Hoja de ruta
Por Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
En la bellísima novela “La luz que no puedes
ver” (Anthony Doerr); el papá de la niña construye una maqueta en
escala de la ciudad, para que su pequeña hijita ciega pueda recorrer
son sus dedos cada detalle, “leer el mapa” para que ella lo
memorice y aprenda a orientarse y volver a casa cuando salga.
Nuestra ciudad tiene a ambos lados de cada
calle, pequeños canales que transportan agua. Se llaman “cunetas”
o “acequias” y es una de las primeras cosas que llama la atención
de los turistas que nos honran con su visita. Pero así como
significan un gran beneficio para la abundante arboleda que se
encuentra a cada lado de las calles, también representan un peligro
potencial si no se tienen los debidos cuidados. Hace poco ví a un
joven hombre no vidente confundir la posición del puente y la cuneta
al cruzar la calle y caer de bruces en el canal. Felizmente el
episodio no terminó en nada grave; no tenía más que unos raspones,
golpes, magulladuras y no poco dolor, pero lo ayudamos a salir y pudo
continuar su camino por sus propios medios.
En el ámbito espiritual ocurre otro tanto.
Permanentemente necesitamos una orientación segura en medio de la
oscuridad para no andar a tientas y caer. Muchas veces caemos por
andar a ciegas en el oscuro medio espiritual en el que nos movemos. A
veces son caídas con terribles consecuencias que lamentar. Otras
veces, salimos golpeados y con dolor, pero podemos ponernos de pie
nuevamente y continuar.
Todo esto, me ha llevado a elaborar con los
años, mi mapa, mi panel de instrumentos, mi “hoja de ruta”:
- LA FE
Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve.
(Hebreos
11:1 RV60)
Un amado hermano y amigo de La Habana, Cuba; el
pastor Juan Carlos Rodríguez, me describió muy acertadamente cómo
funciona y se aplica esto en nuestras vidas. Dice, hablando de los
héroes de la fe del capítulo 11 de la carta escrita por Pablo a los
Hebreos:
“Su fe no fue un puente entre ellos y lo
que ellos esperaban que Dios hiciera, sino un puente entre ellos y
Dios mismo. Allí el autor dice en los versos 13-16 que mientras
caminaron acá ellos mantuvieron en su corazón seis actitudes
sólidas, firmes y profundas en relación a lo prometido por Dios: lo
creyeron, lo saludaron, lo confesaron, lo demostraron, lo pensaron y
lo anhelaron. ¡Qué gran ejemplo para mí hoy!. Si quiero caminar
hoy con la frente en alto, necesito mantener estas seis cosas en lo
profundo de mi ser en relación a las promesas de Dios para mí.
Necesito primero creerlo, y esto es estar
persuadido y convencido de lo que Dios ha prometido. Luego, saludar
las promesas, que es como abrazarlas, como abrazaría a un ser amado
y hacerlas parte de mí; luego confesarlas con mi boca o sea, decir
lo mismo que Dios ha dicho; después, demostrarlo con mi vida.
Sí, de nada me serviría confesarlo si con
mi manera de vivir dijera otra cosa.
Hermanos, hoy quiero vivir acorde con lo que
confieso con mi boca. Entonces estaré preparado para pensarlo. Si
cuando lo creo, lo abrazo, lo confieso y lo demuestro con mi vida,
entonces podré pensar en ello y lo que pienso termina formando mi
vida.
Finalmente lo anhelaré, y el anhelo es el
deseo profundo de mi alma. Cuando los hombres y mujeres de Hebreos 11
mantuvieron estas seis cosas en su corazón, entonces el verso 16
dice que Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos. Quiero que
Dios hoy no se avergüence de llamarse mi Dios”.
- Si Dios no es quien edifica la casa, TODO tu trabajo es en vano.
Si
el SEÑOR no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican;
si el SEÑOR no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.
(Salmos
127:1 RV2000)
La absoluta certeza
y reconocimiento de que es Dios quien construye tu vida, el dueño de
los planos de tu casa, de todos y cada uno de tus sueños, de tu
familia, de tu trabajo y/o profesión, de tu ministerio. El autor de
tu ruta, llamado, destino, misión; de tu razón de ser y existir. La
absoluta certeza de que nada de lo que hagas servirá de nada si no
es el Señor quien lo hace. Cuando por fin entendemos que Dios no
llama a gente capacitada a su Obra, sino que capacita a la gente
llamada, que es cosa bien distinta.
- Obediencia, la llave que abre las puertas de los cielos
derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
(2
Corintios 10:5 RV60)
“No hay peor cosa que hacer muy bien lo que
no es necesario hacer.” (Bernardo Stamateas)
Tenía un compañero de trabajo ministerial que
era así. Siempre añadiendo un grado de dificultad a las cosas.
Siempre haciendo lo que nadie le pidió que hiciera y no era
necesario hacer y buscando la manera de no hacer lo que sí le
pidieron que hiciera y era necesario hacer. Yo mismo me he
comportado así muchas veces.
“Acomodando las sillas en la cubierta del
Titanic, mientras éste se hunde” (Charles R. Swindoll).
“Enderezando los cuadros de las paredes
mientras la casa se incendia” (Corrie Ten Boom).
La obediencia trae como consecuencia bendición.
Es dejarse guiar por instrumentos durante un vuelo en la más cerrada
oscuridad. Cuando no sabemos qué hacer, a dónde ir, sólo nos resta
la obediencia. La desobediencia, en cambio, trae zozobra. Un primer
ejemplo de obediencia-desobediencia lo hallamos en las Escrituras en
Génesis cap. 4. La obediencia de Abel trajo bendición. La
desobediencia de Caín dio finalmente como resultado, el primer
asesinato.
El tiempo de toda una vida es corto comparado
con la Eternidad que nos espera. Cuando por fin entendemos eso, las
prioridades son otras, toda vez que Dios se complace más en la
obediencia que en el más apasionado servicio.
- La dependencia total del Señor
Hasta
aquí nos ayudó el SEÑOR.
(1
Samuel 7:12 RV2000)
Blaise Pascal, matemático, físico, filósofo
y escritor francés, además creyente, conocido por sus
contribuciones a la matemática, al diseño y construcción de
calculadoras mecánicas, como así también la base conceptual del
lenguaje de programación que hoy lleva su nombre, escribió:
“Señor, ayúdame a hacer las cosas
grandiosas como si fueran pequeñas,porque que las hago con tu poder.
Señor, ayúdame a hacer las cosas pequeñas como si fuesen
grandiosas, porque las hago en tu nombre.”
La dependencia total de Dios en todo lo que
hagamos y aún lo que no hagamos, sin importar circunstancias ni
situación.
- Esfuerzo y valentía
Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
(Josué
1:9 RV60)
Uno de los primeros versículos que aprendí en
un sentido práctico para mi vida. A mis jóvenes diecinueve años
recién cumplidos fui convocado para el servicio militar, en aquel
entonces, obligatorio en mi país. El pastor durante la despedida
antes de nuestra partida, nos dejó este versículo que desde
entonces ha hecho sentir sus ecos no solamente durante la dura
experiencia que significó mi paso por Arsenales de Montaña, sino
por el resto de mi vida hasta el presente, en las filas del Ejército
de Dios.
“No es valiente aquel que no tiene miedo,
sino el que sabe conquistarlo.” (Nelson Mandela)
No hay sueño preciado en nuestro corazón que
no requiera una cuota de valentía para emprender el camino tras él.
- Amar y saber perdonar
Y
ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor
cubrirá multitud de pecados.
(1
Pedro 4:8 RV60)
“El amor cubre multitud de pecados, pero
no los pecados del amador, sino los pecados del amado.”
(Charles R. Swindoll)
El amor verdadero no se pasa la vida rumiando y
evocando los pecados y caídas del pasado. “Es capaz de sepultar
en una tumba sin nombre los pecados del pasado mientras da vuelta esa
página de tu vida y mira hacia delante”, dice Charles Swindoll
(El poder de la esperanza. Charles R. Swindoll. Betania. USA. 1997)
“El amor está tan ocupado develando las
promesas y los atractivos del mañana, que tiene poco tiempo y mucho
menos deseo de revolver el asfixiante polvo en los desolados y
destruidos campos del ayer.” (John H. Jowett)
Y… finalmente:
- Todas las cosas ayudan a bien a los que conforme a su propósito son llamados
Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
(Romanos
8:28 RV60)
“Dios no te quita nada, te cambia
figuritas.” (Gustavo A. Nieva)
Cuenta una historia que una vez estaba el joven
con su padre en el campo.
-¡Papá! ¡Ha ocurrido algo terrible! Se ha
ido el caballo.
-¿Por qué será algo terrible? Esperemos a
ver qué trae el tiempo, respondió serenamente el padre.
Tiempo después, el caballo regresó acompañado
de una yegua.
-¡Qué bueno, volvió el caballo, papá y
viene con una yegua! ¡Ahora tendremos caballitos!
El padre una vez más volvió a pensar en lo
mismo:
-Esperemos a ver qué trae el tiempo, hijo.
Entonces, el joven quiso montar a la yegua.
Esta se sacudió con bravura y lo arrojó al suelo, quebrándole una
pierna.
-¡Qué tremenda desgracia, papá! ¡Me he
quebrado una pierna!
-Esperemos a ver qué trae el tiempo, hijo. Fue
la respuesta de su padre una vez más.
Tiempo después se presentaron unos oficiales
del ejército del Emperador. Venían reclutando jóvenes para la
guerra. Al ver a este joven con la pierna rota, simplemente lo
despreciaron y no tuvo que ir a la guerra. No les servía a sus
fines.
Una cosa trae la otra. Dios tiene el control
absolutamente de todo. No cae un cabello de nuestras cabezas sin que
El lo sepa, aunque a veces parece que ha escondido su rostro de
nosotros. Cada situación, cada circunstancia es parte de una cadena
de eventos de nuestras vidas, cuidadosamente diseñada por Él, a fin
de que a quienes conforme a su propósito son llamados, TODO NOS
AYUDE A BIEN.
Dios tenga a bien bendecir tu vida, salud,
trabajo, familia y ministerio; HOY y CADA UNO DE LOS DIAS DE TU VIDA.
Lámpara
es a mis pies tu palabra,
Y
lumbrera a mi camino.
(Salmos
119:105 RV60)
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