En sus brazos
En sus brazos
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
El
que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
(Salmos 91:1 RV60)
Muchas han sido las veces que me asaltó la
reflexión: ¿qué pasa si caigo? Y es que la sola idea de caer, en alguna
oportunidad confieso que me obsesionó. No sé a ciencia cierta hoy, si fue por
mi posición de liderazgo en la Iglesia en ese momento, la presión que ejercía
el ministro, o que la simple idea de una caída en la fe, me quitaba el sueño.
No importa las circunstancias, de cualquier modo, aunque muy íntima, esa
actitud no hablaba bien de mí. Algo
podía no estar bien.
Irremediablemente, si piensas que vas a caer,
no tengas duda de que eso es lo que pasará. Pero no funciona en sentido
inverso. Tampoco se trata de la ilusa actitud de pensar en que “no voy a caer”
y eso no pasará. Somos seres humanos inmersos en la naturaleza moralmente
corrupta heredada de nuestro padre natural Adán, y como tales, aunque a unos cuantos no les
gusten estas palabras, la caída tarde o temprano es de esperarse. Así
que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. (1
Corintios 10:12 RV60) dice la palabra de
Dios.
Hacen treinta y tres años que conocí al Señor
como Salvador y ese día resolví entregar mi vida a El. “Ahora comienza lo
difícil” fue la expresión de un amado y experimentado hermano en el Señor
a poco de mi conversión. Ese día lo miré
con cara de “¿Y éste de qué habla?” Luego, conociéndolo mejor supe que padecía
leucemia y tiempo después partió a la presencia del Señor.
¡Cuánta razón tenía! Han transcurrido poco
más de treinta años y todavía resuenan en mi mente los ecos de sus certeras
palabras. Desde entonces y hasta ahora muchos han sido los tropiezos y las
caídas que experimenté. Varias veces tuve la sensación de “tocar fondo”, donde
más bajo ya no resulta posible caer, donde ya no quedan más opciones que
quedarse ahí o comenzar a subir. En una oportunidad, estuve enojado con Dios
durante varios años. ¿Quién dijo que los creyentes que verdaderamente hemos
creído no nos enojamos con Dios? Si estás enojado con alguien indudablemente es
porque te importa y forma parte de tu vida.
Muy lejos de quien esto escribe, sembrar una
palabra de desaliento sobre aquellas almas que recién entregan su vida a
Nuestro Señor. Exactamente todo lo contrario: si en todo este tiempo han habido
caídas en mi vida y si aún puedes hoy, leer estas palabras es porque “hay algo
más” que me ha sostenido.
Hay personas que caen y se quedan así durante
mucho tiempo lamentándose su desventura, muchos durante años, algunos toda una
vida. Mi currículum eclesiástico puede parecer brillante si sólo tomamos lo
lindo, lo bueno. Si la idea fuera escribir todo, creo que en lugar de un par de
hojas, tal vez hagan falta unos cuantos libros, pero el balance general dejaría
cuantiosas dudas… Esto es, a los ojos de los hombres.
¿Qué hace la diferencia, entonces?
No son las malas decisiones, no son las
caídas, no es la multitud ni la gravedad de los pecados del pasado lo que
determina un presente y un futuro lleno de gloria en el Señor.
No es la CALIFICACION; es la DETERMINACION en
fe asido de la mano del Señor y la seguridad de sus amorosos y eternos brazos
debajo de mis pasos lo que me levanta y alienta a continuar (Deuteronomio
33:27a).
Está
mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha
sostenido.
(Salmos 63:8 RV60)
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