JESUS EL SEÑOR
JESUS, EL SEÑOR
Síntesis del mensaje compartido por Carlos Musso el
30/04/2017
Iglesia Cristiana
Evangélica “Sígueme”
España 155 – Godoy Cruz –
Mendoza – Argentina
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Hace dos semanas atrás, compartíamos en Juan 3:16 al 18, que todas las personas que estamos en este planeta estamos en dos condiciones respecto de nuestra alma. Tenemos la certeza de que somos salvos por la gracia de Dios o estamos condenados.
Hubo un día en que le dijiste: “Señor Jesús reconozco que soy pecador, sé que moriste por mis pecados,
que resucitaste, que tenés el poder para limpiar mis pecados, que a partir de
ahora soy libre de condenación, soy un hijo tuyo, voy a estar en el cielo por
la Eternidad”.
El tema del condenado, dijimos que muchas personas NO
SABEN QUE ESTÁN SIENDO CONDENADAS, que ya son condenadas, porque aún no
escuchan el Evangelio de Salvación. Aún no escuchan las buenas noticias, pero
eso no las libra de condenación y de eso tenemos que ser muy conscientes. Cada
persona que partió a la Eternidad sin haber escuchado del amor de Jesús y haber
tenido la oportunidad de tomar una decisión.
Hoy vamos a hablar de corazones:
I-Corazón
condenado donde Cristo no está en su corazón.
¿Hay alguien que nunca le pidió perdón a Cristo por sus
pecados? Sepa, porque lo dice la Palabra de Dios, que está condenado, pero sepa
que Jesús pagó esa condenación y quiere estar en su corazón. Solamente es una
oración muy simple, como dije recién. Y Él dice que comienza a habitar en
nuestro corazón y es una verdad que no sabemos cómo entenderla. La creemos, la
recibimos por fe, pero no podemos imaginarnos cómo es esto. ¡Y cuántos
beneficios tenemos con esa decisión!
Hoy quiero que juntos podamos meditar en la Palabra, qué
es y qué implica a nosotros como cristianos, aquellos que hemos tomado la
decisión de recibir a Cristo como Salvador, el hecho de que JESÚS SEA EL SEÑOR.
Toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis nos habla
del Señorío de Cristo. Cuando hablamos del SEÑORIO DE CRISTO: ¿qué viene a su
mente? “Él está sobre mí”, “autoridad”, “Rey de reyes”, “obediencia”, “amor”, “dueño”.
Les comparto una porción de un devocional que leí esta
semana: “La realidad del pecado. Los
reyes de la tierra se rebelan, los gobernantes se confabulan contra el Señor y
contra su Ungido y dicen: «hagamos pedazos sus cadenas,
liberémonos de su yugo» (Salmos 2:2-3). El pecado se
originó cuando Lucifer quiso ser igual a Dios, queriéndose someter a su Creador
y declarándose independiente de Él. Eso es realmente el pecado. Una declaración
de independencia de Dios. Adán y Eva sabían que comer del árbol del
conocimiento era algo malo, porque Dios lo dijo. Satanás le ofrece la
posibilidad de conocer o de decidir qué es lo bueno y lo malo, sin necesidad de
que Dios le diga. Le ofrece ser igual a Dios, decidiendo por su propia cuenta y
por sus propios criterios qué es bueno y qué es malo. Les tentó a declararse
independientes de Dios. Y lo hicieron. Hoy, multitudes se declaran
independientes de Dios, niegan su existencia; o simplemente, lo ignoran”.
Otros, -y me hace ruido este «otros»- y creo que nosotros estamos en
este «otros», porque no nos declaramos
independientes, ni negamos su existencia, ni lo ignoramos; “Otros, lo conforman de acuerdo a sus propias mentes y corazones. Lo
bueno, ya no es lo que Dios dice en su Palabra, sino lo placentero o lo
agradable a mí”. Algunos lo ignoran, otros niegan su existencia, pero
nosotros no lo negamos ni lo ignoramos, pero dice: “lo conforman de acuerdo a sus propias mentes y corazones”. Hemos
recibido a Cristo en el corazón, pero pueden haber tres posibilidades, al
menos, respecto del lugar que Cristo ocupa en tu corazón y en mi corazón. Y
estas tres posibilidades están abiertas en las distintas áreas de nuestra vida.
“Padre Celestial, te pido que abras
nuestros ojos espirituales, quites el velo que no nos deja ver lo que tú ves y
que nos guíes a toda verdad, por medio de tu Santo Espíritu, en el nombre de
Jesucristo te lo pedimos con acción de gracias, amén.”
Son siete áreas que todos tenemos en nuestras vidas:
·
Area espiritual
·
Area emocional
·
Area mental
·
Area relacional
·
Area salud física
·
Area financiera
·
Area vocacional (a lo que me dedico diariamente)
Todos quienes hemos recibido a Jesús como nuestro
Salvador, creemos que habita en nuestro corazón. Pero Él puede habitar en tres
formas en mi corazón.
II-Cristo está en
su corazón, pero...
·
La
primera forma: Dios entra a morar en nuestro corazón, pero hay mucho de
nosotros dentro nuestro. Debería darse cuando recién conocemos a Cristo.
Pero quizás aún ahora, se sigue dando en alguna de las áreas de nuestra vida.
El día que recibimos a Cristo tenemos todo nuestro YO adentro. Ese día lo único
que recibimos y aceptamos es que somos pecadores, que hemos ofendido a Dios y
que necesitamos a Dios. Dios entra a morar en nuestro corazón, pero hay mucho
de nosotros dentro nuestro. Costumbres, vivencias, heridas, triunfos, todo lo
que hemos sido y hemos vivido hasta ese momento, está todo adentro nuestro. Un
ejemplo: recibo a Jesús en mi corazón pero aún no he confiado en Dios para la
administración de mis finanzas, una de mis áreas. Todo lo que tiene que ver con
el área financiera de mi vida no lo involucro a Dios. No cuenta su palabra para
la toma de decisiones, las tomo como siempre las venía tomando. Más allá de
cómo me puede haber ido, no estoy involucrando a Dios en la toma de decisiones
sobre mis finanzas. En otras áreas, hay personas, que no me las banco, no las
soporto. Quizás el Señor, no está siendo el Señor de mis relaciones. Administro
mis relaciones de acuerdo a lo que yo siento, lo que yo creo, lo que a mí me
parece.
Si vas descubriendo cosas en tu vida, no te avergüences.
Acabamos de pedirle a Dios que nos muestre como Él nos ve. A veces, lo sabemos,
pero no nos damos cuenta o no queremos ponerlo a la luz. Yo sé que hay áreas en
las que sigo reinando yo. Y todavía sigo llevando una mochila tremenda y Dios
me dice: “Dámela”.
·
La
segunda forma: le decimos a Dios
cómo deben ser algunas cosas, como que no tiene la razón en todo. Siempre
hablando de un corazón cristiano, que ha conocido a Cristo como su Salvador y
que lo ha recibido, Dios reina en mi corazón, pero todavía está el YO. Este
corazón es de aquellos que hemos recibido a Cristo como Salvador, estamos
luchando por el señorío en el corazón. Es un corazón donde Dios está sentado en
el trono, pero sigo estando yo en el corazón.
“¡Oh, Dios: entiendo que quieres ser el Señor de mi vida y te doy el
trono de mi corazón, PERO… no me pidas que cada día te busque en oración, en la
lectura de la Biblia. Vos sabés que estoy muy cansado; me levanto muy temprano,
trabajo todo el día, me acuesto muy tarde, esto no es para mí, Señor. Yo te
amo, te he recibido como mi Salvador, sé que vos has perdonado mis pecados,
pero el conocerte más, lo voy a hacer en la Iglesia. Y cada domingo que yo
vaya, vos hablá a mi corazón.” Lo que significa esto llevándolo a nuestras
áreas, es que muchas veces, en lugar de darle el trono, decimos que le damos el
trono, PERO LE DECIMOS A DIOS CÓMO DEBEN SER ALGUNAS COSAS. Como que no tiene
la razón en todo, como que en alguna se ha equivocado. Conformamos a Dios de
acuerdo a nuestras mentes y nuestros corazones.
“Este mes no voy a ofrendar, tengo muchos gastos que cubrir. O me
tendrías que haber provisto más, o algo pasó en el medio”. Ninguno de nosotros
le diríamos directamente esto a Dios, pero es lo que decimos con nuestros
actos. Dios nos mira y vuelve a decirnos: RENDIME TODO TU CORAZÓN A MÍ.
“Yo puedo manejar mi mente y mis emociones, aún viendo esa imagen que
no debo ver, esa página a la que no debo entrar, esa persona con la que no debo
estar a solas. Quedate tranquilo, Señor”. A veces coqueteamos con el pecado
y el pecado nos daña la mente, nos daña las emociones, y el Señor, nos dice:
“Fuera de esto!”. Pensá en todo lo bueno, todo lo puro todo lo honesto (Filipenses
4:8), renová tu mente (Efesios 4:23, Romanos 12:2) y nosotros decimos: “Esto lo puedo manejar”.
“Estás loco, Dios”. ¿Se imaginan, cuando Dios le dijo a Josué: da
vueltas a la ciudad y el último día tocá trompetas y da unos gritos y vas a
ganar la batalla? ¿Se imaginan un Josué
con este corazón? Diciéndole a Dios, “¡No, Dios, así no se ganan las batallas!
¡Luchando, con armas, se ganan las batallas, no así! ¡Estás equivocado! El Señor
nos está diciendo: “da este paso” y
nosotros decimos: “No puede ser, estás
loco Dios”. Obviamente que ninguno de nosotros le decimos a Dios “estás loco” pero bien sabemos cuándo
una palabra viene de parte de Dios y seguimos en nuestro camino. ¿Qué cosa Dios
te ha dicho con claridad, y vos le has dicho: “No, Señor, no es así no se resuelve así”?.
Muchas veces Dios permite
situaciones en nuestras vidas, para que nosotros descubramos verdaderamente
quién es el Señor en esa área de nuestra vida. Y puede ser una situación muy dolorosa
en aquello que vos amás más que al Señor. Y el Señor dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…” (Mateo 22:37). No te
dice: “Amarás al Señor tu Dios para tu
Salvación y el resto manejalo”. Él dice: QUIERO TODO y yo te VOY A DAR
TODO.
·
El tercer
corazón: Sólo el Señor dentro del corazón y yo afuera diciéndole “Señor acá
estoy”. Y ruego a Dios que ese sea nuestro corazón en todas las áreas de
nuestras vidas. En algunas áreas me ha costado menos creerle a Dios y rendirle
la voluntad a Dios. Pero puede ser que en otras áreas todavía esté luchando con
Dios.
Si es
posible, en cuanto dependa de
vosotros, estad en paz con todos los
hombres. (Romanos 12:18 RV60)
Si estoy en lucha permanente
el Señor no está siendo Señor en esa área de mi vida. Si digo: “es imposible”
entonces le hago a Dios menos poderoso que esa área, que esa relación, que esa
situación.
Este corazón es un corazón que
en el área emocional se apropia de Mateo 11:28 y va a Cristo cuando se siente
agobiado y cansado.
En el área mental no se amolda
al mundo actual sino que es transformado mediante la renovación de su mente (Romanos
12:2), comprobando la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta.
Este corazón en el área
relacional pone en práctica la palabra de I Pedro 4:8 que nos manda a amar
profundamente a los demás porque el amor cubre multitud de faltas.
Este corazón en el área
financiera, honra al Señor con sus bienes y sus graneros siempre están llenos
en abundancia dice Proverbios 3:9 y 10.
Este corazón en el área
vocacional, todo lo que hace, lo hace de corazón como para el Señor, como dice
Colosenses 3:23.
Este corazón en el área física
tiene muy en claro que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que ha recibido
de Dios y ha sido comprado por un alto precio, por lo tanto honra con su cuerpo
a Dios como Dios lo pide en I Corintios 6: 19-20.
¿Cómo estoy cuidando mi
cuerpo? ¿Estoy comiendo comidas saludables, estoy descansando bien? El Señor
los llevaba permanentemente a sus discípulos a descansar. ¿Cómo puede ser que
los cristianos entremos en el estress?
Hay algo que no estamos cuidando. Puede ser suma de otras cosas, como lo
mental, lo emocional, lo espiritual.
Queridos míos, no podemos
vivir y disfrutar la vida en el espíritu y en la carne. En Lucas 16:13 Jesús
dijo: No podéis servir a dos señores. Amarás a uno y menospreciarás al otro.
¿Estás descubriendo que en algún área de tu vida estás intentando amar a dos
señores? ¿A Cristo y a vos?
Esto, pues,
digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su
mente, teniendo el entendimiento entenebrecido,
ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con
avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,
si en verdad le habéis oído, y habéis
sido por él enseñados, conforme a la
verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad. Por lo cual,
desechando la mentira, hablad
verdad cada uno con su prójimo; porque
somos miembros los unos de los otros. Airaos,
pero no pequéis; no se ponga el
sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más,
sino trabaje, haciendo con sus
manos lo que es bueno, para que tenga
qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de
vuestra boca, sino la que sea buena para
la necesaria edificación, a fin de dar
gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de
la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia. Antes sed
benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo.
(Efesios 4:17-32 RV60)
Sed, pues,
imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó
a símismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia,
ni aun se nombre entre vosotros,
como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades,
ni truhanerías, que no
convienen, sino antes bien acciones de
gracias. Porque sabéis esto, que ningún
fornicario, o inmundo, o avaro,
que es idólatra, tiene herencia
en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios
sobre los hijos de desobediencia. No seáis,
pues, partícipes con ellos. Porque
en otro tiempo erais tinieblas, mas
ahora sois luz en el Señor; andad como
hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es
agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso
es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo.
Mirad, pues,
con diligencia cómo
andéis, no como necios sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los
días son malos. Por tanto, no seáis
insensatos, sino entendidos de cuál sea
la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando
entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios
y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.
(Efesios 5:1-13; 15-21 RV60)
Por lo
demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda
la armadura de Dios, para que podáis
estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales
de maldad en las regiones celestes. Por tanto,
tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar
firmes. Estad, pues, firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad,
y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto
del evangelio de la paz. Sobre todo,
tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios;
(Efesios 6:10-17 RV60)
Paz sea
a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que
aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.
(Efesios 6:23-24 RV60)
La sumisión al Señorío de Cristo, requiere al menos:
·
Tiempo diario con Él en oración y conocimiento
de Su persona a través de la Biblia.
·
Andar en la verdad, no engañarme ni engañar.
Llamar a las cosas por su nombre, el pecado es pecado y no busco justificarlo
ni minimizarlo, sino arrepentirme, confesarlo y dejarlo de hacer por medio del
Espíritu Santo.
·
Requiere de mí una nueva forma de pensar,
invitando y dejando que Jesucristo sea el Señor de todos mis pensamientos.
·
Requiere una limpieza profunda de mis vicios,
malos hábitos, pecados reiterativos y toda aquella acción y/o actitud que
ofende la Santidad de Dios.
·
Requiere vivir en la comunidad cristiana de
manera honesta, compartiendo con la verdad mis debilidades, sacando la fachada
de que soy inmune al pecado.
·
Requiere fe en que Dios y Su Palabra es lo mejor
para mi vida y que Él quiere y puede producir un cambio real y verdadero en
toda mi vida.
Es necesario revisar las áreas. Tal vez haya algo en su
vida que no se lo ha entregado a Cristo para que Él sea el Señor sobre ellas y
hoy está dispuesto a hacerlo, lo cual como el primer corazoncito, NO SIGNIFICA QUE
MAÑANA ESTÁ RESUELTO. Es un proceso. Pero que empieza diciéndole “reconozco que
esta área la estoy administrando yo”. Es necesario que venga al altar en una
actitud de reconocimiento y adoración al Señor y le diga “Señor: sé Señor de estas áreas, porque me va muy mal. Quiero comenzar
hoy, ya estoy cansado de manejar esas áreas a mi manera. Y te doy gracias
porque hoy has corrido ese velo y me has mostrado que a mi manera, no voy a
ningún lado. Es una buena decisión levantarse, es un reconocimiento público, es
vencer eso que siempre nos tiene atados, nos tiene vos ahí, yo acá, Señor. No
doy ese paso. Como el día en el que recibió a Cristo como Salvador. Hoy le voy
a decir a Cristo Entrá y sé el Señor en mi área relacional, sé el Señor de mis
emociones, cuando yo sienta lo que sienta todos los días, que ese sentir
glorifique Tu Nombre. Hay días que sí, hay días que no. Estamos compartiendo el
señorío”.
Solamente
esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley
que mi siervo Moisés te mandó; no te
apartes de ella ni a diestra ni a siniestra,
para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley,
sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo
que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te
saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas.
(Josué 1:7-9 RV60)
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