Picture in picture
Por: Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
La Revolución naranja consistió en una serie
de protestas y acontecimientos políticos que tuvieron lugar en
Ucrania, desde finales de noviembre de 2004 hasta enero de 2005.
Estas protestas ocurrieron en el contexto de las elecciones
presidenciales, en las cuales hubo fuertes reclamos de corrupción,
intimidación de votantes y fraude electoral directo.
El color naranja fue adoptado originalmente por
el campo político de uno de los candidatos a los que el fraude
electoral había perjudicado, como el color significativo de su
campaña electoral. Al momento en que las protestas masivas
incrementaron, y especialmente cuando provocaron el cambio político
en el país, el término de "Revolución Naranja"
representó toda la serie de eventos.
El lazo naranja, es símbolo de la Revolución
Naranja ucraniana. Los lazos son representaciones comunes de la
protesta no violenta.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Revolución_naranja)
Pero no hablaríamos de esta revolución, a
menos que un hecho en particular la distinguiera de otras tantas que
ha habido en el mundo. En el canal de televisión estatal de Ucrania,
mientras en la pantalla principal se mostraban las noticias con
imagen y sonido, éstas se repetían en lenguaje de señas para las
personas sordomudas en una pequeña pantallita “picture in picture”
a un costado. En este contexto, saltó a la fama el nombre de Natalya
Dmitruk; ex intérprete de lengua de signos del canal de noticias
estatal ucraniano UT1, por negarse a interpretar el guión oficial
durante una transmisión en vivo el 24 de noviembre de 2004 que
anunciaba un ganador de la elección presidencial en medio de un
descarado fraude electoral manipulado por el oficialismo. En lugar de
interpretar a lenguaje de señas la noticia oficial, Dmytruk se
dirigió directamente a la teleaudiencia y dijo: "Nuestro
presidente es Viktor Yushchenko. No confíe en los resultados de la
comisión electoral central. Son todas mentiras."
(https://en.wikipedia.org/wiki/Nataliya_Dmytruk)
Las autoridades ucranianas no pudieron entender
el mensaje en su momento, pero tuvieron serios problemas con esto,
porque los que sí conocían el lenguaje de señas se ocuparon de
difundir la noticia a los cuatro vientos, al punto en que las
autoridades debieron ceder a las presiones en medio del terrible
escándalo y proceder a anular estas elecciones para convocar nuevas.
El acto de Dmytruk ha tenido profundas y duraderas repercusiones, no
sólo en su país, sino también en el resto del mundo.
Pero más allá del dato histórico con el que
comenzamos el presente devocional –algo no muy común, por cierto–
es la lectura del hecho o de la cadena de eventos en algún sitio del
planeta, lo que realmente nos importa.
Y es que, durante la transición, en un punto
de inflexión en la historia de esa nación, Dios levantó desde en
medio del pueblo, entre el ruido, el desorden, la convulsión
política en la que se encontraba, a alguien que no hablaba, pero
que con los sonidos del silencio pudo gritar y desnudar a voces una
terrible verdad ocultada en beneficio de unos pocos favorecidos y
privilegiados.
Algo así ocurrió poco más de dos mil años
atrás. En un lejano confín del imperio, irrumpía en la historia de
la humanidad un dulce niñito recostado en un pesebre. Alguien que
como los sordomudos de Ucrania no tenía mucho que prometer por sí
mismo, a no ser por el poder que se le confirió desde lo alto.
Me alienta saber que como hijo de Dios, a El no
le importan mi profesión, capacidades, aspecto físico, bienes, ni
mi agenda de contactos; es decir, lo que se transmite por la pantalla
grande, esa que acapara y encandila la mayor parte de nuestra
atención.
Lejos de las intenciones de quien esto escribe,
insinuar desprecio o descalificar una profesión, las capacidades
personales, la influencia social, cosas que no tienen por qué ser
malas por sí mismas. Pero cuando hoy en las lides espirituales
parece calificar la profesión, las propias capacidades, la
influencia en lo social, me alienta saber que desde una “picture in
picture” (literalmente imagen en imagen) en un pequeño recuadrito
en un confín de la pantalla, alguien irrumpe en mi vida con el
poderoso sonido de las palabras del silencio, me habla directamente
al corazón en medio de mis propias incapacidades y discapacidades
–tantas que ya perdí la cuenta de cuántas pueden ser–.
Me alienta saber que cada uno de nosotros, no
importa lo poco que somos, ni lo mucho que tal vez podamos llegar a
creernos; no importa lo poco mi lo mucho que tenemos, no importa lo
bien conocidos que somos dentro de nuestro halo de influencia; ni
mucho menos lo ignotos, apartados, discriminados, descalificados e
inclusive hasta tal vez despreciados que podemos llegar a ser en
medio de una sociedad que no nos conoce ni tiene interés en
conocernos, ni nos valora. Porque desde el poder de Dios y sólo
desde el poder de Dios, podemos irrumpir para anunciar a voces las
verdades del Reino de Dios y convertirnos así en verdaderas
herramientas transformadoras de vida en un mundo sediento y
hambriento de verdades inconmovibles, donde la mentira y el engaño
abundan, donde todo es relativo y cuestionable, que se debate en
medio de dolores de muerte. Ser ese “picture in picture” que
desnude las Verdades Eternas, las buenas noticias de Salvación en
medio de la corrupción, que venga a traer sanidad a lo enfermo, vida
donde reina la muerte, luz en medio de las tinieblas.
Entonces
viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres
sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que
habían estado con Jesús.
(Hechos
4:13 RV60)
De
la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza…
(Salmos
8:2 RV60)
Jehová
es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová
es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
(Salmos
27:1 RV60)
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