El fluir de nuestros pensamientos



El fluir de nuestros pensamientos
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com


El agua tiende a fluir siempre por un mismo sendero, El que naturalmente le resulta más fácil. Quienes vivimos en zonas de montaña podemos observar este fenómeno cada día. El agua proveniente de la nieve de las altas cumbres, que se derrite al llegar la temporada estival, tiende a fluir por el camino naturalmente más fácil. De tanto pasar siempre por el mismo lugar, va creando su propio sendero en la ladera de la montaña. Con el tiempo ese camino del agua va profundizándose más y más hasta formar anchos y hondos socavones. Muchos de ellos terminan convirtiéndose en bravos ríos de montaña que arrasan todo a su paso.

Para que esto preste una utilidad a los seres humanos, es necesario construir obras que canalicen ese caudal lanzado con impetuosa fuerza al libre albedrío de la naturaleza y grandes reservorios que permitan tener disponible el líquido elemento cuando más se lo necesite.

Así es como funciona nuestra mente. Nuestros pensamientos tienden a fluir siempre por donde naturalmente les resulta más fácil. De tanto correr por los mismos sitios van creando en nuestra mente senderos y socavones por donde siempre pasan. Algunos se convierten en impetuosos y bravos ríos como los de montaña. Este mecanismo mental es responsable de nuestras conductas, creencias, prejuicios, hábitos de vida y en definitivas cuentas, estructura nuestra forma de pensar. Alguien dijo “siembra un pensamiento y cosecharás un acto”, por lo tanto nuestra forma de pensar es determinante de nuestras conductas y forma de proceder, de encarar las situaciones, de ver y vivir la vida.

Algunas de estas formas de pensar son buenas y crean saludables hábitos de vida. En cambio otras no. He conocido personas que lo han tenido todo para ser felices y no lograron disfrutar de nada; negativas por naturaleza. Otras, se han pasado toda una vida tras un sueño que nunca lograron, porque en su interior, en lo profundo de su corazón pasaba una corriente de pensamiento que sin saberlo, había creado el río del “no voy a poder”.

Así como la ingeniería del hombre es capaz de construir canales, diques y embalses para darle un curso útil, contener y aprovechar la fuerza de la naturaleza, nuestro amado Dios también nos ha dotado de una mente maleable y la sapiencia para poder aprovechar esto, sin importar qué edad tengamos ni qué tan fructíferas o malas experiencias hayamos tenido.

Bien es cierto que nuestra naturaleza caída y corrupta heredada de nuestro padre natural Adán no nos permite desterrar definitivamente de nuestras mentes y vidas los malos pensamientos. Pero con el sobrenatural Poder de Cristo disponible para nosotros, podemos hallar la forma de canalizar, poner a nuestro servicio para la Gloria de Dios este mecanismo natural. La construcción de un dique o un embalse, requiere de sabiduría, conocimiento y una no poca dosis de esfuerzo y constancia. El aporte de tecnología, maquinaria y la fuerza de muchas manos y muchos hombres. Así también crear una nueva corriente de pensamiento productivo requiere una no poca dosis de esfuerzo, constancia, sabiduría, conocimientos… y esto sin mencionar la ayuda y las oraciones de otros creyentes que estén embarcados en el mismo proyecto de vida que nosotros.

Una línea de pensamiento productivo genera bienestar, levanta la autoestima, crea proyectos de vida, contribuye al bien común. Pero así como una represa comienza con la implantación de una sola piedra y se va levantando paso a paso, metro a metro, nuestra mente también debe ser educada paso a paso, metro a metro.

Hasta hace no poco tiempo, cada nuevo día en que me levantaba, mientras me aseaba y afeitaba para ir al trabajo, mi mente era una tormenta de pensamientos negativos. Malos recuerdos, experiencias fallidas, relaciones rotas… Encaraba el día con temor pensando cuál sería el sinsabor, la derrota de hoy y por dónde podría venir. Y Así me iba, también. Mi mente había creado esos ríos por donde siempre pasaban las aguas turbulentas y sin control de esos malos pensamientos.

Aprender a pensar no sólo es lo mismo que construir las obras para esos ríos incultos, también es lo mismo que aprender a caminar de nuevo. A caminar en los caminos de Dios. Y esto exige una cuota no pequeña de esfuerzo, entrenamiento, constancia.

Hoy, cada noche me acuesto con una pregunta para Dios: “Señor, no sé; pero ¿cómo se hace, por dónde empiezo?” y no busco desesperado una respuesta, simplemente dejo que mi mente inconciente lo procese durante el sueño. Cada mañana me levanto con una premisa: “Señor estoy atento a ver qué me vas a enseñar, estoy aprendiendo a canalizar pensamientos malos y destructivos para tener pensamientos productivos, que son esos que no solamente son positivos, sino que también crean y generan soluciones. Eso sí puedo creerlo.

Funciona. En unos pocos días, mis sueños comenzaron a cambiar, mis pesadillas a desaparecer. A la mañana muy temprano cuando me levanto, cada vez que aparece un mal pensamiento, un mal recuerdo, no lo reprimo, simplemente dejo que el “Señor estoy atento a ver qué me vas a enseñar…” y la pregunta “Señor … cómo se hace?” levanten un semáforo en rojo y lo pongan a rodar por otro lado. Mis actitudes también han comenzado a experimentar cambios. Otra vez digo: funciona.

Pues aunque andamos en la carne,  no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales,  sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,  y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
(2 Corintios 10:3-5 RV60)

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