Por: Luis Caccia Guerra Publicado con permiso. “Señor, hazte cargo de mis asuntos, que yo me ocupo de los tuyos” Una expresión popular que separada de Dios y sin reconocer su Soberanía, más bien parece propuesta de cierta clase de “intercambio”, donde el siervo es el que establece las pautas y le ordena a su señor lo que tiene que hacer. Para el creyente, esta expresión -palabras más, palabras menos- debería tener un sentido diferente. No se trata de un intercambio, sino de dedicarse como siervos que somos, más a los asuntos de Dios y menos a nuestros propios planes. No significa esto, abandonarnos a nosotros mismos, dejar de cumplir compromisos, proyectos y responsabilidades; sino de una cuestión de PRIORIDADES. Dios primero. Anteponer a Dios y sus planes, por sobre los nuestros; al tiempo de depositar en sus manos confiadamente todas nuestras necesidades y problemas. Dejar de decirle a Dios cuán grande es el problema para mostrarle al problema cuán ...