Parábola de la serpiente y la luciérnaga

Parábola de la serpiente y la luciérnaga

Cuenta esta historia de autor desconocido que una serpiente salió una noche en una de sus mortales rondas depredadoras, cuando se encontró con una luciérnaga.

Considerablemente molesta por tan espectacular danza brillante comenzó a perseguirla con ánimo de matarla.

Cuando por fin la serpiente logró acorralar al pequeño y luminoso insecto, antes de morir éste le preguntó: “-¿Por qué quieres matarme?”

A lo que la temible predadora contestó: “-Porque me fastidia sobremanera verte brillar”

¡Tan sólo ese había sido el motivo de su condena a muerte! ¡Que su juez y verdugo se había fastidiado al verla brillar!

Quienes han tomado un voto de obediencia a Dios a través de un ministerio, quienes han sentido en lo profundo del corazón la necesidad de ser en alguna medida, de bendición a los demás; quienes tan sólo como parientes, compañeros o amigos representan algo bueno y estimulante para quienes les rodean dentro de sus ámbitos,  se han visto involucrados alguna vez en una situación como ésta. La mayoría de las veces considerablemente más sutil que un asunto de vida o muerte como el de la parábola con la que comenzamos este mensaje. Pero no por sutil, irreal.

Hay a nuestro alrededor a quienes no les convienen las personas “animadas”. Las deprimidas son más fáciles de manipular. Hay quienes tienen siempre un mensaje peyorativo, descalificante para subordinados, hermanos y compañeros. Un “mensaje de ánimo” puede poner al desnudo su propia mediocridad y terminar con su reinado nefasto.

Todos tenemos un “fuego interior”. Hay personas cuya llama brilla y alumbra la vida de los demás como antorcha en medio de una oscura noche, como la alegre danza luminosa de la luciérnaga. Otras, en cambio, su fuego interior va quemando todo lo que está a su paso. Su precaria luz arroja más sombras que luces, no importa la multitud de sus conocimientos. Estas últimas son las que no soportan verte brillar.

Amad@: con tu vida, con lo que dices y no dices, con lo que escribes y con lo que no escribes, pero “entre líneas” se deja leer; tu mensaje lleva luz a quienes la necesitan.

Muchos se han sentido bien y han superado situaciones a causa de haber sido buenos administradores de esa Gracia Divina que Dios tuvo a bien derramar en abundancia sobre todos nosotros. Tu mensaje literalmente voló de tus propias manos quién sabe hacia dónde y en qué corazón tuvo a bien depositarse.

Ese brillo no es otra cosa que la Gracia Divina. NUNCA DEJES DE BRILLAR. A pesar de las serpientes… SIGUE BRILLANDO!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNGES MI CABEZA CON ACEITE...

El poder del ayuno

CUANDO TE LLENAS DE DIOS...