Pablo Martini
Una Pausa en tu Vida
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En línea

Ciertos sucesos que nos acontecen en la vida, parecen no encajar con lo previsto o deseado en nuestro calendario. Nos sorprende una crisis, una enfermedad o fallecimiento, provocando un caos para el que no estábamos preparados.

Alrededor del nacimiento de Jesús, ocurrieron cosas semejantes. Imprevistas para los hombres, pero perfectamente previstas por Dios desde la eternidad. El evangelio de Lucas, narra dos de estos hechos inesperados. Primeramente, el edicto de un censo por decreto del emperador Augusto para empadronar a todos los judíos, seguramente con intenciones impositivas.

En segundo lugar, falta de hospedaje para una mujer embarazada y su esposo. De esta manera, estos dos sucesos jugaron un papel importante en esta Navidad. El lugar debía ser Belén, la ciudad de David del linaje de Israel y allí nació. Y la forma de pesebre para asegurar que desde su nacimiento se identificaría con lo humilde, lo humano y lo sencillo.

Era el Rey de Reyes, pero no usurparía ningún palacio ni usaría sus derechos divinos para evitar cumplir lo más importante de su llegada: Ser Dios hecho hombre.
Desde el comienzo de los tiempos Dios ha usado todos los medios necesarios para que Se cumpliera lo que se tenía que cumplir.

No necesariamente porque Él sea un terco o caprichoso sino porque Dios es Amor y ese amor se traduce siempre en ENCUENTRO. Hallar al niño envuelto en pañales era la señal del cumplimiento anunciado. Todo encajaba perfectamente.

Ningún detalle había quedado afuera. Sin embargo, muchos no llegaron a creer y desperdiciaron la invitación a ese encuentro. Hoy la invitación llega a ti desde estas simples reflexiones. El año acaba y transitaste lecturas a modo de acercamiento hacia ese hallazgo.

Hoy ya no lo encuentras envuelto en pañales porque Jesús se hace real en ti por medio de la fe. Te invito a revisar tus circunstancias y aun en aquellos caos o imprevistos Dios busca encontrarse contigo. Ese Belén también puede ser tu realidad

Pensamiento del día:

Desde el principio y hasta la eternidad, Dios siempre estuvo y estará “en línea”.