Seis imágenes; un pasado, un presente, un futuro



Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com


Alguien dijo que el pasado es un depósito que ya se hizo, y nada ya puede cambiar eso; el futuro, un pagaré o documento por pagar; en tanto que el presente es dinero en efectivo y en la mano. Sin embargo, este presente es el producto de las transacciones del pasado; del negocio que hagamos con él hoy dependerán los resultados del futuro.  En idéntica línea de pensamiento, alguien con la misma clase de visión dijo: “siembra un pensamiento y cosecharás un acto”. Y es que lo que domina nuestros pensamientos, siempre termina concretándose en acciones, para  bien o para mal, en hechos concretos con consecuencias que afrontar.

Debo confesar que muchas veces me asusta esto. Habida cuenta de un pasado difícil, errático, con mucho cambio de rumbo, altos y bajos, caídas y volver a levantarse muchas veces para continuar camino. Y esto habla sin lugar a dudas de cuán grande o pequeño resulta ser el tamaño del “grano de mostaza” de la propia fe (Mateo 17:20).

En toda relación entre dos seres humanos coexisten seis caras o seis imágenes. Tres son mías, las otras tres pertenecen al otro y cada una de ellas son idénticas entre una y la otra parte, espejo una de la del otro. La primera es la impresión que yo tengo de mí mismo, la segunda es lo que intento proyectar o la imagen que con mi forma de proceder pretendo crear en el otro, la imagen que quiero, deseo dar y a la que le aplico el mayor y el mejor de mis esfuerzos. Y por último, la tercera es aquella que efectivamente a mí me llega del otro, la imagen que yo tengo de él o de ella.  Esto será siempre así mientras permanezcamos inmersos en esta naturaleza heredada de nuestro padre Adán, hasta que ya dejemos de ver las cosas oscuramente como por un espejo y esto corruptible finalmente sea transformado en incorruptible (I Corintios 13:12; I Corintios 15:53).

Este mecanismo psíquico es responsable de un gran número de nuestras conductas y relaciones con el prójimo. Es aplicable a todos los ámbitos de las relaciones y de nuestras vidas. Incide en una abrumadora cantidad de éxitos y fracasos en las entrevistas laborales y en las relaciones interpersonales de quienes buscan seriamente a esa otra persona que se convertirá en su pareja y les acompañará el resto de sus vidas, por ejemplo. Cosas, de más está decirlo; de gran trascendencia en la vida de los individuos, donde el pasado confluye para crear un presente y ese mismo presente resulta ser el  documento de todo un futuro.

La autoestima juega aquí un papel fundamental y es la desencadenante de la primera imagen, la que tengo de mí mismo. Y esa imagen que pretendo crear, proyectar en el otro, es resultado directo de la primera. Muchas veces lo que estamos proyectando inconscientemente en el  otro, es en realidad una compensación de lo que no somos o quisiéramos ser, una actuación de lo que pretendemos ser mientras no lo somos y trabajamos denodadamente entre rechazar lo que se es y elaborar lo que se pretende ser.  

Este mecanismo inconsciente y propio de la naturaleza heredada de nuestro padre Adán, tiene incidencia también a nivel de grupo, en la iglesia, en el trabajo, en la profesión, en la universidad, en el colegio, en el club… absolutamente en todos los ámbitos en los que nos toca movernos. 

Muchas veces me quejé de que lo que la iglesia me dio, pero ni se enteró de ello. En cambio, cuando creyó haberme dado algo, en realidad esto sólo fueron dolores de cabeza.  Y es así, ni más ni menos. Pero las seis imágenes siguen vigentes en todo ámbito de la vida y quien esto escribe, aunque transformado en el espíritu por su profesión de fe, no puede escapar a esta naturaleza.  
Cuando creí haberle dado algo a la iglesia, en realidad sólo le dí dolores de cabeza. Cuando le dí algo bueno, de valor, de trascendencia; ni me enteré, y es lo que el Señor hizo.

Y aquí cierra el circuito de los primeros párrafos del presente escrito:  Dios tiene el poder, la potestad de hacer de un pasado terrible, una bendición presente y un futuro de gloria para quienes nos rodean si sólo literalmente lo ABANDONAMOS en sus manos.  Para Dios no existe pasado, presente, ni futuro. El tiempo es sólo una percepción que nos ha sido dada a quienes nos hallamos inmersos en esta naturaleza fuera del ámbito del Edén. 

Señor, no importa lo que yo he sido, lo que soy, o lo que seré. No importa lo que yo crea que soy, lo que crea que los demás ven en mí, o lo que me parezca ver en mis prójimos.  HOY RINDO TODO MI SER EN TUS MANOS, AMADO SEÑOR. HOY RINDO MIS DÍAS BRILLANTES JUNTO CON MIS DÍAS MAS OSCUROS; HOY RINDO MIS MÁS ESTRUENDOSAS VICTORIAS JUNTO CON MIS MÁS DENIGRANTES FRACASOS; HOY RINDO MIS MÁS HERMOSAS VIRTUDES, JUNTO CON MIS MÁS VERGONZOSOS PECADOS PARA QUE TÚ HAGAS DE MÍ UNA BENDICIÓN PARA QUIENES TE NECESITAN, para quienes esperan recibir una palabra tuya, para llevar consuelo al sufriente, para edificar vida nueva y en abundancia sobre los escombros de una vida rota.  

Pero vosotros,  amados,  edificándoos sobre vuestra santísima fe,  orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios,  esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan,  convencedlos.
(Judas 1:20-22 RV60)


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