El milagro de las Bodas de Caná
Síntesis del Mensaje compartido por el Pastor Carlos
López el 11/03/2018
Iglesia Cristiana Evangélica “Sígueme”
Al menos ocho veces Jesús aceptó invitaciones a
participar en una cena. Tres fueron de gente común. El resto fueron algo
extrañas.
Una con Leví, recaudador de impuestos y considerado
traidor porque recaudaba impuestos para los romanos. Otra con Nicodemo y otras
fueron con fariseos. A Jesús le gustaba compartir tiempos de alegría con las
personas. Por causa de esto, los detractores de Jesús lo acusaban de comilón y
bebedor y amigo de pecadores y publicanos.
Al tercer día se hicieron unas
bodas en Caná de Galilea; y estaba allí
la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus
discípulos. Y faltando el vino, la madre
de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús
le dijo: ¿Qué
tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí
seis tinajas de piedra para agua,
conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres
cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y
las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo:
Sacad ahora,
y llevadlo al maestresala.
Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha
vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían
sacado el agua, llamó al esposo, y le
dijo: Todo hombre sirve primero el buen
vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta
ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él. (Juan 2:1-11 RV60)
Este es el primer milagro que Juan relata en detalle. Lo
ubica a Jesús en un contexto de fiesta familiar. Una boda, el inicio de una
familia. Comienza el Evangelio con una nota de profunda alegría.
Caná de Galilea era una aldea muy pequeña. Es decir que
una boda era un acontecimiento muy especial y todos se enteraban. Todo el
pueblo estaba invitado. Era gente humilde y de trabajo. Su dieta diaria estaba
constituida de legumbres, pan y a veces pescado. La carne se comía sólo en las
grandes fiestas, por lo que una boda significaba COMER, beber buen vino y
compartir con la familia. La boda se preparaba con mucha anticipación y todos
colaboraban con algo. Y en una aldea chica como esa, todo el pueblo estaba
convocado.
La boda generalmente se celebraba en la casa del novio o
del padre del novio. El novio iba acompañado de su séquito a buscar a la novia
por su casa y juntos volvían al lugar donde se celebraba la cena de bodas. Las
bodas duraban siete días, concretamente, siete noches. Generalmente eran
eventos de mucha alegría, cantos, bendiciones, bailes, algarabía.
La madre de Jesús estaba invitada en este evento. Y
parecía que ella era parte de la organización, pues es ella la que se da cuenta
y le avisa a Jesús que faltaba vino. Es en el vers. 3 donde sucede algo
inesperado. Se había terminado el vino. Esto significaba una descortesía
profunda de parte de los dueños de casa hacia sus invitados. Hablaba muy mal de
los organizadores del evento y de la propia familia. El vino, bebido con la
debida moderación, es considerado en el A.T. “el vino que alegra el corazón del hombre…” (Salmos 104:15). El
vino era bebido tanto por ricos como pobres. La ley de Moisés prohibía a los
cosechadores de las uvas volverse a cosechar por segunda vez. Lo que quedaba en la planta era para viudas y
pobres, para que ellos también tuvieran oportunidad de hacer su vino y beber de
él. Por lo que si faltaba el vino, representaba una vergüenza para la familia
anfitriona.
En el vers. 6 encontramos seis tinajas de piedra de esas
que se utilizaban en el lavado ritual, religioso. Cada una tenía capacidad de
alrededor de entre 75 y 113 litros de
agua. Jesús ordena llenarlas de agua. Hecho esto, que le den de probar al maestro
de ceremonia. Cuando el maestro probó, era vino y del bueno. “Dejaste el mejor vino para el último”
le dice al novio. Generalmente se servía el mejor vino al principio y el vino
de menor calidad se dejaba para el último para que pasara desapercibido.
En el vers. 11 hallamos un significado teológico de este
milagro. Marcó la primera vez que Jesús reveló su Gloria y sus discípulos
creyeron en Él. Llama la atención este pasaje justamente al inicio del
Evangelio de Juan. Y es que Jesús no vino para reformar una religión antigua,
muerta, vacía y sin contenido, como las vasijas rituales de piedra y vacías.
Jesús vino a traer una transformación y con ello, a traer alegría a aquellos
que crean en Él, a traerles vida y en abundancia.
La abundancia simboliza la bendición de Dios. Ha llegado
el momento de la bendición de Dios, teniendo en cuenta una boda. Una vida
abundante de alegría llega a la familia. Esto comienza con un estallido de
alegría, no religioso. Jesús no era un religioso aguafiestas. Le importaba muy
poco lo que decían de Él. A Él lo que le importaba era llegar a la gente. Llega
a un mundo triste y aburrido y entra por la casi olvidada puerta de la alegría.
No vino para reformar una religión, sino para hacer todo nuevo.
Este pasaje, me confronta. ¿Cómo está mi alegría, mi
familia, mi matrimonio? Si Jesús vino para dar vida y en abundancia, entonces
esa vida en nosotros que hemos creído, debería verse. La vida en abundancia
debería ser parte de mi vida. En medio de las dificultades y los problemas, el pueblo de Dios está feliz porque Jesús es
el que los hizo felices.
Hay muchas más, pero encuentro al menos tres cosas, que
son ladrones de la alegría de los cristianos:
1. La religiosidad. Los fariseos eran
religiosos expertos en justificarse a sí mismos. Extremistas. Se ocuparon del
cascarón y olvidaron el interior. De tanto que conocían la Ley y los Profetas,
cuando vino Jesús no le reconocieron. Expertos en justificarse a sí mismos y
condenar a los demás falsificaron la Ley y la imagen de Dios. Convirtieron la
religión en una herramienta para intimidar y manipular. Convirtieron el sábado,
un día de descanso y distensión en una verdadera pesadilla. Hasta el punto en
que un hombre podía montar su burro en día sábado, pero pecaba haciendo un
trabajo si montaba el burro y utilizaba una vara para hacer que el animal
caminara más rápido. Inventaron al menos una veintena de leyes para esto.
Es que no hay sistema religioso suficiente que alcance a contener el
inagotable amor de Jesús. El vino nuevo que Él traía, iba a romper los
odres viejos (Mateo 9:17; Marcos 2:22; Lucas 5:37). ¿Por qué están tan
contentos? Jesús trajo la alegría.
2. Los rencores y la falta de perdón. Hay
faltas grandes que necesitan perdón grande. Pero a veces son las pequeñas
peleas, cruces, roces, los que van generando situaciones en las que la falta de
perdón se va sumando. Es así como terminamos en una casa llena de problemas, rencor
y conflictos, donde la alegría comienza a ser desplazada por situaciones que no
han sido arregladas. Una casa habitada por rencores y la falta de perdón.
3. El veneno de lo común. Max Lucado
relata una situación que le tocó vivir y le hizo ver esta clase de veneno.
Habían sido invitados a almorzar por una familia amiga después del culto de la
mañana. Ya durante la sobremesa, la hija del matrimonio dueño de casa, llegó
desesperada y con sus ropas mojadas avisando que la pequeña hija de Max había
caído a la piscina. Su amigo rápidamente corrió, se tiró a la pileta y rescató
a la pequeña. El incidente no tuvo terribles consecuencias, pero Max no pudo
dejar de abrazar a su hijita durante el resto del día. Había comprendido el
inmenso valor de su hijita y pudo ver cómo ello, sin embargo, pudo convertirse
en algo común.
Esta es una de las artimañas
de Satanás. No puede tomar tu vida, no puede tomar la vida de tu cónyuge ni la
de tus hijos, pero es capaz de tomar lo más valioso, lo más precioso de tu vida
y convertirlo en algo común y corriente.
Tu Salvación, tu matrimonio,
tus hijos. Puede hacer que te olvides cómo eras antes de tu Salvación, puede
hacer que las fotos de tu casamiento se vean viejas y sin valor, y ya no tienes
tiempo de calidad para con tus hijos. El veneno de lo común va destruyendo todo
lo más bueno y precioso de tu vida. El costumbrismo, el veneno de lo común no
nos permite ver lo valioso que tenemos en casa, tu mujer, tu esposo, tus hijos;
que te esperan y anhelan pasar un tiempo de calidad con vos. Es así como el
veneno de lo común va destruyendo la alegría.
y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser
salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del
Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la
noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los
suyos. Y llevándolos a su casa, les puso
la mesa; y se regocijó con toda su casa
de haber creído a Dios. (Hechos
16:30-34 RV60)
En Hechos 16: 30-34
encontramos una historia donde un guarda-cárcel pregunta a Pablo y Silas cómo
ser salvo. Cuando lo sabe, cree, se los lleva a casa, los atiende, les lava las
heridas, y él y toda su familia creen y se
regocijan, se alegran en gran manera.
Que el Señor Jesucristo llene nuestra casa de alegría.
·
No dejemos que la religiosidad vacía nos ahogue.
·
No permitamos que las diferencias y la falta de
perdón nos ahoguen.
·
No dejemos que el veneno de lo común y corriente
nos haga perder de vista la inmensa Gracia y el perdón de Dios.
Imagen: https://pixabay.com/jar-1320603
Nota sobre el audio: Es sonido ambiental. Por favor tenga a bien disculpar las impertinentes interferencias. Consideramos que el mensaje que compartimos en esta oportunidad era demasiado bueno como para dejar de publicarlo.
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