CARRETAS VACÍAS
Por: Luis Caccia Guerra Un padre con su hijo transitaban un polvoriento camino de tierra en medio del campo. En un momento, el padre detuvo el vehículo a un costado para escuchar. -Hijo, ¿oyes eso? A la distancia se oía lo que en un principio parecía un murmullo, pero que al transcurrir los minutos se fue tornando más y más en un pesado repiqueteo. -¿Qué es papá? Preguntó curioso el niño. -Una carreta, hijo. Y viene vacía, o casi sin carga. -¿Y cómo sabes eso? Volvió a preguntar, esta vez intrigado el chiquillo. ¿Cómo era posible que el padre supiera eso, si ni siguiera podían verla aún? -Por el ruido, hijo. Hace mucho ruido. Mientras más ruido hace, más vacía está. Cada día se suman más carretas vacías a las filas de obreros y colaboradores en la Viña del Señor. Personas que “hacen ruido”, mucho ruido; pero mientras más ruido se empeñan en hacer, creyendo que eso es “participación”, más demuestran lo vacías que están. Aman los primeros asientos en el templo,