Vivir para servir; servir para vivir
Por: Luis Caccia Guerra
Alguien dijo: “el río no bebe de su
propia agua, la fragancia de las flores no es para sí mismas, el árbol
no come de sus propios frutos…” SERVICIO, es la palabra subyacente que
encuentro como común denominador de estas expresiones. Se secaría el río
si fuese capaz de beberse su propia agua, se marchitarían las flores si
su fragancia fuese consumida por ellas mismas, moriría el árbol si se
comiese sus propios frutos.
“¿Separarás tus propios intereses de los
de tu pueblo y tu Dios? ¿Te atreverás a decir: yo tengo que mirar por
mi propia salvación, pero no ha de pedírseme que trate de salvar a los
demás? Si tienes tal espíritu no digo que serás perdido, sino que estás
ya perdido” (Charles Spurgeon).
Muere el creyente que no sirve. Se seca el manantial de vida que mana del que se bebe su propia agua.
La pequeña llamita de una vela alumbra a
los que están a su alrededor; y es fuego, como también es fuego una
gran hoguera. No importa su intensidad, no importa sus dimensiones.
Cumple con su propósito: SER FUEGO Y ALUMBRAR. Una vez más, encuentro en
este concepto el mismo término subyacente: SERVICIO. O lo que es más
completo: VIVIR PARA SERVIR y SERVIR PARA VIVIR.
Somos la velita, la gran hoguera, el
río, las flores y el árbol que da frutos. No importa el tamaño, la
intensidad, la fuerza, la cantidad. Lo que importa es que cumplas con el
propósito que la Soberana Voluntad del Señor te ha encomendado. Una
candela no se enciende en un soleado patio. Se enciende en medio de la
oscuridad para alumbrar, para dar luz a los que allí se encuentran. No
estamos donde estamos porque sí. No nos ha puesto Dios donde nos
encontramos porque sí. Si no porque en derredor nuestro hay vidas que
alumbrar. Y esto último no sólo es válido para aquellos que no conocen a
Jesús; también en las iglesias hay gente que vive en oscuridad, más
cerca de la iglesia que del Cielo, más cerca de la casa que del corazón
del Padre. Nosotros podemos ver lo que nos muestran, no así lo que nos
esconden. Podemos escuchar lo que nos dicen, no lo que callan. Pero
Dios, en cambio, ve lo que nosotros le mostramos, pero también ve lo que
le escondemos. Dios escucha lo que nosotros le decimos, pero también lo
que callamos. Dios ve los corazones de las personas.
A veces el desánimo hace estragos.
Nuestro trabajo es mirado en poco o no le importa a nadie. A veces nos
sentimos más “piedrita en el zapato” que mullida plantilla. NO IMPORTA.
Dios sabe exactamente lo que hace. ¿Te sientes, o alguien te hace sentir
un “cero”? Te tengo noticias: ¡En la aritmética de Dios un “cero” tiene
valor! Él puede escribir un “uno” delante de tu cero y juntos ya son un
“diez”. Con unos pocos “ceros” más como tú detrás de ese “uno” ya son
un millón… SÓLO SIRVE. LO DEMÁS ES ASUNTO DE DIOS.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
(Mateo 5:14-16 RV1960)
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com
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Imagen: Devocional Diario.com
Excelente reflexión, querido Luis. En el mundo el término "servir" generalmente despierta menosprecio, porque se lo relaciona con aquel sirviente de la época medieval, visto y tratado como un semi esclavo, carente de derechos y garantías legales. Quizá por ello, algunos hermanos de la fe -atados aún a paradigmas del mundo- prefieren huir de cualquier responsabilidad o compromiso de servir en su congregación, para relajados disfrutar de su silla dominguera, contradiciendo la enseñanza de Jesús, quien dijo : " El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino a servir..." (Mateo 20:28) Y también dijo: "por sus frutos los conocerán..." (Lucas 6:43). Bendiciones y sabiduría.
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