Mamá Pato y todos sus patitos en fila

Es curioso ver a mamá pato lanzarse al agua con sus pequeños patitos. Estos forman una  fila detrás de ella. Además de la protección que les provee, mamá pato va abriendo camino en el agua facilitándole las cosas al que viene tras ella. Y así sucesivamente. El patito que sigue le aliviana la resistencia del agua al que sigue.

Es interesante ver como en la vida de las personas, las cosas tienden a darse en forma muy similar. Siempre digo: no voy a emprender esto o aquello todavía, hasta que no tenga “todos los patitos en fila”.

¿Qué quiero decir con esto? Cuando Dios nos muestra o allana camino hacia nuestros sueños, hacia un logro importante, lo general es que vamos abriendo puertas de a una. Inclusive, a veces aparecen puertas donde no las había.  Pero aunque a veces pasa, es raro que hallemos todas las oportunidades disponibles simultáneamente. Son “puertas” que se tienen que ir abriendo de a una, a medida que vamos transitando nuestro camino.

Y por cierto… a veces hay que pasar por puertas que no es agradable pasar. A veces descubrir algo de uno mismo, o de quienes nos rodean o de quienes en alguna medida confiamos, puede resultar desagradable, penoso, inclusive triste. Es lo que llamo el “amargo sabor de la victoria”. Pero esto a veces también es absolutamente necesario para continuar, para seguir adelante, para tomar esas decisiones tal vez postergadas por algún tiempo, que nos abrirán la puerta a la siguiente oportunidad, que nos permitirán alinearnos con el patito que viene delante nuestro para poder seguir avanzando.

Un hecho trae o prepara otro. Una oportunidad despeja camino para el siguiente paso. Un evento genera otra nueva oportunidad. Y así sucesivamente. Es así como cuando “todos nuestros patitos comienzan a quedar en fila”.

Tal vez tienes un sueño que acaricias desde largo tiempo. Tal vez un proyecto, una meta, una asignatura pendiente con la vida… una situación penosa que superar… un ministerio… no lo sé. ¡Tú sí lo sabes!

A veces nos apresuramos y queremos llegar a la meta “ahorrándonos” pasos previos, y tan necesarios, por cierto… Tropezamos, caemos. Nuestro proyecto parece hundirse en el fracaso. Entonces viene la decepción, la tristeza, la zozobra.

Un avión no despega ni aterriza si el piloto no ve todas las luces en línea encendidas en la pista, y además oye por la radio el “Ok” del controlador de tráfico. El último patito no se lanza al agua hasta que no ve a todos sus hermanitos en línea detrás de mamá Pato y escucha el “cuack” que lo “habilita” y anima.

Cada uno de nosotros tenemos ese último patito. Sólo lánzate cuando tengas todos tus patitos en línea y en lo profundo de tu corazón resuene hasta el cansancio esa voz única, inconfundible, cuando Dios te habla.

¡TE IRA BIEN!
Por: Luis Caccia Guerra escritos originalmente para http://www.mensajesdeanimo.com/
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