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Dios no decretó la reprobación o perdición del pecador

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J.C. Ryle Teología Sana https://teologiasana.com/ Todos los derechos reservados-Publicado con permiso Leer: Juan 3: 9 -21 Estos  versículos  nos muestran, en último lugar,  la verdadera causa de la perdición del alma del hombre .  Nuestro Señor  le dice a Nicodemo: “Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Las palabras que tenemos ante nosotros constituyen una conclusión apropiada para las gloriosas noticias que acabamos de considerar. Eximen por completo a  Dios  de cualquier injusticia en la condenación de los  pecadores . Muestran de forma simple e inequívoca que, a pesar de que la  salvación  del hombre pertenece completamente a Dios, su destrucción cuando se pierde es responsabilidad suya. Cosechará el fruto de su siembra. Debemos recordar cuidadosamente la doctrina que aquí se establece. Proporciona una respuesta para un habitual motivo de reparo que plantean los enemigos de la Verdad de Dio

Un secreto de la prosperidad espiritual

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J. C. Ryle Teología Sana https://teologiasana.com/ Todos los derechos reservados-Publicado con permiso     La mundanalidad es uno de los mayores peligros que acosan al alma del hombre. No es sorprendente que nuestro Señor hable sobre ella con tanta firmeza; es un enemigo insidioso, engañoso y convincente. ¡Parece tan inocente que se preste atención a los asuntos personales! ¡Parece tan inofensivo procurar ser felices en este mundo, sin cometer pecados abiertamente! Sin embargo, esta es una roca en la que muchos sufren un naufragio que durará toda la eternidad. Se hacen “tesoros en la tierra” y olvidan hacerse “tesoros en el cielo”. ¡Ojalá todos recordemos bien esto! ¿Dónde se encuentran nuestros corazones? ¿A qué le tenemos más apego? Las cosas que más amamos, ¿son de la Tierra, o del Cielo? La vida o la muerte dependen de la respuesta que demos a estas preguntas. Si nuestro tesoro es terrenal, nuestros corazones también serán terrenales. “Donde esté vuestro tesoro, allí es