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POLVORA PARA EL CAÑÓN

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Por: Luis Caccia Guerra Se publica en este medio con permiso. Cuando Napoleón III Bonaparte estuvo preso en la fortaleza de Ham entre 1840 y 1846, resultaba absolutamente impensado que éste gobernaría Francia durante 18 años, primero como Presidente y luego como Emperador. “¿Quién sabe?“ Se dijo a sí mismo. Preso, pero como príncipe que era, existía aún una posibilidad de ocupar el trono imperial. Y así fue. No pasó mucho tiempo, hasta que en 1848 fue elegido Presidente por una abrumadora mayoría de votos y cuatro años más tarde sería coronado Emperador de los franceses. “¿Quién sabe?” ¿Acaso puede saber el hombre los planes que Dios tiene para ti, o lo que Él piensa hacer por medio de ti? ¿Puede discernir alguien la semilla de los procesos que Dios ha hecho habitar dentro de tí? Evidentemente, no. Muchas veces, ni siquiera nosotros mismos lo sabemos. Dios levantó como caudillo, de entre un pueblo esclavo, a un tartamudo llamado Moisés, para liberarlos de