No es lo que se dice, sino cómo se escucha
No es lo que se dice,
sino cómo se escucha
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
Este concepto lo ilustra ingeniosamente el historietista
argentino Chanti en su creación “Mayor y menor”. En ese episodio, dos
hermanitos de corta edad estallan en un interminable trance de risas a causa de
una palabra que ha dicho su abuela. Cuando por fin terminan de reír, exhaustos
y ya más relajados, le explican a su abuela -que no entendía nada- que muchas
veces la gracia no está en lo que se dice, SINO EN CÓMO SE ESCUCHA (*).
Esto me trajo el recuerdo de mi niñez. Muchos días bastaba
sentarse a tomar la mediatarde con uno de mis primo-hermanos para que
cualquiera de nosotros hiciera o dijera cualquier cosa que resultaba suficiente
para disparar un episodio largo e interminable de risas sin sentido hasta el
cansancio, ante el fastidio de nuestras madres. Creo que ambos niños, ya nos
sentábamos a la mesa predispuestos a esto. No importaba lo que se dijera o se
hiciera, la diversión era simplemente esa: ¡reírnos de la nada y sin sentido
hasta quedar extenuados!.
La gracia no estaba justamente en lo que se decía o hacía,
sino en cómo se escuchaba. A la distancia en el tiempo, el recuerdo aflora con
nostalgia. Me hacían bien esas tardes de risas. Evidentemente estábamos en
idéntica sintonía uno con el otro, ya que a veces ni siquiera era necesario
decir ni hacer nada… bastaba con mirarnos uno con el otro para que comenzáramos
nuestro loco episodio risueño de la mediatarde.
El concepto que nos ocupa ahora, es mucho más amplio y
válido en todo el universo de las relaciones humanas. Tanto es así que del
mismo modo que se han comunicado e interpretado cosas bellas y risueñas,
también este mecanismo es la principal causa de
malentendidos, disputas, discusiones, desencuentros e inclusive peleas. En
el ámbito diplomático internacional, relaciones entre países se han visto
afectadas por causa de esto.
Se puede andar por la vida con buenos valores, y aún así, bien
intencionadamente se puede llegar a entender o interpretar mal un mensaje. Pero
también hay almas retorcidas que interpretan las cosas en forma retorcida, tal
los “tesoros” que guardan en su corazón.
Vemos las cosas de acuerdo al filtro que tenemos puesto ante
nuestros ojos. Si usamos gafas de sol con un color verdoso en sus cristales,
ineludiblemente vamos a ver todas las cosas con ese tinte. Lo mismo sucede con
los oídos del corazón. Las cosas se escuchan y se interpretan de acuerdo al
diccionario interno que hay dentro del corazón. No importa lo que se diga, sino
cómo se escucha.
A los niños del cómic del principio les causó gracia, sin
importar su significado ni contexto, el sonido y las relaciones de una palabra
pronunciada por su abuela. Aplicado este gracioso episodio a nuestro ámbito,
resulta que el efecto de lo que uno escribe, no está muchas veces precisamente en
lo que uno escribe, sino EN CÓMO SE LEE.
Quienes escribimos, lo hacemos desde la más sana de las
intenciones del corazón, en la certeza de que MINISTRAMOS con la palabra
escrita. Lo que está escrito en la Biblia, la Santa Palabra de
Dios, escrito está y es inalterable. Esa es la única palabra INSPIRADA por Dios
(II Timoteo 3:16). Lo nuestro son consideraciones y reflexiones personales basados
en ella. Podrás estar o no de acuerdo con lo que escribimos, te podrá gustar o
no; pero depende de ese diccionario que llevas muy en lo profundo de tu
corazón, que sea de bendición, más bendición, mucha bendición o ¡SUPERLATIVA
BENDICIÓN HASTA QUE SOBREABUNDE!
Sacrificio
y ofrenda no te agrada;
Has abierto mis oídos;
Holocausto y expiación no has demandado. Entonces
dije: He aquí, vengo;
En el rollo del libro está escrito de mí; El
hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón. He
anunciado justicia en grande congregación;
He aquí,
no refrené mis labios,
Jehová,
tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;
He publicado tu fidelidad y tu salvación;
No oculté tu misericordia y tu verdad en
grande asamblea. Jehová,
no retengas de mí tus misericordias;
Tu misericordia y tu verdad me guarden
siempre.
(Salmos 40:6-11 RV60)
Aviso Legal:
(*) “Mayor y Menor”. Autor: Chanti. Revista “Rumbos” Nº 508.
19/05/2013. Comercializadora de Medios del Interior S.A. Buenos Aires,
Argentina. Se emplea la cita en los términos del uso legalmente permitido.
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