Sonidos del silencio

Sonidos del silencio
Por: Luis Caccia Guerra para: http://www.mensajesdeanimo.com/
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Tal vez algo contradictorio el título … ¿cómo puede haber sonidos en el silencio? O tal vez suene un tanto poético, si se quiere. Lo cierto es que el silencio puede resultar mucho más revelador y hablar más fuerte que multitud de palabras.

Hay personas que no lo toleran. Les infunde miedo, mucho temor. Cuando están solas en casa encienden compulsivamente una radio o inclusive, el TV; que aunque no lo estén mirando, ya el sólo hecho de tener algún sonido en casa, “les resulta de compañía”.

De hecho los pretensos astronautas durante su fase de entrenamiento son sometidos a “pruebas de silencio”, ya que en el espacio exterior se van a encontrar con el más denso mutismo. Sólo el sonido de su corazón al latir, su propia respiración es todo lo que van a poder escuchar durante prolongados períodos. Algunos no lo soportan, no pasan la prueba. Y es que evidentemente, el silencio no es poca cosa.

Hay amigos, hermanos, que en medio de los más duros trances de nuestra vida pueden permanecer junto a nosotros en silencio. No están sus palabras, pero está su hombro para afirmarnos; su corazón cerca nuestro pronto para aportar consuelo, enjugar lágrimas.

Sin embargo, hay otra clase de “silencio”. Esa clase de silencio íntimamente ligado con la ausencia. Ese silencio que cuando peor estás, más apoyo en oración necesitas, más mal te sientes o más quema la prueba; es silencio y nada más que frío silencio mezclado con sutil, solapada, velada ausencia como respuesta.

Es en esos momentos cuando paradójicamente el silencio más ruido hace. Cuando el silencio es más revelador que mil palabras. Cuando el silencio de quienes dicen que te aman revela apatía, indiferencia, que en verdad no les importas tanto como sus palabras lo dicen.

Hoy no puedo menos que dar las gracias a Dios por aquellas personas de las que esperé alguna respuesta, pero en cambio me ofrecieron velado silencio. Y esto no fue tan sólo en alguna ocasión aislada. Con tristeza descubro que durante mucho tiempo no obtuve de ellas más que silencio en las más variadas formas; habida cuenta de que a veces también las palabras son capaces de encubrir silencio y ausencia.

Pero fue bueno que así ocurriera. Hoy le doy las gracias a Dios porque esto me enseñó que cuando el hombre calla se revela a sí mismo; es decir, se muestra quién es y a qué distancia su corazón del tuyo está en verdad. Esa clase de silencio es la que te ha de permitir escuchar toda una sinfonía de la voz de Dios hablándole a tu alma.

Hay ciertas ocasiones a las que llamo “el amargo sabor de la victoria”. Pues bien, esta es una de ellas, toda vez que son tristes y desagradables, pero son las que te permiten ver con claridad puertas abiertas donde no las veías; discernir las reales oportunidades que Dios pone a tu disposición, tomar esas decisiones que venías postergando porque no estabas muy segur@…

Cuando el corazón de quienes dicen estar a tu lado está tan lejos del tuyo que sólo percibes silencio, no te pongas mal. AUNQUE NO LO PAREZCA, TE ESTÁ LLEGANDO UNA BENDICIÓN MUY ESPECIAL DESDE LO ALTO DEL CIELO: EN EL SILENCIO DEL HOMBRE, PODRÁS ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS QUIEN HOY HABLA A TU CORAZÓN.

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