Es tiempo de subir al techo

Es tiempo de subir al techo
Por: Luis Caccia Guerra escrito originalmente para www.devocionaldiario.com

Cada vez que leo sobre la visión de Pedro en la azotea de la casa de Simón el curtidor, en Jope (Hechos cap. 10); si hay algo que no deja de conmoverme, eso es precisamente  la asombrosa Gracia de Dios.

Como a 15 Km. de Lida, sobre la costa del Mediterráneo, muy cerca de la Tel-Aviv actual, hoy ciudad capital de Israel; se encontraba Jope, la ciudad portuaria de la Jerusalén de los tiempos de la iglesia primitiva. Allí estuvo Pedro viviendo un tiempo en casa de Simón el curtidor.

No es tanto su nombre, muy común por cierto, sino el oficio de Simón; lo que le dio trascendencia a la estadía de Pedro en su casa. Pedro tuvo en la azotea de esa morada una visión trascendental, que contribuyó a derribar sus propios prejuicios que venían arrastrados de los preceptos judíos y abrió las puertas para la predicación del evangelio a los gentiles, es decir a las naciones no judías, a nosotros.

Simón era curtidor. Es decir, trataba el cuero para hacerlo útil para el uso humano. Ello implicaba contacto con animales muertos, por lo que de acuerdo a las tradiciones judías basadas en Levítico cap. 11, tanto su casa como su ocupación eran consideradas inmundas y objeto de no poco desprecio.

Que Pedro estuviera viviendo bajo el techo de Simón, alguien considerado inmundo; que el Señor le muestre precisamente en ese lugar –y no en otro, una visión como la que se describe en Hechos cap 10; y que a continuación le exhorte a no llamar impuro a lo que Dios ha purificado; son hechos considerablemente reveladores.

Jesús venía nada más ni nada menos que a limpiar y derramar Su Abundante Gracia sobre los considerados impuros. En pocas palabras, vino a abrir el camino hacia Sí, a los INACEPTABLES.

Pedro tuvo que ir a parar a la casa de Simón el curtidor. Pedro tuvo que subir al techo para poder ver y oir lo que Dios tenía para decirle. Quienes hemos creído estamos llamados a ser literalmente PORTADORES de la Gracia de Dios. Como sal de la tierra, como luz del mundo, estamos llamados a acercar la Gracia Divina a quienes andan cautivos de las tinieblas sin conocer a Dios. Sin embargo, a menudo vivimos enredados en los trajines propios de la “planta baja” de la casa sin poder ver el lienzo que a diario Dios despliega ante nosotros.

Es tiempo de “subir al techo” y escuchar lo que Dios tiene para decirnos.

“-Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos, sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia.”
(Hechos 10:34-35 NVI)

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