Cuando lo defectuoso, sirve
Cuando lo defectuoso,
sirve
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
Habitualmente salgo muy temprano a trabajar por la mañana. En realidad,
mucho más temprano de lo que para cualquier ser normal sería necesario, a causa
de mi problema de vértigo y pánico en los transportes. A esa hora, la gente o
viene de vuelta o va mucho más temprano de la hora pico, por lo que el
transporte viene sin apuro y prácticamente vacío.
En nuestra ciudad tenemos además de los buses con motores a
combustión, un transporte eléctrico que circula por las calles conectado a su
propia línea de energía. Es cómodo, pero el zumbido de su motor sumado a la
velocidad que a menudo alcanza, para mí ha sido unas cuantas veces motivo
suficiente para tener que literalmente “arrojarme” de él envuelto en una crisis
de vértigo y pánico.
Días atrás salí de casa algo más tarde de lo habitual. Ya
venía angustiado y rogando por un transporte en el que yo pudiera viajar con el
menor trauma posible. Pues bien, apareció uno de estos tan temido transporte
eléctrico. A la distancia ya pude apreciar que venía muy despacio, por lo que
me animé a subir en él.
–Sujétese bien porque venimos con problemas de frenos, dijo
el conductor…
¡Esa era la razón por la que venía tan lento! Entre una
crisis de pánico, que es lo más parecido a percibir la presencia de la muerte y
la posibilidad de un accidente, ésta última significaba para mí un problema
menor, por lo que opté por quedarme en el transporte defectuoso. A pesar del
riesgo viajé tranquilo, sin traumas, y de la mano de Dios me bajé sano y salvo
aún más cerca del trabajo de lo que habitualmente lo hago.
Esto motivó la presente reflexión. El vértigo y el pánico,
en realidad no son el problema en sí mismo, sino los síntomas de uno o varios
mucho peores arraigados en lo profundo
del alma. Pudor, temor al rechazo y el aparteid, pero fundamentalmente un
profundo respeto hacia los amados lectores es lo que me lleva a no revelar más
detalles sobre esto.
¿Qué hace, entonces, un tipo como yo, acá? Quienes tenemos
el alto privilegio y por lo tanto la tremenda responsabilidad de un ministerio,
cualquiera que sea; si hemos sido sinceros delante de Dios y con nosotros
mismos, al menos una vez en la vida nos hemos hecho esta pregunta, y con
seguridad, por mucho menos de lo que le pasa a este siervo.
El transporte defectuoso me ayudó a revelar la respuesta. La
oportunidad del ministerio me fue ofrecida a mí entre miles, y yo la tomé en el
Nombre de Jesús. De la Mano de Dios, este “transporte defectuoso” llega a
destino y es de bendición para muchos. Esto resulta ser inaudito para los seres
humanos, no así para Dios. Ya lo he expresado en otras oportunidades: si algo
bueno viste en mí, eso te lo reveló el Señor. Es Obra Suya y nada más que Suya.
Por ello encuentro eficaz consuelo y fortaleza en Tu
Palabra, Amado Señor.
Y
para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi
gracia; porque mi poder se perfecciona
en la debilidad. Por tanto, de
buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo
en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces
soy fuerte.
(2 Corintios 12:7-10 RV60)
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