En la cocina se ven los chefs
En la cocina se ven
los chefs
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
Tiempo atrás, por uno de los canales de cable, se emitía un
programa en el que los protagonistas eran chefs de cocina que competían entre
sí. Se les ponía a disposición a cada
uno de ellos, la cocina y ciertos ingredientes, con los cuales en un
determinado tiempo debían preparar un plato. Finalmente, un grupo de jurados
calificaba el producto terminado y ciertas características del mismo para
elegir un ganador. Ninguno de los chefs sabía de antemano con qué ingredientes
ni con qué tiempo podía contar, por lo que tenía que resolver en el momento,
cuál sería el mejor plato que podría preparar en esas condiciones. Esto decía
mucho de su capacidad, experiencia y conocimientos.
He estado en unas cuantas iglesias. Tal vez esto no hable
muy bien de quien esto escribe, pero es algo que me ha dado experiencia,
proporcionado conocimiento de cómo se manejan las iglesias desde el punto de
vista humano. Debo decir que salvo una, en la que no se me ofreció ninguna
oportunidad de servicio y en la que como era de esperarse en esas condiciones,
sólo permanecí escasos seis meses, en todas al poquito tiempo de estar allí, me
he puesto a trabajar. No sirvo para estar, como decimos en mi país, “calentando
bancos” sentado sin hacer nada. Tal vez necesite un período de “duelo” por el
atraso sufrido en otra iglesia, pero una vez recuperado, inmediatamente siento
la urgente necesidad de poner manos a la obra.
Al principio, todas las iglesias parecen iguales. Gente que
sonríe bondadosamente, afectuosos saludos, palabras de fe y de esperanza. Todo parece bello, una
verdadera “sucursal” del cielo. Pero es justamente cuando uno se mete en la
“cocina” de la iglesia donde se puede tomar el pulso de lo que verdaderamente
ocurre allí. Y cuando hablo de la “cocina” de la iglesia no me refiero
justamente a esa dependencia de servicio donde hay entre otras cosas, una
mesada y un artefacto que funciona generalmente a gas o electricidad y que
sirve para preparar comidas. Me refiero a la verdadera “factoría” de la
iglesia, donde se “cocinan” los hechos, las decisiones, los eventos.
Es allí donde se ponen en evidencia los verdaderos líderes
en contrapunto con los improvisados que “tocan de oído”, de los que hacen
usufructo de bienes y recursos ajenos para llevar agua a su propio molino. Es
en la “cocina” de la iglesia donde se distinguen las personas comprometidas con
los negocios del Padre, de las que sólo buscan relaciones, posiciones, cargos,
notoriedad.
Y es que verdaderamente, uno podrá tener un gran currículum,
una interesante hoja de vida y todas las recomendaciones habidas y por haber,
pero es en la “cocina” donde verdaderamente se distinguen los chefs de los
improvisados. La Obra de Dios es cosa muy seria y requiere de preparación,
capacitación, pero fundamentalmente COMPROMISO.
Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
(2 Timoteo 2:15 RV60)
Y les
decía: La mies a la verdad es
mucha, mas los obreros pocos; por tanto,
rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
(Lucas 10:2 RV60)
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