Estableciendo bases
Estableciendo bases
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
En unos meses más, Dios mediante, mi esposa y yo cumpliremos
Bodas de Plata. Recuerdo que durante los meses siguientes a nuestro compromiso,
con gran sacrificio y casi sin posibilidades de crédito, comencé a adquirir
muebles y algunos pequeños electrodomésticos, que estimé nos serían de primera
necesidad. Es decir lo básico, imprescindible y elemental. Más adelante, una
vez casados, lo primero que hice fue trabajar en establecer bases económicas y
financieras suficientes como para poder acceder a todo aquello que estimé, nos
hacía falta y ya no me resultaba posible adquirirlo de contado.
Pero así como tuve esa “genial idea” de establecer bases
para adquirir bienes muebles, fácilmente deteriorables y de rápida
desvalorización en el tiempo, no supe echar los fundamentos para alcanzar las
bendiciones mayores, como la casa propia. Me conformé a vivir cómodamente en
una propiedad de la familia.
Perdí 20 años de mi vida en esa falsa sensación de bienestar
hasta que un día, nos vimos obligados a abandonarla. Hoy caigo en la cuenta de
que hubieron algunos eventos previos de advertencia, a los que hicimos caso
omiso. Si hoy no vivimos debajo de un puente es porque nuestro amado Papá
Celestial ha sido demasiado bueno para con nosotros… a pesar de nosotros.
Tal vez nos faltó visión, tal vez tener un sueño, tal vez
algo de sana y necesaria ambición. O lo que es peor aún, en la falsa comodidad a
la que durante años vivimos entregados, tal vez nos faltó la fe y la confianza
en Dios para embarcarnos en las “ligas mayores” de las bendiciones. En pocas
palabras, mentalidad de esclavos siendo libres.
Hoy nos toca luchar con esto. Si toda una vida estuvimos
pensando “en chico” sin ser capaces de creer y confiar en “ir por más”
difícilmente Dios nos sirva un tanque lleno de bendiciones si sólo tenemos en
nuestras manos un pequeño vaso para recibirlas.
“Verdaderamente somos mendigos”, rezaba una nota hallada en
su bolsillo cuando Martín Lucero partió a la presencia del Señor. No se llega a
la cima de una gran pirámide si previamente no se echaron las bases
suficientemente sólidas, amplias, robustas, firmes, capaces de afrontar la
carga de los estratos superiores hasta llegar a la pequeña cúspide.
Dios no manda raudales de bendiciones si no hay bases lo
suficientemente firmes y amplias capaces de recibirlas.
Aprender a echar las bases es una cuestión de entrenamiento,
ejercicio, práctica constante en el gran gimnasio de la fe de Dios.
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de
adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente
con él, para que juntamente con él
seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse.
(Romanos 8:15-18 RV60)
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