Serie El Evangelio de Dios-Mensaje 6: La Conversión a Cristo
Serie: El Evangelio de Dios
Mensaje 6: La Conversión a Cristo
Texto del Mensaje compartido por el Pastor Diego Brizzio el 15/07/2018.-
Iglesia Cristiana Evangélica “Sígueme”
España 155 Godoy Cruz Mendoza Argentina
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Vamos
a suponer que estás compartiendo el evangelio con Juan. Acabás de mostrarle con
la Ley de Dios que es pecador, y que está condenado. Acabás de decirle también que
por amor Jesucristo murió en la cruz sufriendo su castigo, cumpliendo su
sentencia, y que luego resucitó, y que gracias a Cristo ahora puede ser libre o
perdonado de sus pecados… ¡Muy bien! Pero, ahora, llegado a este punto, ¿qué le
vas a decir a Juan que haga ahora? ¿Cómo
le vas a decir que debe responder a ese mensaje que acabás de darle? — Amigo,
amiga, si ya has escuchado que sos un pecador, y que Cristo murió en tu lugar para
salvarte, ¿sabés cómo responder a esas noticias maravillosas?
En
esta ocasión vamos a ver…
La conversión a
Cristo
La respuesta que Dios espera de quien escucha el
evangelio
Leamos
Hechos 14.15: “Varones, ¿por qué hacéis esto?
Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de
estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el
mar, y todo lo que en ellos hay”. ¿Qué les dice Pablo a
sus oyentes que deben hacer? … Convertirse al Dios vivo. ¿Qué debemos decirle a
Juan que debe hacer? Convertirse. Leamos también Hechos 28.18 (y vuelva a fijarse):
“…Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la
luz, y de la potestad de Satanás a Dios”. ¿Qué quiere Dios que haga la gente? … Que se conviertan de las
tinieblas a la luz y de Satanás a Dios. ¿Qué quiere Dios que haga Juan? … Que
se convierta. Así que, a Juan, quien ya ha escuchado de su pecado y de la obra
de Cristo, debemos invitarlo a convertirse, es decir, a volverse, a hacer un
giro de 180 grados. ¿Han visto que en las autopistas de vez en cuando hay
“retornos”, especies de rotondas que la gente puede hacer para tomar el carril
contrario y volver? Bueno, invitar a Juan a convertirse es decirle que
tome el retorno. Podríamos representar la conversión con una flecha así: N. Juan está yendo por el camino del pecado, de la
oscuridad moral y espiritual, donde manda el enemigo de Dios; pero debe girar y
volverse por el camino de la vida, del Dios vivo, amoroso, bueno y justo.
En esta noche, sin embargo, yo quiero invitarlos a
ser más específicos, a ver más de cerca la conversión, y observar cuáles son
las dos respuestas que forman parte de ella, y que Cristo espera de quienes
escuchan el evangelio. Leamos Marcos 1.14-15: “Después
que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del
reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. ¿Cuáles son las dos respuestas que Cristo espera de la gente que
escucha el evangelio? … Arrepentimiento y fe. Leamos ahora Hechos 20.21: “Testificando
a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en
nuestro Señor Jesucristo”. ¿Qué testificaba
Pablo a todos? … El arrepentimiento (de pecados) y la fe en Jesucristo. Esas
son las dos respuestas que forman parte de la conversión, y que Cristo espera
de Juan, de quienes escuchan el evangelio. Ambas son indispensables. Si falta
una de ellas, no hay genuina conversión, y por tanto tampoco hay salvación. Veamos
cada una:
I.
Arrepentirse de los pecados. Cristo dejó ordenado que se predicara el arrepentimiento
de pecados (Lc 24.46-47), y Pablo les dijo a los atenienses “Dios ahora
manda a todos, en todas partes, que se arrepientan” (Hch 17.30; ver Hch 2.38; 3.19). Así que, quien escucha
el evangelio debe responder arrepintiéndose de su pecado.
Arrepentirse
de los pecados es, en
primera instancia, admitirlos. Al escuchar algo de la Ley de Dios,
de cómo es Dios, de qué quiere Él, el oyente debe darse cuenta de que está
pecando, de que está ofendiendo a Dios. Debe identificar algunos de sus
pecados, y admitir que está yendo en contra de Dios. En
segunda instancia, arrepentirse de los pecados es dolerse. El oyente debe lamentar el haber pecado; debe afligirse
sinceramente por haber ofendido, o estar ofendiendo, a Dios con su vida. Y en
tercera instancia, arrepentirse de los pecados es querer abandonarlos, querer dejar ese camino, cambiar la vida y la
conducta. Arrepentirse de los pecados es admitirlos,
dolerse y querer abandonarlos. Dios espera esta respuesta de quien escucha el
evangelio. Es la primera parte de la conversión.
Es
lógico que la espere, porque ¿cómo puede Dios tener amistad con alguien
que no admite que lo está ofendiendo, y que ama lo ofensivo, y que quiere
seguir haciéndolo? No puede ser amigo de alguien así. Esa persona debe antes
arrepentirse de su pecado.
Mucha
gente no quiere arrepentirse, sino que responde de otras formas: ÷Algunos
dicen: “Yo no creo que eso sea malo”. Lo niegan. ÷Otros
dicen: “Tal vez sea malo, pero no pienso dejarlo”. Se endurecen. ÷Otros piensan:
“No es tan malo; hay cosas peores”. Lo relativizan. ÷Otros piensan:
“Yo sé que es malo, pero tenía que hacerlo”. Se justifican. ÷Otros piensan:
“Aunque siga en esto, Dios me perdonará igual”. Se autoengañan. ÷Otros piensan:
“Es lo único. En lo demás soy bueno”. Negocian. Estas son algunas respuestas que
la gente cuando escucha sobre la Ley de Dios, sus pecados y la condenación,
pero no quiere arrepentirse. ¿Alguien te responde así, cada vez que lo
confrontás con su pecado? — ¿Estás respondiendo de alguna de estas maneras
cuando alguien te confronta con tu pecado? No es tomar el retorno.
Cuando el joven rico fue a preguntarle a Jesús cómo podía tener vida eterna, Jesús le mostró su
pecado, para que él se arrepintiera, porque arrepentirse le era necesario. Le
mostró que amaba más al dinero que a Dios. Él, sin embargo, en lugar de admitir
su pecado, dolerse y querer abandonarlo, pensó: “Sí tal vez sea malo, pero no
pienso dejarlo”. Respuesta incorrecta.
Al arrepentimiento lo encontramos por ejemplo en el
hijo pródigo: él admitió
su pecado: recordó lo malo que había hecho para con su padre, de pedirle la
herencia y salir de la casa y malgastarlo todo; se dolió de haberlo hecho, y
quiso dejar aquella situación y la dejó. Tomó el retorno. Eso es arrepentirse.
Hermano querido, después de haberle compartido a tu
Juan acerca de la Ley de Dios, y de su pecado y culpa, y de su condenación,
debés invitarlo a convertirse, y la primera parte es arrepentirse. No le huyas
a esta parte. Tu Juan debe escucharlo. Así estarás glorificando a Dios. Y vos, querido amigo: si para tu vida
estás confiando en otros seres o cosas que no son Dios, arrepentite. Si estás
dándole a Dios la forma que se te ocurre; si tenés olvidada a tu familia; si odiás
a alguien; si sos sexualmente impuro; si sos deshonesto; si sos codicioso; si
te estás matando con alguna adicción… admitilo, dolete y decidí salir de allí.
Arrepentite de tus pecados.
Esa
es la primera parte de la conversión, la primera respuesta que Dios espera de
quien escucha el evangelio. La otra parte, la segunda respuesta es:
II.
Creer en Jesucristo
como Salvador. Jesucristo dijo: “El
que cree en el Hijo [en mí] no es condenado, pero el que no cree ya está
condenado” (Jn 3.18). Y Pablo predicó: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hch 16.31). Así que, quien escucha el evangelio también debe responder creyendo en Jesucristo como
Salvador.
Creer en
Jesucristo es, primero, conocer
de él. La persona debe haber escuchado que Jesús es el Hijo de Dios, que por
amor quiso sufrir y morir en la cruz recibiendo el justo castigo de Dios que ella
merecía por sus pecados; que al tercer día resucitó de entre los muertos siendo
confirmado en todo; y que ascendió a los cielos y hoy está vivo y es el único
Salvador. La persona no puede creer en Jesucristo si no ha conocido la buena
noticia de Jesucristo. Segundo,
creer en Jesucristo es acudir confiado a él.
La persona debe tener la seguridad de que Cristo puede y quiere perdonarla, y pedirle
de hecho que la perdone gratuitamente. Debe sentir certeza de que sólo Cristo,
por lo que hizo, quiere y puede librarla de condenación, y pedirle de hecho que
efectivamente que la libre. No hay fe en Jesucristo si no hay confianza
personal en su virtud salvadora. Tercero,
creer en Jesucristo es querer seguirlo por
el resto de la vida. Es querer tenerlo como Señor y maestro. Creer en Jesucristo es conocer de él, acudir
confiado a él, y querer seguirlo. Dios espera esta respuesta de quien escucha
el evangelio. Es la segunda parte de la conversión.
Muchas
personas confunden la fe en Jesucristo con otras cosas. ÷La confunden
con dar por cierta su historia. Piensan que creen en Cristo porque dan
por ciertos todos los hechos relativos a Jesús (su nacimiento, muerte,
resurrección). Pero eso solamente. No es creer como lo vimos. ÷La confunden
con haberse emocionado por él al escuchar alguna palabra, o algún
mensaje referido a Jesús. ÷La confunden
con haber hecho alguna cosa que se pidió, como repetir una oración, levantar
la mano, pasar al frente, o algo así. ÷ Con tener
una conciencia religiosa, una intuición de que existe un ser superior. ÷ Con cumplir
con ciertas prácticas religiosas, como asistir a cultos u orar, o cosas
así. ÷Con ser
buena gente o buenos vecinos. Nada de esto es, por sí mismo, creer en
Cristo como Salvador. ¿Has conversado con alguien que confunde la genuina fe en
Cristo con alguna de estas cosas? Seguro que sí. — Y vos amigo, ¿confundís la
fe en Cristo con alguna de estas cosas? Ojo, porque eso no es el retorno.
Nicodemo es un hombre de la Biblia que se
confundió. Pensó que por
ser simpatizante de Jesús, por estar convencido de que Jesús había venido de
Dios; y por buscar a Jesús y conversar con él; y por tener consciencia
religiosa; y por cumplir con todas las prácticas religiosas de su religión… eso
era todo. … Sin embargo, no acudió confiado a Jesús para pedirle su perdón
compasivo y gratuito.
A la fe en Jesucristo la encontramos en una mujer
del evangelio de Lucas, quien,
después de haber conocido de Jesús, y de escuchar el evangelio que él predicaba,
acudió a él confiada, sabiendo que él podía y quería perdonarla de sus pecados:
se metió en la casa donde estaba cenando, y se tiró a sus pies, y espero su
perdón. Y Jesús la perdonó.
Hermano,
después de haberles hablado sobre Cristo, su amor, muerte, resurrección y poder
para salvar, tenés que invitar a las personas a que respondan confiando en
Jesucristo para salvación, a creer en él. No uses ninguna otra terminología.
Estas es la que mejor expresa lo que Dios espera. Y vos, querido amigo, ¿has conocido ya de Jesús? Te hago está
invitación; te digo esta recomendación: traé tu alma confiadamente a este
Cristo que puede y quiere perdonarte, que quiere y puede librarte de
condenación eterna. Porque él murió en tu lugar, sufriendo tu castigo. ¿Quién
lo hace hoy por primera vez en su vida?
Conclusión
Hermano querido: no le rehuyamos a pedir esta respuesta a
nuestros amigos, después de compartirles el evangelio. Es lo que glorifica a
Dios.
Aparte, esto no es algo solamente inicial de la vida
cristiana, sino que debemos mantener un estilo de vida de arrepentimiento y de
fe, a la luz de la Palabra y de Evangelio.
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