LA NECESIDAD DE HACER UN ALTO

Alex López
La Catapulta
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Recuerdo cómo en 1995, reprobé mi examen para obtener mi licencia de conducir mientras estudiaba en los Estados Unidos.

Rubén Estupiñán, uno de mis buenos amigos – aunque me llevaba muchos años más – me dijo que lo acompañar a sacar su licencia y que sacara la mía.

Yo no tenía, ni tarjeta de crédito, ni mucho menos un carro. Pero él, me animó. Estudiamos los materiales, hicimos el examen teórico y todo bien.

En el examen práctico, él regresó con una sonrisa de boca a boca y examen aprobado. Yo, al día de hoy, soy el mejor peor conductor para estacionarme en paralelo.

De hecho, una vez salimos con Aixa y mi hermano menor Checha. Fuimos a la casa de uno de nuestros amigos en el Tesoro, zona 3 de Mixco en Guatemala. No había parqueo, el único que estaba requería un estacionamiento paralelo. Me bajé del carro y le dije: Checha, porfa estaciónelo. Siendo menor de edad, lo hizo sin problema ¡jajaja!
Lo primero que me tocó, fue dar una vuelta en el carro, mientras una mujer, más seria que alguien que está haciendo un serio, en la final del concurso mundial. No sé si era su personalidad o su trabajo. Fría como el hielo en su trato conmigo.

Cuando voy llegando a donde estaban ubicados dos conoces y me dice: “Estaciónese en paralelo”. Me dije, aquí se acabó el examen. No me pida repetirlo, pero en cuestión de menos de 6 segundos, había logrado un estacionamiento paralelo perfecto.

¿Qué pasó entonces? Salimos a la calle. Las carreteras de mi país, nada que ver con las carreteras de los Estados Unidos de Norte América. Pero aún así, me fue bien. Pero todo cambió cuando regresamos al lugar de donde habíamos partido.

Me dijo: “Su examen ha sido reprobado. Regrese en tal fecha para hacerlo de nuevo. Ha sido reprobado porque existía un rótulo que decía pare. Y, aunque usted, sí disminuyó la velocidad, no hizo una parada total. Por lo que ha reprobado su examen”.

Perder un examen de licencia de conducir en los Estados Unidos por algo tan pequeño, no parar por completo en donde decía “Alto”. ¡Qué tristeza! Mi amigo me animó a regresar. Y, para qué le dije, si ni carro tengo. Y, se soltó la carcajada. Nunca regresamos al segundo intento.

Por no hacer un alto completo a la marcha de un vehículo, reprobé un examen. Parar pareciera no ser señal de avanzar. Sin embargo, Dios nos diseñó para hacer un alto, como mínimo ¡Todos los días! Nos diseñó para estar despiertos 16 horas y para dormir la mitad de ese tiempo.

Creo que, si reflexionamos sobre la importancia de dormir, no sólo se trata de cómo nuestras hormonas se regulan o lo que sucede en el cerebro en las fases del sueño, sino que es verdaderamente, una señal de debilidad.
Ningún ser humano opera bien sin dormir. Ocho horas al día, nos colocamos de forma horizontal, indefensos y frágiles, porque dormido, nadie puede defenderse de nada. Hacer un alto una vez al día, es el diseño de Dios. Y, es un diseño para nuestro bien.

Hacer un alto una vez cada siete días, también es un diseño de Dios. Termina la creación y al séptimo día descansa. No porque estuviera cansado, sino porque la cúspide de su creación, necesitaba descansar. Y cada día siete días, debía guardar el día de reposo.

Un día para detenerse por completo, meditar en su debilidad humana producto del cansancio, meditar en su creador, revisar la semana y recuperar nuevas fuerzas. ¿Para qué? Para seguir adelante.

El descanso es un regalo de Dios, no para despertar y seguir descansando. Sino para trabajar, para proveer y también, para disfrutar de la vida.

Hay quienes no reprueban un examen de licencia por no hacer un alto, sino porque nunca hacen un alto en su vida. Y, así fuimos diseñados. Débiles, frágiles e indefensos en tanto sentido, para que miremos al Todopoderoso que está en el cielo y vivamos no sólo bajo su diseño del sueño, sino para su diseño de la vida.

“»Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.” Éxodo 20:8-11

“»El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado —añadió—. 28 Así que el Hijo del hombre es Señor incluso del sábado».” Marcos 2:27

Parar pareciera no ser señal de avanzar. Sin embargo, Dios nos diseñó para hacer un alto, como mínimo ¡Todos los días! Nos diseñó para estar despiertos 16 horas y para dormir la mitad de ese tiempo. Clic para tuitear

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