Cambio de guardia



Cambio de guardia
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com


La idea del “cambio de guardia” confieso, no es autoría de quien esto escribe. Tampoco fue el enfoque principal del brillante y motivador sermón que me tocó escuchar, pero pensar en esto me llenó de gozo y emoción, y esa es la razón por la que he querido compartir esto con nuestros amados lectores.

En una antigua época, la guardia de Herodes estaba compuesta por soldados romanos de riguroso entrenamiento y singular fortaleza física. El armamento generalmente se componía de dos jabalinas, una pesada y otra más ligera; una espada de ataque y un puñal o espada de defensa (ésta última es la que alude Efesios 6:17, cuando describe la armadura de Dios). Asimismo, completaba su equipamiento un casco, armadura, escudo y sandalias. Uno de sus principales atributos de los soldados romanos, ya que muchas veces se enfrentaban con ejércitos mayores y mejor equipados, era el de formar parte de un cuerpo sumamente disciplinado y en constante entrenamiento, tanto para poder efectuar maniobras militares en forma precisa y exacta, como la famosa tortuga o testudo, como para trabajar en obras de ingeniería militar como la construcción de campamentos, murallas y fortalezas, además de obras públicas en tiempos de paz, como caminos, puentes y acueductos (Wikipedia, art. “Legionario”)

En aquel ignoto sitio del imperio, la tierra de Israel, soldados como estos intervenían en las frecuentes revueltas de los judíos y estaban por todos lados en aquella triste tarde en que Jesús fue levantado en una cruz. Estos eran los soldados que formaban parte de la guardia de Herodes. Infundían temor nada más con su presencia. Soldados como éstos también fueron puestos a custodiar la tumba de Jesús. Su presencia era sinónimo de opresión, de sometimiento.

Recuerdo que cuando era niño y caminaba solo desde casa a la escuela, estar cerca de un uniformado, de un policía, me infundía un sentimiento de protección, de seguridad. Pues bien, permanecer cerca de uno de estos soldados no era asociado con sentimientos de protección, seguridad, precisamente. Es más, muchos son los cristianos cuyas vidas sucumbieron por su espada.

De modo que si alguno está en Cristo,  nueva criatura es;  las cosas viejas pasaron;  he aquí todas son hechas nuevas.
(2 Corintios 5:17 RV60)

Cuando Jesús rompió las ligaduras de la muerte, venció la tumba con poder, estableció una nueva era, la de la Gracia. Un altísimo precio pagado por quien la dio, gratuita para quienes la recibimos.

Las cadenas de la esclavitud del pecado, de la muerte y de las tinieblas fueron rotas junto con el cuerpo de nuestro amado Jesús en la cruz y el velo del templo rasgado.

Los soldados huyeron. María esperaba encontrar sus espadas y sus lanzas impidiéndole acercarse al cuerpo de su hijo amado yaciendo en la tumba, pero en cambio, no halló el cuerpo de Jesús y sí encontró a otros guardianes, los ángeles del Señor. 

Me emociona pensar en esto. Hubo literalmente un cambio de guardia. Ya los soldados de Herodes no estaban a cargo. Ahora tomaba el relevo una legión de los ángeles de Dios.

Hoy, por el cruento sacrificio de nuestro amado Jesús, somos libres. Ignoro la suerte postrera corrida por los soldados que custodiaban la tumba de Jesús. Nada dice la Escritura al respecto. Sus superiores pudieron interpretarlo como una fuga, y cuando un prisionero escapaba podían llegar a pagarlo con sus propias vidas. El punto es que eran soldados con fecha de vencimiento. En la época de Jesús si no morían antes, el servicio militar romano era de unos veinte años. Pero estos otros soldados del Señor no tienen esa limitación, son eternos y hay legiones de ellos en derredor nuestro.

Hoy me gozo en pensar que nuestro amado Papá Celestial tiene cuidado de nosotros. Hoy soy libre. Hoy ya no están los soldados de Herodes en mi vida, los guardianes de la muerte infundiendo temor con sus espadas.

Hoy las espadas de los ángeles me infunden seguridad, aliento. Las obras de las tinieblas ya no tienen poder sobre mí. Hoy, hay literalmente en mi vida un CAMBIO DE GUARDIA.

y conoceréis la verdad,  y la verdad os hará libres.
(Juan 8:32 RV60)

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