Ante tí Señor
Ante ti, Señor
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
Días pasados miraba por televisión uno de esos mega-desfiles
de modas realizado hace poco en mi ciudad. ¿Qué tenía de particular? El lugar
donde se celebraba: En el portal y escalinatas del Palacio de Gobierno de la
Provincia.
Recordé entonces, que justamente en una de esas puertas por
las que ahora entraban y salían las chicas del desfile, había conocido
personalmente años atrás a quien en ese entonces era el Gobernador de la Provincia. Esa
mañana realicé mis trámites en una de las oficinas de la Casa de Gobierno (tal
es como se lo conoce a ese inmenso edificio construido en la década de los ‘60)
y por alguna razón, tal vez por error mío, tal vez a consecuencia de un
descuido de la custodia, no lo sé; a la hora de salir vine a dar desprevenidamente,
con una de las puertas que habitualmente utiliza el Gobernador. Esa mañana,
mientras yo me disponía a salir, él venía entrando. Me miró y me saludó
respetuosamente. Creo que respondí al saludo, ¡pero lo hice como pude porque me
quedé paralizado! He conocido personalmente e inclusive intercambiado palabras
con algunas personas famosas, pero ese día, el encuentro informal y de
improviso nada más ni nada menos que con la máxima autoridad del estado me dejó
literalmente petrificado.
El recuerdo de la anécdota, ocurrida casi diez años atrás,
aún permanece vívido en mi mente como si hubiera sido ayer. Cuando salí de mi
sopor, iba pensando mientras caminaba de regreso hacia mi oficina: “si esto me
pasa con el Gobernador, entonces si hubiera sido el Presidente ¿dónde me
meto?”. Esto obviamente trasciende tintes de tipo político, si estoy o no de
acuerdo con su forma de proceder, si apruebo o desapruebo su trabajo como
gobernante. Es la investidura lo que verdaderamente tiene superlativo peso por
sobre las circunstancias.
Permanecer esos breves instantes frente a la máxima
autoridad del Estado, me dejó petrificado. Permanecer en persona ante la Máxima Autoridad
de todas las autoridades, que además es acreedor de los Derechos de Autor de la
Vida y del Universo… ¡no sé lo que haría!. ¡Creo que no sería capaz de
articular palabra alguna!. ¡Tal vez sólo atine a llorar como un niñito por la inmensa emoción
que inundaría mi alma!
Entre tanto ese día llega, hoy podemos acceder cada día,
cada momento, a la presencia del Dios Altísimo en la más absoluta y estrecha
confianza. Nuestro amado Señor Jesús, durante su tránsito por esta tierra y rompiendo
con el rígido molde de formalismo con que los judíos trataban a Dios en
oración, utilizó la palabra “abba” unida a “Padre” para dirigirse al Padre Dios
en oración (Marcos 14:36; Rom 8:15). “Abba” es una transliteración del arameo
para dirigirse a un padre terrenal en un marco de estrecha intimidad y
confianza, algo así como decirle “papá”.
No puedo menos que alabarle y bendecirle todos y cada uno de
los días de mi vida, y es que hasta tanto llegue esa mañana gloriosa en la que
hemos de conocer en persona al Salvador, Dios nos ha provisto de un formidable
canal de comunicación, una línea directa infinitamente superior a través de la
cual podemos acceder a la presencia de nada más ni nada menos que el Señor del
Universo en la más estrecha confianza y en
profundo amor, que trasciende circunstancias y personas. LA ORACION.
A ti,
Señor, elevo mi alma, a ti que eres mi Dios. En ti he confiado…
(Salmos 25:1-2 BLA)
Escucha,
oh SEÑOR, mis palabras. Considera la meditación mía. Está atento a la voz de mi
clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. [Oh] SEÑOR, de mañana oirás mi
voz; de mañana [me] presentaré a ti, y esperaré.
(Salmos 5:1-3 RV2000)
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