HACIA UNA FAMILIA MEJOR-MJE.4: Algunos pasos que los PADRES deben dar en relación con sus hijos
Por: Diego Brizzio
Imagen: https://pixbabay.com
Entre los presentes hay diversas realidades familiares. Sea cual sea,
sin embargo, como creyentes en Cristo, todos deberíamos avanzar…
Hacia una familia
mejor (IV)
Y esto sólo es posible si damos pasos conforme al diseño de Dios para la
familia. Los domingos anteriores vimos pasos que los no casados deben dar en
esa dirección, y pasos que los casados deber dar. Hoy vamos a ver algunos pasos que los
padres deben dar en relación con sus hijos. Esto es importantísimo,
porque de nosotros —los papás y las mamás— depende la formación de los chicos
como personas, ciudadanos y representantes de Cristo.
Pero antes, digo tres cositas: (1) Cuando en este mensaje mencionemos a los hijos, vamos a pensar, sobre todo, en los menores de edad, no en hijos mayores. Ese es otro capítulo, y se los voy a deber. Lo siento. (2) Algunos de los puntos que veremos son muy útiles también para los tíos, abuelos y maestros de esos chicos, es decir, a todos los que se relacionan con ellos. Así que, prestemos todos atención. (3) Todo lo que vamos a ver es para los dos, para los papás y las mamás. Ninguno se sienta excluido. Y a la mamá y al papá que está tratando de dar todos estos pasos solos, porque el otro se ha borrado, o ha fallecido, quiero animarlo grandemente. Fuerza, queridos. Es difícil hacerlo solo, pero quiero estimularlos a seguir en eso. Ahora sí, empecemos:
Pero antes, digo tres cositas: (1) Cuando en este mensaje mencionemos a los hijos, vamos a pensar, sobre todo, en los menores de edad, no en hijos mayores. Ese es otro capítulo, y se los voy a deber. Lo siento. (2) Algunos de los puntos que veremos son muy útiles también para los tíos, abuelos y maestros de esos chicos, es decir, a todos los que se relacionan con ellos. Así que, prestemos todos atención. (3) Todo lo que vamos a ver es para los dos, para los papás y las mamás. Ninguno se sienta excluido. Y a la mamá y al papá que está tratando de dar todos estos pasos solos, porque el otro se ha borrado, o ha fallecido, quiero animarlo grandemente. Fuerza, queridos. Es difícil hacerlo solo, pero quiero estimularlos a seguir en eso. Ahora sí, empecemos:
I.
El paso de tenerlo. Quizá en el momento de enterarse
de que hay un embarazo, la primera reacción del papá o de la mamá sea no
tenerlo, abortarlo, deshacerse. Pero quiero decirte algunas cosas para animarte
a tener a tu bebito. (1) No permitas que te aplaste el hoy. Hoy pensás que no vas a poder
sustentarlo, que tus proyectos van a quedar truncos para siempre, que tus
padres te van a matar, etc. Hoy
sentís miedo, sentís bronca, sentís vergüenza… Hoy te dicen que eso no es un bebé, que tenés derecho, que no va a
pasar nada, etc… No permitas que esta actualidad te aplaste. Todo acabará
siendo mucho menos oscuro de lo que hoy lo ves. (2) Sentir, ver y abrazar a tu hijito es lo más hermoso del
mundo. Desde que tu bebé empiece
a notarse en la pancita, y mucho más cuando lo tengas en tus brazos, y lo veas
al rostro, vas a sentir un cariño y un apego maravilloso. Es lo más hermoso de
la vida. (3) Considerá que es una vida
humana. No es parte del cuerpo de la mamá, es otro ser humano adentro de
ella, y está latiendo y creciendo. No lo ves, pero es. El sentido común y la
biología lo confirman. Por tanto, tiene la fundamental dignidad de traer la imagen
de Dios, y su derecho básico a la vida. (4)
Pedí ayuda. Primeramente al Señor, y
después entre tus seres queridos. Seguramente vas a encontrar a gente que
quiere apoyarte y estar presente, incluso, por supuesto entre nosotros. No oigas esta cultura de muerte e
irresponsabilidad. Hacete cargo de ese hermoso ser que ahora existe. Hacete
cargo de la vida. Es maravilloso.
II.
“¿Puede una madre olvidar a su
niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si
eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes” (Is 49.15; Sal 27.10). “Son los
padres quienes mantienen a sus hijos” (2 Co 12.14). “Aquellos que se niegan a
cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa, han negado la fe
verdadera y son peores que los incrédulos” (1 Ti 5.8). Es antinatural que una madre
o un padre abandone o deje de ocuparse de su hijo. Sin embargo, sabemos que algunas
madres, y varios padres, lo hacen, y no atienden ni sustentan a su hijo. Por
eso, Dios dice que los papás y las mamás debemos dar el paso de sustentarlo. En particular si tenemos hijos menores o jovencitos, debemos
proveerle económicamente para su alimento, ropa, salud, seguridad, educación, juguetes
o cosas de su edad, etc. ¡Es importantísimo! Los padres —no los abuelos ni el
Estado— son las personas designadas por Dios para proveerles eso. Cuando los
chicos tienen carencias a causa de que alguno de ellos no les provee, no sólo
sufren esas carencias, sino que también desarrollan ira, resentimiento y otras
cosas.
Hermano
papá, hermana mamá: ahora que sos creyente en Cristo, que conociste a un Dios sustentador
y proveedor, tenés que imitarlo. Si tenés algún hijo o hija sin atender, si
todavía es joven, ponete en contacto con él o ella, pedile perdón, preguntale,
y hacé algo, algo significativo. Si no lo hacés, estás contradiciendo tu fe; estás
escondiendo al Dios que tenés. Pablo lo dice en palabras duras y verdaderas: sos
“peor que un incrédulo”. — Tenemos que
dar el paso de sustentar a nuestros hijos. (El domingo próximo diré algo a
los hijos que cuyos padres los han abandonado.)
III.
“Yo también fui niño; tuve un
padre y una madre que me trataban con ternura” (Pr 4.3). “Cuando estuvimos con
ustedes, los tratamos con mucho cariño y ternura, como una madre que cuida y
cría a sus propios hijos” (1 Ts 2.7). Algunos papás y algunas mamás sí están dando el paso de sustentar
materialmente a sus hijos, y quizá lo hagan en abundancia, o con gran calidad. Pero
este pasaje habla de otro paso más, el paso de
vincularnos afectivamente.
Vincularnos afectivamente con nuestros chicos es hacer que el cariño entre
ellos y nosotros nazca y crezca;
que se genere y siga aumentando. Si no hay vínculos afectivos, ellos se
sentirán cerrados a nosotros, y va a ser muy difícil que reciban las palabras
que queramos y debamos darles. En cambio, si hay vínculos, ellos tendrán ganas
de estar con nosotros y recibirán bastante más y mejor nuestras palabras. Una chica tiene a sus padres separados. Y el
papá vive en otro país, y viene una vez al año a visitarla por 15 días. Ella se
quejaba y decía: “—Me da mucha bronca que mi viejo venga a verme dos semanas por
año, y ahí se quiera hacer el consejero, y me quiera mandar”. ¿Se dan
cuenta? Los consejos y las órdenes del papá podían ser muy correctos y
convenientes, pero la chica se resistía a esas palabras porque no había vinculación
afectiva suficiente.
Algunas
formas de crear vínculos afectivos con los chicos: (1) Estar presentes un buen tiempo en casa; (2) ser habitualmente tiernos, no duros ni severos; (3) Abrazarlos, acariciarlos, besarlos,
o algún tipo de contacto físico apropiado para la edad. (4) Decirles claramente “Te amo”, “Cómo te quiero” (5) Pasar momentos recreativos con ellos, jugando, haciendo deporte, practicando
un arte, etc.
Es
muy importante que nos vinculemos afectivamente con nuestros hijos. Nunca es
tarde. Mientras más lo hagamos, tanto más abiertos estarán para que los formemos
para la gloria de Dios. — Debemos dar este paso.
IV.
“Instruye al niño en el camino
correcto” (Pr 22.6;
ver también Pr 4.4). “Padres… críen a sus
hijos… según instrucción del Señor” (Ef 6.4). Que los padres tenemos que enseñarles
a nuestros chicos a agarrar los cubiertos, a lavarse los dientes, a andar en
bicicleta, y a esas cosas, está descartado, por supuesto; pero también es imperioso
que demos el paso de instruirlo en lo bueno. Tenemos
que enseñarles a ser y a vivir como el Señor, en lo correcto, en lo justo, en
la verdad, en el respeto, el amor. Esto abarca al menos cinco acciones: (1) Enseñarles, decirles cómo son o deben ser las cosas. (2) Mandarles o prohibirles, decirles con autoridad lo que queremos que
haga o que no haga. (3) Advertirles, avisar con anticipación
cuál será la consecuencia de que haga una cosa u otra. (4) Darles el ejemplo, hacer
que ellos puedan ver en nosotros lo que queremos de ellos. (5) Aconsejarle o recomendarle,
mostrarles una vía de acción, pero sin obligarlos. Por supuesto, algunas veces estas
cinco formas o aspectos se dan juntas, pero otras veces —la mayoría— se dan por
separado, según el caso. Vamos a poner un ejemplo:
“—Hijo,
en la escuela y en el aula, la seño es tu autoridad (ahí está la enseñanza). Quiero
que le hablés de buena manera, y no le desobedezcas (ahí está… el mandamiento o
la prohibición). Si vos le faltás el respeto, yo te voy a disciplinar, para que
aprendas a respetar a tus autoridades (ahí está… la advertencia). ¿Ves cómo
respeto yo a mi jefe del trabajo… incluso a los líderes de la iglesia? Bueno,
así vos tenés que respetar a la seño”. (ahí está… el ejemplo). En este ejemplo
faltaría el consejo o la recomendación. — Tenemos
que dar el paso de instruirlos en lo bueno.
V.
El paso de
confirmarlo. Cada vez que nuestro hijo muestra o hace
algo bueno, debemos hacer que él quiera seguir en eso. Para hacer esto, hagamos
las siguientes cuatro cosas: (1) estemos pendientes de sus cosas lindas o
buenas. Seguro que tiene virtudes, méritos, fortalezas. Cuando muestra algo
lindo del carácter, o ayuda a alguien, o se esmera en el estudio, o cumple sus
deberes, o juega bien a algún deporte, o hace algo artístico… tenemos que estar
pendientes de sus cosas lindas o buenas. (2)
Expresémosle nuestra valoración acerca de
ellas: “—¡Wow, hijo! Eso está bien”. “—¡Qué lindo lo que has hecho!” “—Ese
aspecto de tu carácter es muy positivo”. “—¡Qué bueno que tengas estas notas en los
exámenes!” “—Te felicito”… Tenemos que expresarle nuestra valoración. (3) En muchos casos, recompensemos o premiemos. Regalémosle
o permitámosle algo que le guste. Y (4) Digámosle
que siga así.
Hacer
estas cuatro cosas va a confirmar a nuestro hijo, y él se va a sentir más fuerte
para continuar. Es una de las cosas más importantes. Así que, demos este paso.
VI.
“Disciplina a tus hijos mientras
haya esperanza; de lo contrario, arruinarás sus vidas” (Pr 19.18). “No rehúses
corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás
con vara, y librarás su alma de la muerte” (23.13-14; 29.15; 22.15). ¿Qué paso encontramos aquí? El paso de corregirlo. Cuando vemos que nuestro hijo tiene
alguna actitud, intención, acción, hábito o trato malo, debemos corregirlos,
hacer que piense, que entienda, y que deje de hacerlo… y lo reemplace por lo
bueno. En estos pasajes veo algunas cosas sobre la corrección: (1) Debe hacerse mientras el chico es más moldeable. O sea, debemos
aprovechar desde que son chiquitos hasta que terminan la adolescencia, que es
la etapa en que son más moldeables psicológicamente. (2) Tiene sus frutos.
Dice “Lo librarás de la muerte”, o de la ruina de su alma. Cuando corregimos
oportunamente a nuestros hijos, por un lado evitamos que su vida se arruine, que
tenga malas relaciones, que fracase, que vaya a la cárcel. Por otro lado, y
ayudamos a que su vida sea mejor, tenga más éxitos. (3) Es una expresión de amor
y de responsabilidad. Es verdad que corregir genera momentos tensos,
incómodos, feos, pero es parte del amor, porque uno está pensando en el futuro.
(4) Consiste en algo que le cause incomodidad o dolor. La frase “lo
castigarás con vara” quiere decir “usarás un método que le cause incomodidad o
dolor”. Así es, porque la incomodidad o el dolor hacen recapacitar y arrepentirse.
Puede ser: sentarse y hablarle seriamente,
o retarlo, o privarlo de cosas que ya disfruta, o negarle o postergarle cosas que
quiere pero todavía no tiene, o chirlos en las nalgas (esto es sólo hasta los 9
o 10 años —no después—, y nunca excedidos en cantidad y fuerza); y por último, obligarlos
a restituir o solucionar. ¿Cuál de esos métodos vamos a usar, y con qué intensidad?
… Que Dios te bendiga… No, depende de varios factores: de su edad, conocimiento, intención, seriedad
de lo que hizo.
Conclusión
Estos seis pasos son sumamente
importantes para que nuestros chicos lleguen a ser mejores personas, mejores
ciudadanos, y mejores representantes de Cristo. Forman parte del diseño divino
para la familia, y nosotros, como padres, y también como abuelos, tíos y
maestros, somos los responsables de darlos. Así vamos a avanzar hacia una
familia mejor. Pidámosle ayuda, dirección y sabiduría al Espíritu Santo. Amén.
Imagen: https://pixbabay.com
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