Aprendiendo a caminar
Aprendiendo a caminar Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Recuerdo que mi madre a menudo hablaba de lo mucho que me costó aprender a caminar. Los médicos ordenaron toda clase de estudios, ya que sospechaban la existencia de algún problema óseo o físico que me impedía caminar. ¡Imagínense el temor de mi madre ante la posibilidad de que su hijo no pudiera caminar!! Eso sí: lo hablaba todo. Caminar, nada; hablar, todo. Finalmente y luego de meses de estudios clínicos, el médico principal dio su veredicto. -¡No se preocupe, señora, no tiene nada!¡Es vago!. Lapidario. ¡Gracias, doctor; yo también lo amo!. En todo caso la vagancia del pequeño vástago pudo significar un gran alivio para mi madre. No había ningún impedimento serio de índole física. Alguna vez iba a poder caminar. Y así fue. Cuando adquirí confianza y me largué, ya nadie pudo detenerme. Obviamente, a medio siglo de aquellos duros momentos no puedo recordar absolutamente nada, sólo l