Dolor o sufrimiento?
Dolor o sufrimiento?
Por:
Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
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ensación molesta y
aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior”. “Sentimiento
de pena y congoja de corazón.”
Son acepciones con que el
diccionario de la Real Academia
Española define la palabra “Dolor”.
“Sentir físicamente un
daño, dolor, enfermedad o castigo”. “Sentir un daño moral”. “Recibir con
resignación un daño moral o físico”.
Son algunas acepciones para
definir “sufrimiento”.
Evidentemente “dolor” y
“sufrimiento” no son exactamente la misma cosa, aunque van de la mano una con
la otra, toda vez que el dolor es capaz de provocar intenso sufrimiento, al
punto en que a menudo suele confundirse una cosa con la otra.
No podemos evitar afrontar
situaciones de dolor. Este se presenta por sí mismo a través de diversas circunstancias de la vida. La pérdida de un
ser amado, una situación adversa, un accidente, una enfermedad, un lamentable
hecho de violencia… todos eventos capaces de desencadenar intensas situaciones
de dolor. Alguien dijo que el dolor del alma es mucho más intenso y puede
provocar más sufrimiento que el de origen físico, y sobradas razones tenía para
emitir semejante afirmación.
Hace tiempo conocí a una
persona de espíritu negativo y fatalista, al punto en todo mundo trataba de
evitarla. Supo tener unas cuantas amigas que fueron como hermanas para ella,
pero nada de eso supo aprovechar ni disfrutar. Lentamente se fue retrayendo
sobre sí misma; alejándose, hundiéndose en un abismo de insatisfacción,
frustración y soledad. “No vas a poder” le decía a su hijo a modo de aliento
cuando éste intentaba cualquier cosa. Impedida de gozar de las cosas que Dios
había puesto en su camino, ella sufría cada momento de su vida, sin importar
que tan bien o mal estuviera. Los últimos días de su vida los pasó casi en
soledad. Sólo su hijo, su nuera y una amiga estuvieron para acompañarle, y esto
en forma precaria, limitada.
Cerca nuestro existen
personas de espíritu amargo, negativo, fatalista… tóxico. Los cristianos no
podemos comportarnos así ni ser influenciados ni mucho menos, vencidos de lo
malo.
El dolor no lo podemos
evitar. Cierto sufrimiento por causa del dolor, tampoco. Lo que sí podemos
elegir y evitar es el sufrimiento innecesario en la medida en que consigamos
lograr que éste no se transforme en un hábito de vida.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
(Romanos 12:2 RV60)
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