El horizonte que no puedes ver

El horizonte que no puedes ver
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com

La vida no debería ser tan difícil para algunas personas, pero lo es. El camino es pedregoso, hay cuestas que subir. La escalera es larga y a veces hay que tomar decisiones complicadas. En ocasiones, hay que caminar por desiertos y quien menos imaginas te da la espalda. Inclusive hay que aprender a tolerar el desprecio y la ofensa. Todo es parte de los ciclos de la vida.” (Brendaliz Avilés-Cómo se te ocurre rendirte ahora)

Cuenta la tradición que Cristóbal Colón se pasaba horas sentado frente al muelle mirando los barcos que zarpaban del puerto y se perdían en el horizonte. Eso le hizo pensar en la curvatura de la tierra cuando, en su mundo se creía que la tierra era un plano que en algún borde terminaba y luego… el abismo. Cuando adulto, habiendo reunido suficiente documentación, estudios y evidencia, tuvo esa visión, esa certeza en su corazón de que más allá del horizonte había toda una vida, no el abismo ni la muerte como se creía en su época.

Debo decir que encaré una relación de noviazgo en serio, por primera vez, con la persona con quien me casaría, con la compañera que ha permanecido junto a mí los últimos veintiséis años de mi vida. ¡Sí! ¡Me puse de novio ya “grandecito” y mi primera y única novia fue quien hoy es mi esposa!

Un tío, durante toda mi adolescencia y juventud estuvo muy interesado en que yo estableciera una relación con una chica. En realidad, “demasiado interesado” diría yo. Mis intereses eran otros. Es más, al terminar mi adolescencia la verdad es que no tenía interés en continuar con mi vida. Pero independientemente de esto, lo cierto, es que mis objetivos más y más se alejaban de una relación con una chica, mientras más y más presión metía este entrometido tío.

Sin embargo, algo positivo salió de todo esto. Este amado varón de Dios no le prestaba libros a nadie. Pero un día, aún sin ser creyente, puso un libro de Luis Palau en mis manos. No es necesario que les diga el título del libro… o tal vez , sí… “¿Con quién me casaré?”-Luis Palau.

Yo admiro con qué osadía esas personas se determinan a hablar de Dios. Al dirigir sus discursos a los impíos, su primer capítulo es probar la divinidad por las obras de la naturaleza… eso es darles motivo para creer que las pruebas de nuestra religión son más débiles… Es admirable que jamás un autor canónico se haya servido de la naturaleza para la prueba de Dios.” (Blaise Pascal)

Leer a Luis Palau antes de conocer a Cristo como Salvador, me enseñó a ver la Biblia con otros ojos. Que no eran palabras huecas pronunciadas por religiosos vacíos, sino palabras que tenían un sentido práctico. Lecciones de vida, una vida que yo evidentemente no tenía y que ya no tenía esperanzas de tener. Esas palabras me mostraron por primera vez, que más allá de donde yo no tenía capacidad de ver, había un horizonte, un horizonte que no podía ver, un horizonte que transponer, que tras él había toda una vida aguardándome.

Es que podemos acusarnos a nosotros mismos de muchas cosas. No siempre tenemos toda la culpa del conflicto y no siempre tenemos toda la razón. ¡Gracias a Dios, que esto es así!

En tu palabra echaré la red (Lucas 5:5) le dijo Pedro a Jesús. Nada habían pescado durante toda la noche, que era el mejor tiempo para pescar. Sin embargo Pedro echó las redes y esa madrugada llenaron dos barcas a casi a punto de hundirse. Con no poco esfuerzo, habiendo traído tan fructífera pesca a la orilla, Jesús lo nombra desde ahora en adelante “Pescador de hombres” y dejándolo todo, Pedro y sus amigos le siguieron (Lucas 5:11). Evidentemente les esperaba un destino considerablemente más alto.

En esos días, en Su Palabra tuve el valor de echar la red y es por eso que hoy estoy aquí para escribir estas cosas a título anecdótico. Hoy renuncio a mis razones, a todo pensamiento que se levantó como argumento delante de Su presencia . Hoy descubro que he vivido renunciando, pero a las bendiciones que Dios preparó de antemano para mí.

Es que ser feliz no es un hecho efímero ni del azar. ES UNA DECISIÓN y Dios, sin importar las circunstancias por las que pasamos, nos ha provisto de todo para ello.

Hoy descubro que hay un horizonte que transponer delante de mí, ese horizonte que no puedes ver.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

(Juan 10:10 RV60)

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