EL PERFIL NAVIDEÑO DE JESUS

Por: Diego Brizzio



Si Jesús tuviese una cuenta de WhatsApp, o de Facebook, o de Instagram, ¿qué foto pondría en su perfil, portada, o estado, durante estos días de Navidad…? (Porque, supuestamente, Navidad tiene que ver con el nacimiento de Cristo). ¿Cómo se mostraría Jesús el supuesto día de su cumpleaños? ¿Cómo quiere Jesús que lo veamos hoy?
No podemos buscar en la sociedad una imagen genuina de Jesús, porque, en general, la sociedad casi no muestra a Jesús en esta fecha. Parece que lo esconde, lo oculta. En su lugar, muestra a Papá Noel, lo reemplaza por este personaje. Como decía una nota de Clarín, el 12 de este mes: “Diciembre, el mes en que Papá Noel es protagonista”. Y así es. Y junto con Papá Noel, por supuesto, están las compras, las luces, el árbol, la fiesta, los excesos, los buenos deseos colgados de la nada… Y si acaso sucede que la sociedad hoy muestra algo de Jesús, lo muestra bebé. Obvio, Jesús fue bebé, pero la sociedad lo muestra sólo bebé: ingenuo, débil, sin palabras, ni determinación, ni obras.
Hoy vamos a ver…
El perfil navideño de Jesús
¿Cómo quiere Jesús que lo veamos hoy?
La respuesta la encontramos en la Biblia, más precisamente en las palabras con que el ángel le anunció a María que iba a quedar embarazada de Jesús. El ángel le dijo a María: “—No tengas miedo, María, ¡porque has hallado el favor de Dios! Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David. Y reinará sobre Israel para siempre; ¡su reino no tendrá fin! —¿Pero cómo podrá suceder esto? —le preguntó María al ángel—. Soy virgen. El ángel le contestó: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, el ser concebido será llamado Santo, Hijo de Dios” (Lucas 1.30-35). Aquí está. Así quiere Jesús que lo veamos hoy, hoy y siempre. Son perfiles gloriosos, no publicados por nuestra sociedad. Comencemos por la última parte:
I.          Dice: —¿Pero cómo podrá suceder esto [de quedarme embarazada]? —le preguntó María al ángel—. Soy virgen. El ángel le contestó: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, el ser concebido será llamado Santo Hijo de Dios. Así que, en primer lugar, Jesús quiere que lo veamos, como Santo Hijo de Dios. Esta no es una imagen de Jesús publicada solemnemente en los medios; pero es genuina.
Jesús no fue concebido por la iniciativa de José y de María, ni mediante un acto sexual de ellos (ya estaban comprometidos para casarse, pero todavía no habían tenido relaciones íntimas; María era virgen) … Jesús fue concebido por la soberana iniciativa de Dios mismo, mediante un acto sobrenatural del Espíritu Santo, milagrosamente. En la matriz de María no había nadie, y de repente se formó el cigoto de Jesús. Y luego fue embrión, y feto, y nació como cualquier bebé. Su concepción fue un milagro.
Ahora bien, la cosa es mucho más seria todavía. Porque la Biblia deja bien claro que Jesús, como Hijo de Dios, ya existía antes de ser concebido… ¡y era Dios! Juan 1 dice que, en el principio —antes de que todo fuese creado—, Jesús ya existía, y era Dios (Jn 1.1ss). Jesús, como Hijo de Dios, existió desde la eternidad, porque es Dios. El Padre es Dios, el Espíritu Santo es Dios, y el Hijo —Jesús— es Dios. Un solo Dios, en tres personas. Al ser concebido, al desarrollarse y nacer, el Hijo de Dios estaba dejando las glorias de su habitación celestial, y se estaba haciendo ser humano. Sin dejar de ser Dios, se hizo carne y hueso. Jesús es 100% Dios, y 100% humano.
Así que, una vez nacido Jesús realmente fue Dios con nosotros (Mt 1.23); Dios mismo entre nosotros. No distante, no lejano, sino presente y cercano. (1) Vino a vivir entre nosotros, primero, para vivir “en carne propia” lo que nosotros vivimos, todo, salvo el pecado: sed, hambre y sueño… pobreza… hostilidad, dolor… tentaciones… muerte… Él conoció todo eso, él nos entiende. (2) Vino a vivir entre nosotros para mostrarnos en vivo y en directo cómo es él: lleno de amor, compasivo, poderoso, veraz, justo, puro… (3) Y vino para mostrarnos cómo son las cosas en realidad, y cómo debemos vivir para que nos vaya mejor en la vida.
¿Cómo quiere Jesús que lo veamos hoy? Como santo Hijo de Dios. Esta es una foto gloriosa que Jesús pondría en su perfil en estas fechas. ¿Esta es la noción que tenés de Jesús?
II.         Lo segundo que encontramos está en las siguientes palabras: Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David. Y reinará sobre Israel para siempre; ¡su reino no tendrá fin!” Jesús quiere que lo veamos como el gobernante que instaurará el bienestar integral. ¡Jamás en esta fecha se muestra a Jesús así, pero así se muestra él!
Como sociedad, ansiamos un bienestar general: ansiamos paz social, nacional, internacional, queremos trabajar y sustentarnos dignamente, tener pleno acceso a una buena salud y a una buena educación, queremos justicia y seguridad… queremos bienestar general. Bueno, Jesús instaurará todo eso. Sí, Jesús instaurará eso. Pero lo hará incluyendo un aspecto más, y comenzando por él: la espiritualidad verdadera, y la moralidad que imita a Dios. El reconocimiento de Dios, y su manera de vivir. Este aspecto será prioritario, y hará que el bienestar instaurado sea realmente integral o abarcador: un bienestar del alma, de la persona y la familia, de la sociedad, de la economía, de la salud y la educación, de las leyes y la justicia… Integral.
¿Y cómo hará esto Jesús? ¡Lo hará como gobernante! “—¿Vos me estás hablando en serio, o metafóricamente, utópicamente?” Estoy hablando literalmente. Suena extraño, porque es un perfil bíblico de Jesús que en la actualidad se mantiene silenciado. Pero Jesús siempre fue el elegido para gobernar e instaurar el bienestar integral en la sociedad. De hecho, “Cristo” quiere decir eso: el elegido para gobernar. ÷Él había sido profetizado como gobernante. Isaías dijo: “Ha nacido un niño, y el gobierno descansará sobre sus hombros”. ÷Él nació como gobernante. Los astrónomos de Oriente preguntaron: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” ÷Él se identificó como el gobernante profetizado. Le dijo a la samaritana: “—Yo soy el Mesías”. ÷En su servicio, el atendió integralmente a la gente, y lo hizo con la autoridad de un gobernante: predicó la buena relación con Dios, enseñó la vida que agrada a Dios, sanó enfermedades, satisfizo el hambre de multitudes, liberó a los oprimidos por demonios, resucitó muertos, etc. ÷Las masas lo aclamaron como gobernante. Decían: “Hosana al Hijo de David”. Por eso, líderes judíos lo envidiaron. ÷Cuando esos líderes le preguntaron: “—¿Sos vos el Mesías?”, él les respondió: “—Ustedes lo han dicho”. ÷Por eso lo entregaron a los romanos, y lo acusaron de que pretendía ser Rey. ÷Pilato lo hizo crucificar, y mandó clavar un cartel que decía: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos”. ÷Su resurrección confirmó su función de gobernante oficial. ÷Él subió a los cielos, y ahora está sentado en la posición de máxima autoridad, de gobernante universal. ÷En este tiempo, él todavía no manifiesta abiertamente su poder político, y su gobierno concreto, pero sí está ejerciendo benévola autoridad, al enviar sus mensajeros a todo el mundo, al perdonar los pecados de los que confían en él como Salvador, al transformar sus vidas, al sanar a enfermos, al liberar endemoniados, etc. ¡Está comenzando por el bienestar espiritual, el aspecto principal y prioritario del bienestar humano! ÷Por último, él ha prometido regresar, y cuando regrese, él gobernará, e instaurará el bienestar integral de que hablamos recién, y que tanto ansiamos como sociedad.
¡Así quiere Jesús que lo veamos hoy! Todo esto está muy claramente declarado y profetizado en la Biblia. Y así como se cumplieron decenas y decenas de profecías sobre el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, también se cumplirán éstas. A mí todo esto me da esperanza, mucha esperanza.
III.        La tercera imagen que Jesús quiere que tengamos de él es la siguiente. Le dice el ángel a María: “Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.” Originalmente, el nombre Jesús es hebreo, y tiene un significado. Significa “Dios salva”. Dios quiso que su Hijo se llamara Jesús, porque ese nombre habla de lo que él vino a hacer: salvar a los pecadores (1 Ti 1.15). Así quiere Jesús que lo veamos, como el único que nos salva de nuestros pecados. Otra imagen poco vista en la sociedad.
El corazón humano se resiste al escuchar esto. Y lo digo por experiencia personal. Hace años, cuando me dijeron que yo era un pecador, y que Cristo era el único que podía librarme de una vida sin sentido y perjudicial aquí, en incluso del castigo eterno, yo me ofendía, me irritaba, me resistía. Porque pensaba: “Yo no soy pecador, y no merezco ningún castigo eterno; y si llegara a serlo y a merecerlo, no necesito que nadie me salve. Yo resolveré por mí mismo ese problema: comenzaré a ser mejor, o haré algún rito o ceremonia, o pagaré, o haré algún sacrificio físico…” Y por experiencia pastoral, he visto que a muchos les pasa lo mismo, y piensan lo mismo. No admiten que han ofendido a Dios con sus pecados, ni las consecuencias eternas de eso. Y si lo admiten, suponen que pueden resolverlo solos, sin la ayuda de nadie. ¡Como si pudiesen! ¡No toleran la idea de recibir ayuda gratuita del Hijo de Dios!
Estimado, estimada, Dios ha dicho: “Todos han pecado, y están privados de la gloria de Dios” (Ro 3.23). Todos hemos tenido y seguiremos teniendo malas intenciones, maltratos o abusos, deshonestidades o falsedades de algún tipo, deslealtades o incumplimientos, prácticas o imaginaciones sexuales con personas que no son nuestro cónyuge, corrupción de algún tipo, etc. Ningún acto contrario a la Ley del Señor es menospreciable. Todos son ofensivos contra el Dios santo. Y Dios ha dicho que por esos actos estamos privados de él, sentenciados a existir separados de él para siempre.
El único que puede librarnos de una vida sin sentido y perjudicial aquí, y de esta sentencia divina, es Cristo, el Hijo de Dios. No hay nadie más. Al morir en la cruz, Jesús el Hijo de Dios, cumplió la sentencia de muerte en nuestro lugar. El sufrió el castigo que vos y yo merecíamos. Lo hizo porque nos amó, y porque quiere salvarnos, perdonarnos. Todo aquel que se arrepiente de sus pecados, y confía en que Cristo es su Salvador, es perdonado gratuitamente de sus pecados.
¿Cómo quiere Jesús que lo veamos hoy, hoy y siempre? Al menos de estas tres formas: como santo Hijo de Dios, como el gobernante que instaurará el bienestar integral, y como el único que nos salva de nuestros pecados. ¿Lo ves así de glorioso? ¿Ya has acudido a él arrepentido de tus pecados y confiado en su perdón? ¿Será esta la ocasión? Cristo te promete perdón y vida eterna. Acude a él para tu salvación ahora mismo.

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