Problemas

Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com


Cuenta esta historia popular, que había un monasterio en la cima de la colina. Este tenía un Gran Maestro y un monje calificado a cargo de la guardia del Templo. Cierto día, el Guardián murió. Había que reemplazarlo y cualquiera de los monjes podía calificar para el puesto… ¿pero, quién?

Para averiguarlo, el Gran Maestro convocó a una junta de todos los monjes del Monasterio. Hizo colocar ante ellos un banco de madera y sobre él, una vistosa vasija de porcelana con una hermosa rosa roja dentro de ella.

-El Templo necesita un nuevo Guardián les dijo.
-Uno de Uds. -continuó- cualquiera de Uds. podría serlo. El que ocupe el puesto tiene que tener discernimiento, visión y creatividad; pero también la capacidad de reaccionar, tomar decisiones, identificar, enfrentar y resolver los problemas.

-Aquí está su problema -finalizó- señalando la banca, el jarrón y la rosa.

Los monjes permanecieron largo rato inmóviles contemplando la banca, la vasija y la rosa sin atinar a nada, confundidos y sin saber qué hacer. ¿Habría algún mensaje oculto entre los bellos y coloridos motivos que ornamentaban el jarrón? ¿Qué representaba la rosa? ¿Sería la composición entre el rústico banco, el jarrón y la rosa? ¿Cuál sería el problema, si es que entre un banco, un jarrón y una rosa podía haber uno? ¿Cuál era el acertijo?

Hasta que uno de ellos se levantó, decididamente se dirigió hacia la robusta banca, tomó la fina vasija en sus manos y la estrelló contra el suelo haciéndola pedazos.

Entonces, el Gran Maestro dirigiéndose al monje, para sorpresa de todos; le dijo:

-Es Ud. el nuevo Guardián del Templo.

Ante la mirada perpleja, atónita de los monjes, que no entendían nada, les explicó:

-El problema, como les dije, estaba delante de Uds. No importa lo fino, bonito y elaborado que podía ser el jarrón. No importa la bella rosa que mostraba. ¡Ese era su problema!

Es que un problema no tiene por qué ser siempre algo trágico, triste, desagradable. A veces nuestros verdaderos problemas son TAN LINDOS, ENTRETENIDOS, FASCINANTES, PLACENTEROS, que difícilmente seamos capaces de identificarlos, verlos, DISCERNIRLOS como PROBLEMAS.

Nos aferramos a una relación que no es para nosotros, por más impregnada de las mejores intenciones del corazón, que esté. Insistimos tercamente en emprender un camino, una empresa, un proyecto, que a todas luces no nos está haciendo bien y nada indica que en un futuro, el esfuerzo, las penurias de hoy, hayan valido la pena. Persistimos en hábitos que nos resultan fascinantes, entretenidos, pero a pesar de lo lindos que nos parecen, no nos aportan nada.

A veces los conflictos son tan sutiles, que difícilmente podemos identificarlos como tales.
Nuestro jarrón con la rosa. Pasividad y contemplación sin discernimiento. Fascinados con el problema delante nuestro sin discernir que es el problema. La zona de confort.

Es que no se transa, no se negocia con los problemas, tampoco se resuelven con la simple contemplación. Acciones drásticas; los vencemos o nos vencen.

pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
(Hebreos 5:14 RV60)
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