CONDICIONES PARA UNA GENUINA ALABANZA CONGREGACIONAL
Cuando
nos reunimos como Iglesia para una genuina alabanza congregacional
Síntesis del mensaje compartido por el Pastor Diego
Brizzio el 27/08/2017
Iglesia Cristiana Evangélica “Sígueme”
Cuando nos reunimos como Iglesia…
Las condiciones
fundamentales para
UNA GENUINA ALABANZA
CONGREGACIONAL
Pero
levantándose
Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que
había sucedido.
Sucedió que mientras hablaban y
discutían entre sí, Jesús mismo se
acercó, y caminaba con ellos. Mas los
ojos de ellos estaban velados, para que
no le conociesen.
Y
aconteció que
estando sentado con ellos a la mesa,
tomó el pan y lo bendijo, lo
partió, y les dio. Entonces les fueron
abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se
decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro
corazón en nosotros, mientras nos
hablaba en el camino, y cuando nos abría
las Escrituras?
Mientras
ellos aún
hablaban de estas cosas, Jesús se puso
en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Entonces, espantados y
atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les
dijo: ¿Por qué
estáis turbados, y vienen a vuestro
corazón estos pensamientos? Mirad
mis manos y mis pies, que yo mismo
soy; palpad, y ved;
porque un espíritu no tiene carne ni huesos,
como veis que yo tengo. Y diciendo esto,
les mostró las
manos y los pies. Y como todavía ellos,
de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo:
¿Tenéis aquí algo de comer?
Entonces le dieron parte de un pez asado,
y un panal de miel. Y él lo
tomó, y comió delante de ellos. Y les
dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo
que está escrito de mí en la ley de Moisés,
en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió el
entendimiento, para que comprendiesen
las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue
necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén. Y vosotros sois testigos
de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre
vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto. Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que
bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y
estaban siempre en el templo, alabando y
bendiciendo a Dios. Amén.
(Lucas 24:12; 15-16; 30-32; 36-53 RV60)
Así que, los que recibieron su palabra fueron
bautizados; y se añadieron aquel día
como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Y
perseverando unánimes
cada día en el templo, y partiendo el
pan en las casas, comían juntos con
alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los
que habían de ser salvos.
(Hechos 2:41-42; 46-47 RV60)
En la Iglesia primitiva, alababan al
Señor. En la Iglesia de hoy expresemos nuestra admiración por el Señor, en una
genuina alabanza congregacional.
I.
LAS CONDICIONES PARA UNA GENUINA ALABANZA CONGREGACIONAL
a.
Que tengamos contacto con la Biblia asistidos por el ESPIRITU SANTO
En el libro de los Hechos, ya la
relación con Cristo no era física, como en la época de los apóstoles, sino a
través del Espíritu Santo, como en el día de hoy. Nuestro ENTENDIMIENTO debe
tener contacto con la Escritura, con la Biblia guiados por el Espíritu Santo.
Nuestro corazón no despertará a menos
que nuestro entendimiento no haya tenido contacto con la Biblia. Necesitamos
que SEAN ABIERTOS NUESTROS OJOS para que lo veamos.
El Espíritu Santo es el que enciende la enciende
la luz en nuestra alma.
Moisés oró a Dios: “Señor, te ruego que
me muestres tu gloria” (Exodo 33:18).
David le decía a Dios: “de madrugada te
buscaré” (Salmos 63:1).
Pablo rogaba: “para que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo… alumbrando los ojos de vuestro entendimiento…”
(Efesios 1:17 y 18).
Entonces, y sólo entonces, la PALABRA DE
DIOS te va a deleitar y no te vas a
poder callar.
b.
Que lo percibamos y nos maravillemos
Dice la Biblia “fueron abiertos sus
ojos”. Podían alabarlo, porque lo habían
percibido.
Nosotros
necesitamos que nuestra percepción o comprensión SEAN ACTIVADAS para poder
captar o experimentar algo del Señor.
El deleite en el Señor es muy difícil
articularlo en palabras. La percepción espiritual es una maravilla interior.
Si
nos habituamos a expresiones de supuesta alabanza sin haber percibido algo
maravilloso del Señor, vamos a estar muy cerca de la hipocresía.
c.
Que expresemos lo maravilloso del Señor
¿Qué es lo maravilloso del Señor?
TODO. ABSOLUTAMENTE TODO.
·
Su naturaleza
·
Su carácter
·
Sus obras
Al igual que ocurre con el Sol. ¿Qué es
lo más ardiente y luminoso del Sol? El centro del Sol.
¿Qué es lo más ardiente, luminoso,
fulgurante de Dios? Su Hijo Jesús, todo lo referido a Jesucristo.
Fuimos llamados para la alabanza de su
Gloria. ¿Cómo podemos expresar eso?
·
En Palabras, a través de declaraciones.
·
En el Cuerpo a través de actitudes, como postrarse, arrodillarse,
levantar las manos.
·
En Conducta, sirviendo, amando.
Combinando estas formas de expresión, se
potencia la alabanza. Muchos hemos sido formados en que la alabanza sólo se
expresa genuinamente a través de palabras o de cantos. Todas estas otras formas
de expresión son también válidas y genuinas. No tiene nada de malo un aplauso
para Jesús.
Lo primero que necesitamos es que
tengamos contacto con la Biblia asistidos por el Espíritu Santo. Si esto
sucede, lo vamos a percibir y nos vamos a maravillar.
Y cuando estemos maravillados porque lo
hemos percibido, lo vamos a querer expresar. Lo que hayamos visto, lo que
hayamos percibido no lo vamos a poder callar, lo vamos a necesitar expresar.
Cuando hay una genuina alabanza
congregacional, HAY EFECTOS.
II.
LOS EFECTOS DE UNA GENUINA ALABANZA CONGREGACIONAL
a.
Nos acercamos
Lo primero que sucede es que nos
acercamos íntimamente al Padre. Cuando estamos en el Espíritu maravillados por
el Padre y nos acercamos a Él y le alabamos, nuestro espíritu se siente tan
cerca de Su Espíritu que renovamos nuestras fuerzas, nos fortalecemos realmente
y tenemos una relación más íntima con el Padre.
b.
Somos enseñados y amonestados
La
palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al
Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. (Colosenses 3:16 RV60)
Ser enseñados y amonestados es uno de
los efectos de una genuina alabanza congregacional. Aprendemos. Corregimos. Por
otra parte, una canción es más fácil de recordar y ayuda a fijar conceptos,
ayuda a recordar lo aprendido.
Hay misioneros que han sido llamados a
las misiones escuchando un testimonio o una canción cristiana con abundante
letra bíblica.
c.
Damos testimonio a los que todavía no han creído
Y
perseverando unánimes
cada día en el templo, y partiendo el
pan en las casas, comían juntos con
alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los
que habían de ser salvos.
(Hechos 2:46-47 RV60)
La Iglesia primitiva tenía favor con
todo el pueblo, caía en gracia, hacía que la gente se acercara y quisiera oír
lo que tenían para decirle. Hacía que la gente también quisiera ser oída por
Dios.
Cuando un amigo está entre
nosotros y ve o escucha diferentes expresiones de alabanza, puede ser
despertado en su interés, emociones y voluntad, para acercarse a Dios en fe.
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