Piensa distinto; siembra distinto; cosecha distinto

Piensa distinto, siembra distinto, cosecha distinto
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com

Siembras un pensamiento, cosechas una acción; siembras una acción, cosechas un hábito; siembras un hábito, cosechas un carácter; siembra un carácter, cosechas un destino.” (John Stott)

Hace un tiempo, la balanza, la ropa y el espejo se complotaron y actuaron en connivencia contra mí. ¡Si yo estaba tan cómodo con mi vida, con lo que comía, con mis hábitos sedentarios, con mi precario estado físico!

Pero hete aquí, que estos tres se pusieron de acuerdo para hacerme la vida imposible, para sacarme de esa bella y plácida zona de confort y alegre descuido (esto lo digo de mí mismo, no hablo en general ni de otras personas). La balanza acusó el mayor peso histórico de toda mi vida. El espejo vertical de mi habitación me devolvía una imagen que cada vez me gustaba menos y me preocupaba más. Y finalmente, mi ropa favorita se unió al complot y ya hubo prendas de las que más me gustaban que no entraban ni con calzador.

El problema no era unos pocos kilos de más. La salud en general comenzó a resentirse, me sentía cansado y me agitaba con facilidad. Se puede tener un cuerpo grande, pero lo que realmente importa es estar bien de salud; no sólo en lo físico, sino también conformes con la propia apariencia. Fundamentalmente todo está muy bien en tanto reine armonía y sano equilibrio entre lo físico, lo mental y lo espiritual.

Los problemas aparecen cuando alguna de estas áreas se desmadra, se descuida o adquiere inusitada predominancia por sobre las otras, alterando el saludable equilibrio. Pues bien, éste era mi caso y todo se remontaba a un origen espiritual. ¡Increíble! ¿Verdad?

Pues no hay secretos. Frustraciones, problemas no resueltos que se acumulaban sin buscarles una salida, habían resentido lo mental y marcado influencia en lo espiritual. Es así como fueron apareciendo malos hábitos de vida en general, no sólo alimenticios, que de hecho los había en cuantía. Como la maleza en una plantación o en el jardín de tu casa, va echando raíces lentamente, poco a poco. Los malos hábitos de vida nunca vienen solos, siempre traen consigo desórdenes en unas cuantas otras áreas.

Un antiguo proverbio oriental expresa: “Dios mueve el cielo entero en aquello que el ser humano es incapaz de hacer, mas no mueve una paja en aquello que la capacidad humana puede resolver.

Hubo que sentarse, entonces, a reflexionar, analizar con discernimiento del Espíritu todas las áreas, desenmarañar con paciencia la intrincada y enredada madeja que había venido a ser mi vida. Es que no existen las soluciones mágicas. Dios indudablemente tiene un milagro para cada uno de los días de tu vida, aunque no lo veas, tan sutil como inadvertido; pero, mi hermana, mi hermano; nada va a ocurrir si el hombre no está dispuesto a hacer lo que tiene que hacer y está al alcance de sus manos hacer.

Las grandes oraciones piden lo improbable, esperan lo imposible y reciben lo impensable.” (Chip Ingram)

Individualizado el problema, hubo que clamar y tomar decisiones. Nada es fácil cuando se quiere volver desde el camino mal hecho. Nada le fue fácil al hijo pródigo cuando desde el hedor del chiquero de los cerdos se dio cuenta de que los jornaleros de la estancia de su padre estaban mejor que él (Lucas 15:16 y 17). Y no fue muy distinta mi experiencia de esto.

Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (Albert Einstein)

Hubo que comenzar a pensar distinto, cambiar hábitos de vida, comenzar a salir a correr y hacer ejercicios, espirituales y físicos. Hubo que sembrar buenos hábitos de vida y establecer una disciplina.

No fue una experiencia fácil, pero luego de unos meses de embarcarse en la aventura de creer y atreverse a pensar distinto, de disciplina y hábitos saludables de vida, la salud física y el sobrepeso se recuperaron. Hoy, no digo que ya lo haya conseguido por completo. En honor a la verdad, desde aquella oportunidad hasta la actualidad, retrocesos, caídas y recaídas han habido, pero sí puedo decir que en muchas áreas de mi vida me encuentro en franco camino de recuperación.

Y esto es válido absolutamente para todos los órdenes de la vida.

No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que haya sembrado. Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.

(Gálatas 6:7-8 Biblia en Lenguaje Sencillo)

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