a Cristo, tal como Él es. ¿Qué
haremos? Lo más probable es que adoremos.
Imagínense los salmistas. “Una cosa
he pedido, estar en tu presencia para contemplar tu hermosura” (Salmos
27:4). “He visto tu Gloria” (Salmos
63:2). Los salmistas estaban diciendo eso a partir de una captación espiritual
aquí, en forma indirecta, solamente por la fe espiritual. ¡Cuánto más será
ahí, al percibirlo directamente delante del Señor! Si esto es lo que
expresan los salmistas al percibir al Señor así, no sé lo que sucederá cuando
nosotros lo veamos directamente a Él.
III. Cuánto tardamos en llegar a Él
“…Preferiríamos ausentarnos de este cuerpo y
vivir junto al Señor” (2da.
Corintios 5.8).
“Deseo partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo
mejor” (Filipenses 1.23).
“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso” (Lucas 23.43).
“El polvo volverá a la
tierra, y el espíritu regresará a Dios” (Eclesiastés 12.7).
“Mientras lo apedreaban,
Esteban oró: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu’” (Hechos 7.59)
El Señor Jesucristo me ha
declarado que dentro de poco tengo que dejar mi frágil morada (2da. Pedro
1.14-15).
“El tiempo de mi partida ha
llegado” (2da. Timoteo 4.6)
Jesús le dice al ladrón crucificado a su lado “te aseguro que HOY estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:43). Y
las expresiones de Pablo sugieren que no hay un tiempo entre partir y llegar al
Señor. Es una cosa inmediata. Ausentarnos de este cuerpo y vivir junto al
Señor. Partir y estar con Cristo. No se habla de nada que haya en el medio. Es
partir de aquí y estar delante del Señor.
IV. En qué lugar estaremos, y cómo es
“…Preferiríamos ausentarnos
de este cuerpo y vivir junto al Señor” (2da. Corintios 5.8).
“Deseo partir y estar con
Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1.23).
“Te aseguro que hoy estarás
conmigo en el
paraíso” (Lucas
23.43).
“Hace catorce años fui llevado hasta el tercer
cielo. Si fue en mi cuerpo o fuera de mi cuerpo no lo sé; sólo Dios lo sabe…
Pero sí sé que fui llevado al paraíso”
(2da. Corintios 12.2-4).
“No entró Cristo en el
santuario hecho de mano… sino en el cielo mismo” (Hechos 9.24).
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no, os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14.2).
La Biblia dice muy poquito sobre esto.
Más allá de que vamos a estar con Él, que va a ser lo primario, ¿En qué
lugar pasa eso? Cristo le dijo al ladrón: “hoy
estarás conmigo EN EL PARAÍSO”. No piensen que vamos a volver a estar en el
Edén. El Edén estaba aquí en la tierra. Es un espacio, es una situación de
vuelta a la comunión plena con Dios tal como era en el Edén. Se le llama “Paraíso”
no porque sea el “Paraíso” propiamente dicho, sino porque vamos a volver a
estar en plena comunión con Dios. Pero la Biblia lo llama así.
Y la pregunta es: ¿”Paraíso”, es lo mismo que lo que se llama “Cielo”?
Sí. Miren lo que dice Pablo en II Corintios 12:2-4:
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé;
si fuera del cuerpo, no lo
sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y
conozco al tal hombre (si en el
cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé;
Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es
dado al hombre expresar. (2 Corintios
12:2-4 RV60)
Él tuvo una experiencia espiritual en la que no sabe precisar si el Señor
lo llevó con su propio cuerpo o fuera de él en el espíritu, hasta el TERCER
CIELO. Primero lo llama “tercer cielo” y luego lo llama “paraíso”. Es lo mismo, nada más que lo llama de otra
forma.
Los judíos en aquellos tiempos pensaban: el cielo atmosférico, el cielo
de los seres angelicales y el Tercer Cielo era el cielo de la Majestad, el cielo
de la presencia de Dios. Y Pablo dice que fue llevado a la misma presencia de
Dios. No sabe si fue llevado con su cuerpo o sin él, pero oyó palabras
inefables y tuvo una experiencia, ése era el Paraíso. Entonces, el lugar donde
vamos a estar en la presencia de Dios, se llama “Paraíso”, “Cielo”, o “Tercer
Cielo”.
Porque no entró Cristo en el santuario
hecho de mano, figura del
verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios; (Hebreos 9:24 RV60)
O, podemos llamarlo “LA PRESENCIA DE DIOS”. Se dice en la Biblia que es
un lugar de sumo deleite, pero el Señor Jesucristo habló de un lugar de muchas moradas (Juan
14:2). Hay un lugar para nosotros y eso es lo único que podemos decir. Es que
es el lugar de la presencia de Dios y allí disfrutaremos inimaginablemente.
Hay un lugar para cada creyente que ha recibido el perdón de sus pecados
gracias a Jesucristo. NO HAY LUGAR PARA LO PECADORES QUE NO SE HAN ARREPENTIDO
DE SUS PECADOS. Porque Dios es justo y no puede dar entrada a su presencia a
alguien que no haya sido purificado de sus pecados. Si no hemos creído y
abrazado el perdón de Cristo por lo que Él hizo en la cruz, no hay lugar para
nosotros en la presencia de Dios. Solamente Cristo puede purificarnos para
entrar en su presencia.
Hasta aquí es todo lo que pasa inmediatamente cuando un creyente muere.
¿Y qué pasa después?
V. Qué pasa luego
Cuando
Cristo regrese, resucitaremos. El Señor nos dará un cuerpo incorruptible.
Nuestro aspecto material volverá a estar con nuestro aspecto inmaterial.
El
Señor evaluará nuestra obra y conducta, y nos recompensará de acuerdo con el
resultado.
Reinaremos
con Cristo sobre la tierra mil años.
El
universo será renovado, y nosotros viviremos con el Señor en la “Nueva
Jerusalén” por la eternidad.
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