Su papá le dijo: Mi corazón va a dejar de latir, pero…

Alex López
La Catapulta
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En el cementerio, antes de enterrar el cuerpo de su papá exclamó: “Pensé que este sería mi peor día, pero…”.

En el chat de nuestros amigos de la promoción del colegio llegó la triste noticia sobre el papá de un amigo que estaba enfermo de cáncer: “Les cuento que mi papá ya está descansando”. A esto le siguieron las muestras de condolencias y cariño de todos. Este amigo es mi amigo desde los 5 años cuando comenzamos a estudiar en Kínder y estudiamos juntos hasta Quinto Bachillerato.

De niño y en mi adolescencia, con esta familia conocí la experiencia de lo que es una finca, montar a caballo, galopar incansablemente, asustarnos con una culebra mientras andábamos a caballo, nadar en una laguna, viajar más de 5 horas en la palangana de un pickup acompañados de un motor que iba a instalar el papá. También disfruté por televisión la final de un mundial de futbol junto a varios de sus parientes y amigos, me fui a dormir a su casa varias veces, conviví con sus parientes en las casas de ellos, conocí a algunos de sus primos y me sentí amado tanto por el papá, como por la mamá y también por mi amigo. Los años han pasado, pero ¿Cómo olvidar a esos amigos inolvidables del colegio? Así se llamó una publicación que hice hace poco, si no la leyó, dé clic aquí para leerla.

Mi amigo me pidió que diera unas palabras en el funeral y también que dirigiera el programa en el entierro. En la noche, durante el funeral, estuvimos al mismo tiempo 6 de la promoción. Otros llegaron antes y después que estuvimos nosotros. El dolor se veía reflejado en los ojos de mi amigo: tristeza, cansancio, shock y todo lo que pasamos cuando perdemos a un ser querido. Pero allí estuvimos con él, junto a otros amigos y familiares suyos.

El difunto como todo ser humano, era imperfecto. Pero alguien testificó en el funeral, sobre cómo conocer a Cristo le había cambiado la vida. Un hombre gracioso en su conversación, trabajador incansable, buen padre, buen amigo, generoso con una iglesia cristiana de sordomudos y con el necesitado. Y, a la vez, de carácter fuerte. Su esposa, siempre estuvo a su lado con el mismo sentir. Yo lo recordaré para siempre, con mucho cariño.

Ya en el entierro, luego de haber dado unas palabras y de escuchar por lo menos más de 9 testimonios del impacto de la vida del difunto con los presentes, le tocó el turno a mi amigo. Dijo: “Pensé que este sería mi peor día. Pero no es el peor. Pero sí, el más triste. Por ratos estoy bien, por ratos estoy mal, ahora sí puedo hablar. Recuerdo cómo mi papá venía despidiéndose de nosotros. Un día me dijo, mi corazón va a dejar de latir, pero nunca te va a dejar de amar…”. Nuestros ojos no podían detener las lágrimas que brotaban de esa expresión de amor, Mi corazón va a dejar de latir, pero nunca te va a dejar de amar.

Increíble el amor que los papás sentimos por nuestros hijos. Los amamos, queremos que les vaya bien, queremos que sean mejor que nosotros, queremos que escojan una buena pareja, que sean auto sostenibles y queremos que amen a Dios por encima de todo que le sirvan con su vida en todo momento.

Pero a pesar de este amor tan grande que sentimos, en nada se compara con el amor incondicional de Dios para nuestras vidas. Como padres marcamos con amor a nuestros hijos, pero nos equivocamos, fallamos y muchas veces con humildad, reconocemos nuestro error y pedimos perdón. No somos Dios, necesitamos de Dios.

Si el amor de un padre imperfecto como el de mi amigo, nos saca las lágrimas al ver el amor que le tiene a sus dos hijos ¿Cuánto más nos conmueve el corazón y transforma nuestra vida cuando conocemos el amor del Padre en Jesús? Todos podemos fallar, pero Dios jamás dejará de ser santo, Él es por siempre justo y recto. Es el padre al que todos los padres, madres e hijos, debemos correr para encontrar en Jesús, el verdadero amor del cielo que trae paz con Dios, libertad del pecado, nueva vida y esperanza eterna.

“En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.” La Biblia 1 de Juan 3:16-18

Amar siempre es dar. Y es dar, como Jesús dio su vida por nosotros, en obediencia al Padre….



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