Danza con Dios
Por: Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
“Has cambiado
mi lamento en baile” dice una bellísima canción de Marcos
Witt.
Y es que bailamos
delante de Dios cuando estamos felices, toda vez que la felicidad es
una decisión, no una ocasión, casualidad o circunstancia.
Y
David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David
vestido con un efod de lino. Así David y toda la casa de Israel
conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta.
(2
Samuel 6:14-15 RV60)
La vez anterior que hallamos algo acerca del
Arca del Pacto en las Escrituras, se remonta a I Samuel 7:1 y 2 donde
el Arca había sido devuelta por los filisteos y depositada en la
casa de Abinadab, en Quiriat-Jearim. Pasaron muchos años, hasta que
David tomó la decisión de traer el Arca a Jerusalén.
Dios había dejado a su pueblo taxativas
instrucciones sobre cómo debía ser transportada el Arca. Debía
apoyarse en varas y transportarse sobre los hombros de los hijos de
Coat (Números 7:9). No obstante ello, y con las mejores intenciones
para con su Dios, David mandó construir un carro nuevo y en ella
quiso traer el Arca. Con frecuencia unos cuantos mensajes en este
pasaje se nos quedan eclipsados con la muerte de Uza, quien apoyó su
mano en el Arca, en un intento por evitar que ésta cayera del carro
(II Samuel 6:7).
Sin embargo, al Arca trajo bendición grande en
la casa de Obed-edom, donde permaneció tres meses antes de su
partida definitiva hacia la ciudad de David (II Samuel 6:10 y 11).
“Hay cambios que no dependen de vos, pero
otros sólo se producirán por tu decisión”. (Fernando
Campeotto).
Y es que para que esto ocurra, se requiere
tomar decisiones y poner manos a la obra. David tomó una decisión y
puso manos a la obra. Hizo construir un carro nuevo, es decir que
nunca había sido usado y que lo primero que transportaría sería el
Arca de Dios. Aún con las mejores intenciones de su corazón,
equivocó el método y una vida se perdió por causa de ese error. A
veces, no quisiera estar forzando las cosas ni embarcarme en un
capricho del corazón que no solamente no va a ser de bendición,
sino que nos puede traer más dolores de cabeza de los que ya
tenemos. Tampoco dar un salto al vacío irresponsable cuando todo
indica que no es el momento, que no se encuentran dadas las
condiciones, cuando todas las puertas y los caminos se encuentran
cerrados. Existe una fina, tenue, línea divisoria entre el acto de
locura y el paso de fe cuando nada parece estar en su lugar y todo
conspira contra nuestros sueños.
Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
(Josué
1:9 RV60)
Tal vez hoy has
tomado esa decisión, has dado ese paso de obediencia en fe, porque
luchas por un sueño, por una bendición. Tal vez hay dolor en tu
vida, pero estás llevando el Arca a tu casa. Cuando el tabernáculo
se armaba y desarmaba en el desierto, el servicio y el Arca se
transportaban sobre los hombros y no sin poco esfuerzo, además de
sumo cuidado y reverencia, como lo que realmente representaban.
“El dolor es un
aspecto inevitable de nuestra existencia, mientras que el sufrimiento
depende de nuestra reacción frente a ese dolor” (Alejandro
Jodorowsky).
Hay decisiones y
pasos de obediencia en fe que requieren de no poco esfuerzo y tal vez
hasta generen alguna situación dolorosa. Pero hoy Dios tiene el
poder de cambiar tu lamento en danza, toda vez que el dolor es
inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
Hoy danzas con Dios,
el Arca está en casa.
La
paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
(Juan
14:27 RV60)
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