Línea editorial o garabato ideológico
Línea editorial o
garabato ideológico
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
Si alguien me pregunta “¿Qué es un devocional?” respondería
que en términos muy generales se trata de un acto, apoyado en un escrito breve,
que puede ser una historia real o ficticia, que tiene por objetivo ayudar a
comprender una porción de las Escrituras con el fin de hallarle una aplicación
práctica para nuestras vidas, exaltando por sobre todas las cosas el Nombre de
Nuestro Señor Jesucristo.
Tal vez esto encaje o no en una definición correcta y
completa de lo que es un “devocional”, pero es así como personalmente lo veo y una
de las cosas que me motiva a escribir. Días atrás, uno de los dueños de la empresa
en donde trabajo, me sorprendió gratamente: “Ud. escribe, yo leo su blog”, me
dijo. Lo hizo con gran respeto, con mucha altura, con mucha inteligencia, y
esto lo escribo a sabiendas de que él lo va a leer!! En realidad esta
declaración vino a colación de que quien esto escribe no había cumplido con una
tarea y que evidentemente el motivo del incumplimiento no se hallaba en un
problema de no saber escribir… Pero igualmente, superado el momento de la
sorpresa, no pude dejar de sentir una gran emoción y una enorme satisfacción de
que alguien como él, leyera lo que desde el fondo del corazón cada semana
aportamos para la mutua edificación.
Y si alguien me volviera a preguntar “¿Sobre qué escribes?”
le respondería que escribo sobre Dios y mi relación con El. Es lo que define
una línea editorial. Mi propia línea editorial.
Una línea es un trazo continuo, con un comienzo, un
recorrido y un fin claramente definidos. Un garabato es también una línea con
un comienzo, un recorrido y un final, pero cuyo trazo tiene dirección
aleatoria, indefinida, impredecible; sinuosa, inclusive; sin poder saberse a
ciencia cierta dónde va a terminar.
Esto es justamente lo que separa, diferencia, distingue una
línea editorial, de un garabato ideológico.
Y esto define, a veces, nuestras propias vidas. Durante
muchos años, me encontré navegando a la deriva, sin poder echar raíces en
ningún puerto, sin un derrotero definido. A veces, en la soledad y lo profundo
de mis reflexiones delante de Dios, encuentro que mi recorrido por la vida durante
el transcurso de los últimos años ha sido sinuoso, indefinido, impredecible. Un
verdadero garabato ideológico muy distante de la línea editorial que Dios tenía
trazada para mí.
Bien es cierto que en todo ese periplo hallé un par de
perlas brillando en la oscuridad que estaban sólo para mí. A quien hoy es mi “ayuda
idónea”, mi amada esposa, y un bello Ministerio que Dios me dio. Y como si ello
no fuera suficiente, la amada hija que Dios puso en mi camino. Ello me consuela
y resultan ser las evidencias concretas de que en todo ese tiempo de extravío
mi Amado Padre Celestial estuvo siempre conmigo… a pesar de mí.
En estos días he vuelto a la iglesia de mis orígenes, donde
nací para Cristo, donde recibí mi bautismo, donde caminé mis primeros pasos en
la nueva vida que Dios me dio. La misma en la que una noche hace poco más de
treinta años dí un portazo y me fui. Tuve miedo, sentí desaliento, lo confieso.
No fue una decisión fácil para quien esto escribe, después de tanto fracaso.
Tal vez sea productivo preguntarse delante de Dios “¿Qué
hice mal?”. Pero cuando está casi todo mal, cuando por fin caemos en la cuenta
de que nuestra vida lejos de ser una “línea editorial” no resultó ser más que
un pobre “garabato ideológico” vale la pena volver a las raíces y comenzar de
nuevo.
Porque
somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
(Efesios 2:10 RV60)
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