Asamblea en la carpintería
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito originalmente para
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permitido.
Hubo en la carpintería una extraña asamblea; las herramientas se
reunieron para arreglar sus diferencias. El martillo fue el primero en ejercer
la presidencia, pero la asamblea le notificó que debla renunciar. ¿La causa?
Hacia demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el
tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
El tornillo, aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la
lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el
metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo,
utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Al
final, el trozo de madera se había convertido en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la
deliberación. Dijo el serrucho: "Señores, ha quedado demostrado que
tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo
que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y
concentrémonos en nuestras virtudes". La asamblea encontró
entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija
limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo
capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.
Cuando el personal de un equipo de trabajo suele buscar defectos en
los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con
sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, florecen los mejores
logros. Es fácil encontrar defectos -cualquier necio puede hacerlo-, pero encontrar
cualidades es una labor para los espíritus superiores que son capaces de
inspirar el éxito de los demás. (La culpa es de la vaca. Jaime Lopera
Gutiérrez-Marta Inés Bernal Trujillo)
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el
ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No
tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos
dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos
decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más
decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante
honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que
los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
(I Corintios 12:20-25 RVR1960)
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