Serie El Evangelio de Dios-Mensaje 7: El don del Señor para los convertidos
Mensaje 7: El don del Señor para los convertidos
Texto del Mensaje compartido por el Pastor Diego Brizzio el 22/07/2018.-
Iglesia Cristiana Evangélica “Sígueme”
España 155 Godoy Cruz Mendoza Argentina
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Hablando
sobre la palanca, el antiguo matemático Arquímedes dijo: “Denme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Te hago una
pregunta: ¿Qué cosas extraordinarias quisieras vivir o hacer vos, si tuvieras
una buena “palanca”, una ayuda apropiada? … ¿Y cuál sería esa ayuda?
El
domingo pasado vimos que la respuesta que Dios espera de quienes escuchan el
evangelio es la conversión: que se arrepientan de sus pecados y crean en Cristo
como Salvador. Hoy vamos a ver
El don del Señor
para los convertidos
Lo que el Espíritu Santo nos ayuda a vivir y a hacer
¿Cuál es el don de Dios
para ellos? Leamos Hechos 2.38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo”. ¿Cuál es el don? … El Espíritu Santo. Hch 10.45: “Y los fieles de la circuncisión que habían venido
con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase
el don del Espíritu Santo”. Así que, el don de Dios para los que se arrepienten de sus pecados y
creen en Cristo como Salvador es el Espíritu Santo. Dios el Hijo le rogó a Dios
el Padre que nos diera a Dios el Espíritu Santo, y así, desde la misma
conversión, éste Espíritu habita en nosotros para siempre. Ahora, ¿saben para qué nos lo ha dado Dios? Para
ayudarnos. ¿Ayudarnos a qué? Ayudarnos a mover el mundo; para ayudarnos a vivir
y hacer cosas extraordinarias que, de otro modo, no podemos vivir ni hacer. Te
invito a que veamos “lo que el Espíritu
Santo nos ayuda a vivir y a hacer”. Tres grandes cosas:
I.
Leamos: “Yo le pediré al Padre, y él les dará otro
Consolador… quien estará con ustedes para siempre. Me refiero
al Espíritu Santo… No los abandonaré” (14.16-18). “El Espíritu Santo nos ayuda
en nuestra debilidad…” (Ro 8.26-27). “El Espíritu mismo le asegura a nuestro
espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos” (Ro
8.16-17). “Sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque
nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor” (Ro
5.5). “…Que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Ro 15.13). “Nosotros…
adoramos por medio del Espíritu de Dios” (Fil 3.3). Aquí está: Dios nos ha dado el Espíritu para
ayudarnos a disfrutar a Cristo y adorarlo. Miren mientras vivimos nos encontramos con mucha
dificultad, oposición, incertidumbre, sufrimiento… Y ante todo eso nos
preocupamos, nos ponemos ansiosos, nos debilitamos, nos desanimamos… y no podemos
disfrutar a Cristo, ni adorarlo. Bueno, Dios nos dio el Espíritu para ayudarnos
a disfrutar a Cristo. Dicen esos pasajes que öen la tristeza, él nos hace disfrutar el
consuelo de Cristo; öen la soledad, nos ayuda a disfrutar la compañía y presencia de Cristo;
öen la debilidad, la
fortaleza de Cristo; öen la sensación de desamparo (como yo siento algunas
veces), la paternidad de Dios gracias a la cruz y resurrección de
Cristo; öen la necesidad de ser amado (como yo siento siempre),
el
gran amor de Cristo, del que nadie podrá separarnos; öen la desesperanza, nos
muestra la venida de Cristo… El Espíritu nos ayuda a disfrutar a
Cristo. ¿Y saben para qué nos ayuda en eso? Para ayudarnos también a adorarlo: para
que los admiraremos y le expresemos toda esa admiración. Él nos conforta para
que lo adoremos.
Tal vez en este
mismo momento estás en alguna situación que te aplasta el corazón, que te llena
de emociones negativas. Y vos mismo no podés reponerte ni salir. Bueno, Dios te
dio el Espíritu Santo para que, incluso allí, disfrutes a Cristo lo adores. Él
quiere confortar y sanar tu corazón, animarlo, para que puedas derramarte en la
presencia de Dios y expresarle tu amor.
II.
Leamos: “Mientras
estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren
a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado»” (13.2,
4). “El Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia
de Asia” (16.6-7). “El Espíritu
Santo le dijo a Felipe: «Acércate y camina junto al carruaje»” (Hch 8.29-30).
“El Espíritu Santo le dijo a Pedro: «Tres hombres han venido a buscarte… Vete
con ellos” (10.19; 11.12). “Todos fueron llenos del Espíritu Santo. Y
predicaban con valentía la palabra de Dios” (4.31; 2.4; 4.8; 7.54-56). “Sólo hablen
lo que Dios les diga en ese momento, porque no serán ustedes los que hablen,
sino el Espíritu Santo” (Mr 13.11; Hc 6.10). Miren,
mientras disfrutamos a Cristo y lo adoramos, el Espíritu también nos ayuda a anunciar a Cristo. Cristo nos ordenó
hacer discípulos de todas las naciones, que seamos testigos en nuestro entorno
y hasta lo último de la tierra. Todos deben escuchar de su muerte en la cruz y
de su resurrección. Esa es una tarea extraordinaria, titánica. Bueno, Dios nos
dio el Espíritu para ayudarnos a anunciar a Cristo. Según esos textos, el
Espíritu öNos da indicaciones. Algunas veces, las
indicaciones son personales. Por ejemplo, nos susurra al oído: “Hablale de
Cristo a Fulano. Este es un buen momento. Testificá de mí”. Otras veces, las
indicaciones son a la iglesia, como en el caso de Pablo y Bernabé. El Espíritu
dice a la iglesia: “Apártenme a Joni y Noelia; a Josué y Eliana. Los quiero
para que me anuncien de un modo especial en otra parte”. Después de que nos da
indicaciones, öNos da valor, coraje o soltura para dar la cara por Cristo, para identificarnos con
él ante la gente, incluso ante mucha gente,
incluso ante gente importante, y ante
gente amenazante, incluso ante los
propios verdugos o asesinos. Y no sólo nos da indicaciones y valor; también
ö nos da palabra. Tal vez, en el instante de empezar a hablar no tenemos
mucha idea de lo que vamos a decir, pero el Espíritu tras empezar la
conversación, y al transcurrir, nos va dando palabra para testificar de él,
para hablarle de la Ley de Dios, de sus pecados, de Cristo, de que se hizo
maldición, de que resucitó, de que puede justificarnos, de que debe convertirse.
Anunciar a Cristo a todos
es una cosa extraordinaria, pero Dios nos dio su Espíritu para ayudarnos a
hacerlo. Debemos depender de él. Esto lo
viví gracias a Dios cuando fui al velorio de mi hermano Darío, en el año 2016.
El Espíritu me dijo que debía anunciar a Cristo en ese velorio, delante de toda
la concurrencia no creyente que allí había: autoridades del Banco en donde él
trabajaba, el intendente de la ciudad, el cura párroco y todo el coro de la
iglesia católica, los bomberos voluntarios, y gran cantidad de familiares y
amigos. Antes de que se cerrase el ataúd, y a pesar de que tenía mucho miedo,
el Espíritu me dio valor para acercarlos a todos, y darles testimonio de
Cristo. Estuve como 25 o 30 minutos hablando, y ellos escucharon con mucha
atención. El Espíritu nos ayuda a anunciar a Cristo.
III.
“Nosotros todos…
vamos siendo transformados por el Espíritu, de gloria en gloria, en la misma
imagen del Señor” (2 Co 3.18). “Les quitaré ese
terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. Pondré mi
Espíritu en ustedes…” (Ez 36.26-27). “…Hemos recibido el Espíritu de Dios… de
manera que podemos conocer las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado” (1
Co 2.12; Jn 14.26). “Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos
y se aseguren de obedecer mis ordenanzas” (Ez 36.27; Gál 5.16; Ro 8.4-5). “El
fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad,
fidelidad, humildad y dominio propio” (Gál 5.22-23). “Sean llenos del Espíritu
Santo… Subordínense unos a otros, por reverencia a Cristo” (Ef 5.18, 21). El Espíritu también nos ayuda a reflejar a Cristo. Dios quiere transformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo, que seamos
como él, que lo imitemos, que lo reflejemos en todo (Ro 8.29). Eso es algo que
para nosotros solos es imposible; pero Dios nos dio su Espíritu para ayudarnos
a reflejar a Cristo. ¿Cómo lo hace? Primero, öNos da la mente de Cristo, es decir, su misma
manera de pensar. Se toma su tiempo. Ablanda
nuestro ser interior, luego nos enseña la verdad o palabra de Dios, y luego nos dispone a obedecerla. Es un trabajo lento, pero así va haciendo
que nuestra manera de pensar se parezca a la de Cristo. A partir de allí, y
poco a poco öNos da el carácter de Cristo. Produce en nosotros amor,
gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio…
va haciendo que nuestros sentimientos, actitudes y reacciones se parezcan a las
de Cristo. Y luego, öNos ayuda a relacionarnos como Cristo quiere. Dice Efesios 5 que
cuando el Espíritu tiene libertad para obrar en nosotros, hace que nuestras
relaciones personales sean como él las quiere: la relación entre la esposa y el
esposo; entre los padres y los hijos; entre jefes y subordinados; etc. El
Espíritu nos da la mente de Cristo, el carácter de Cristo, y las relaciones que
Cristo quiere. En otras palabras, nos ayuda a parecernos a él.
Steve Bancarz en
un gurú de la Nueva Era, que publicaba videos en Internet, hablando sobre cosas
que provienen del ocultismo y del Enemigo. Se puede decir que él ocultaba a
Cristo. Tenía más de 200 mil visitas diarias. Hasta que escuchó el evangelio y
se convirtió a Dios. Allí el Espíritu ablandó su corazón, le enseñó la Palabra
y él comenzó a hablar sobre el Señor, a reflejar a Dios. Ahora enseña las
verdades bíblicas. Estos cambios son
posibles, porque Dios nos dio el Espíritu para ayudarnos a reflejar a Cristo. ¿Con qué aspectos de tu
propio carácter luchás? ¿Cuál es la relación personal en que tenés problema? Acudí
al Espíritu Santo.
Conclusión[1]
Las tres cosas que hemos visto tienen que ver con la gloria de Cristo.
De hecho, Cristo dijo: Él me glorificará” (Jn 16.14). El Espíritu no fue dado,
no para glorificarnos ni promovernos a nosotros, sino para que él sea
disfrutado y adorado, anunciado a todos, y reflejado en todo. Nosotros no
podemos estas cosas extraordinarias. Lo necesitamos a Él. Y Cristo dijo: “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan?” (Lc 11.13) Pidámosle al
Padre que el Espíritu nos ayude. Amén.
[1] Me ha
quedado un cuarto punto, muy importante, que no pude presentar por el tiempo: “El
Espíritu nos ayuda a Fortalecer el cuerpo de Cristo”: Pone líderes en la iglesia, para que la cuiden
(Hch 20.28); logra y promueve la unidad en la iglesia (Ef 4.2); aporta los
servicios que necesita la iglesia, dando dones o habilidades especiales a todos
(1 Corintios 12); advierte y alienta de parte de Cristo a las iglesias (Ap 2.7,
11, 17, 29; 3.6, 13, 22).
Imagen: https://pixabay.com
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