Perdóname y ayúdame a perdonar: El padrenuestro para el pecado cotidiano
MARSHALL SEGAL Coalición por el Evangelio https://www.coalicionporelevangelio.org/ Todos los derechos reservados-Publicado con permiso Si estuvieras enseñando el padrenuestro a alguien por primera vez —un niño, un vecino, un compañero de trabajo o un amigo—, ¿qué línea sentirías que necesita más explicación? Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, Así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal ( Mt 6:9-13 ). Mientras repites esas frases tan conocidas, ¿cuál de ellas pide más explicación? Quizá la primera: ¿Por qué llamamos «Padre» al Dios del universo? O tal vez la segunda: ¿Qué significa «santificar» algo, y mucho más un nombre? ¿Qué hay de la voluntad de Dios? ¿Qué es y cómo la reconoceríamos en la tierra? O esa inquietante línea final: ¿Qué clase de mal