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EL DULCE AROMA DE CRISTO

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David H. Roper Ministerios Nuestro Pan Diario https://nuestropandiario.org/ Todos los derechos reservados-Publicado con permiso … Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden (v. 15). LEER  2 Corintios 2:14-17 ESCUCHA EN LÍNEA Conocí a un hacendado que vivía cerca de Lometa, Texas. Sus dos nietos eran mis mejores amigos. Íbamos a la ciudad con él, y lo seguíamos mientras compraba y conversaba con todos. Se detenía por todas partes y preguntaba por un hijo enfermo o un matrimonio difícil, y ofrecía siempre una palabra de ánimo. Compartía pasajes de la

CRISTIANISMO AUTÉNTICO

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David H. Roper Ministerios Nuestro Pan Diario https://nuestropandiario.org/ Todos los derechos reservados-Publicado con permiso Cristianismo auténtico Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos… (v. 12). LEER  Mateo 5:3-10 ESCUCHA EN LÍNEA Hace años, solicité empleo en una organización cristiana, y me dieron una lista de reglas sobre el uso del alcohol, el tabaco y ciertas formas de entretenimiento. La explicación era que esperaban que sus empleados tuvieran un comportamiento cristiano. Podía cumplir con la lista porque, por razones no relacionadas mayormente con la fe, no hacía esas cosas, pero mi lado argumentativo pensó: ¿Por qué no tienen una lista sobre no ser arrogante, insensible, áspero, espiritualmente indiferente y crítico? De eso, nada. Seguir a Cristo no se puede definir con una lista de reglas. Es una sutil cualidad de vida difícil de medir, pero que puede describirse mejor como «hermosa». Las bienaventuranzas en Mateo 5:3-10 resumen esa belleza. Aq

LA PASIÓN DE TU VIDA

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David H. Roper Ministerios Nuestro Pan Diario https://nuestropandiario.org/ Todos los derechos reservados-Publicado con permiso Leer:  1 Timoteo 6:6-12 La Biblia en un año:  Job 14–16; Hechos 9:22-43 …  raíz de todos los males es el amor al dinero, […] huye de estas cosas, y sigue la justicia (vv. 10-11). Hace años, mi esposa y yo bajábamos con unos amigos por un sendero angosto que rodeaba una colina, con una profunda caída de un lado y una ladera imposible de escalar del otro. Cuando llegamos a una curva, vi un oso enorme paseando, moviendo la cabeza de un lado a otro y resoplando tranquilamente. Como estábamos contra el viento, no había detectado que estábamos ahí. Nuestra amiga comenzó a buscar una cámara en su chaqueta. «¡Ay, tengo que tomar una foto!», dijo. Yo, menos cómodo con la situación, respondí: «Nooo, tenemos que salir de aquí». Así que, retrocedimos silenciosamente hasta quedar fuera de la vista del oso… y corrimos. Así deberíamos sentirnos ante la peligrosa pasión de ha