Construyo un futuro aunque a veces me cuesta creer
Construyo un futuro aunque a veces me cuesta
creer
Por: Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
Había tres hombres picando piedras. Entonces
viene el pastor y pregunta a uno de ellos:
-¿Qué es lo que haces?
-Pastor ¡Qué pregunta! ¿Es que acaso no ve
lo que estoy haciendo? Responde el hombre con gesto de fastidio.
-Pues, ¡picando piedras! agrega.
Entonces, el pastor se acerca al segundo de los
picapedreros y le hace la misma pregunta:
-Y tú, ¿Qué es lo que haces?
Entonces el segundo hombre responde:
-¡Preparo las piedras para los cimientos de
una pared!
Y finalmente el pastor se dirige al tercer
pica-piedras y formula exactamente la misma pregunta:
-Y tú, ¿Qué estás haciendo?
-Ah! Pastor… ¡Trabajo en la construcción
del templo! Responde con marcado entusiasmo.
Tres hombres haciendo exactamente lo mismo.
Tres visiones totalmente distintas.
Hace unos días tuve una interesante propuesta
de trabajo en el ámbito eclesiástico. Involucra lo que tengo, lo
que sé hacer, a mí mismo y todo lo que soy. La creatividad y la
inspiración vuelven. Lo que sé, lo que tengo, lo que soy vuelve a
servir y ser de bendición para los demás, además de tener la
posibilidad de crecer y desarrollarse.
Una segunda oportunidad que me llena de
esperanza. Hace años, llegué a esa comunidad creyendo que Dios ya
no quería saber más nada conmigo. Sin embargo, allí Dios puso en
mi mano un gran ministerio que hoy disfruto y ya hace diez años que
comparto y ejerzo. Hoy parece que la historia se repite. Volví a esa
comunidad rendido y creyendo que todo había terminado, y Dios me
muestra que hoy tengo la oportunidad de capitalizar en beneficio, en
bendición, tanto fracaso, tanto recurso mal gastado, tantas amargas
experiencias de errores cometidos; lo que tengo, lo que sé y lo que
soy aún puede ser en las manos de Dios, de bendición para los
demás. Tal vez sólo cinco panes y dos peces, pero es todo lo que
tengo, sé y soy en las dulces manos del Salvador.
Una segunda oportunidad que me llena de
esperanza porque en el escenario de la vida, también he sido un
pésimo jugador. Bien es cierto que me tocaron las cartas menos
agraciadas, menos favorables de la baraja. Pero también es cierto
que no las supe jugar de la mejor manera. Una segunda oportunidad que
me alienta toda vez que aferrado a la gracia soberana de Dios ¡qué
importa el pasado! Si Dios sabe reconstruir toda una vida de los
escombros, de las cenizas, de donde la torpeza del hombre no supo
hacer más que daño.
Amada, amado: ¡Qué importa tu pasado lleno de
tristezas y sinsabores! ¡Qué importa tu edad, tantos fracasos y
caídas, tanto tiempo, esfuerzo y recurso malgastado si tan sólo
entregas hoy mismo tu derrota en las dulces manos de nuestro amado
Señor!
Hace unos días la noticia de una mujer de 70
años que tuvo un bebé dio la vuelta al mundo. Hace 6.000 años,
Abraham, ya siendo un hombre avanzado en años al igual que Sara su
esposa, recibió la promesa de una enorme descendencia, tanta que no
se podría contar como las estrellas no se pueden contar en el
firmamento. Y Dios cumplió.
Hoy con dolor y con esfuerzo pico piedras, como
los obreros del principio del presente devocional. Está en nosotros
encerrarnos en nuestras propias circunstancias, o no. Yo construyo un
futuro ¡aunque a veces me cuesta tanto creer!
Por
la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para
concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó
que era fiel quien lo había prometido.
(Hebreos
11:11 RV60)
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
(2
Corintios 5:17 RV60)
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