El junco

El junco
Por: Luis Caccia Guerra para www.mensajesdeanimo.com
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Es curioso el comportamiento del junco. El viento y las corrientes arrecian contra él. Se dobla pero no se quiebra, siempre sigue en pie.

Muchas son las veces en que prometí al Señor los cambios en mi vida que El, a mi entender, demandaba. Me embarqué en planes y proyectos. Siempre lo hice en tiempos de bonanza y creyéndome aferrado a las promesas de Dios para quienes se rinden en obediencia y fe.

Pero también fueron muchas las oportunidades en que una situación inesperada, un vuelco en mi vida, o la simple (aparente) tardanza del cumplimiento de lo esperado de parte de Dios, me puso a caminar en otra dirección, en otro sentido. Cada promesa pareció literalmente disiparse en el aire. Y mis firmes decisiones de ministerio, testimonio y servicio también se volatilizaron.

Cuando la corriente y el viento arrecia, es entonces -y sólo entonces- cuando el verdadero valor de una promesa se hace claro y evidente. Es entonces, cuando el viento dobló el junco de mi vida en una curva interminable hacia abajo, sin saber en dónde podría terminar y toqué la turbulencia del agua que pasaba por debajo.

La ansiedad y la desesperanza avanzaron sobre la esperanza y la fe. La paciencia se puso a prueba… hasta que finalmente claudicó numerosas veces en un estallido emocional donde las alabanzas a mi Dios no era justamente lo que predominaba. Lo que ayer era luz y bonanza hoy ya era oscuridad y desorden.  Las situaciones negativas sobrevinieron una tras otra como las olas de un mar embravecido y nada parecía decir que esto no sería eterno, que no era para siempre. ¿No te has sentido así alguna vez?

Cuando el junco está doblado no mira hacia arriba. Todo parece ser oscuridad y sólo siente la turbulencia que pasa por debajo de él, como cosa de nunca acabar.

En alguna oportunidad toda mi vida, ilusiones, proyectos, planes, ministerio, familia, lo económico; y lo que es peor, la fe; se desmoronaron como un castillo de naipes. Algunas veces algo se nos desacomoda. Pero esta vez fue TODO. Tuve que comenzar literalmente a edificar mi vida de nuevo. O lo que no es lo mismo: permitir que el Gran Hacedor se ocupara de esto.

Cuando comencé a ver los resultados de todo este proceso; uno de ellos es que tú estás leyendo estas líneas escritas desde lo profundo del corazón… comprendí:

El viento es el amor de Dios … y el junco no se dobla, se inclina en reverencia hacia El.

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