HORA DE RESISTIR... HABLAR MAL DE OTROS

HORA DE RESISTIR... HABLAR MAL DE OTROS
Texto del mensaje compartido por el Pastor Diego Brizzio el 26/03/2017
IGLESIA CRISTIANA EVANGELICA “SIGUEME”
España 155 – Godoy Cruz – Mendoza – Argentina



Termina la reunión, nos subimos al auto con algún amigo, y uno dice: “Me revientan los hermanos Tal y Tal, porque en la reunión se la pasan hablando. Son unos maleducados”. Un hermano se acerca a otro en el patio, y le dice: “Mmh, parece que Fulanita se ha peleado con su papá, porque ya no vienen juntos en el auto, sino separados. Debe ser por el noviecito de ella”. En el grupo de crecimiento, alguien dice: “Yo creo que los pastores han hecho muy mal en hacer lo que hicieron. No son fieles a la Palabra. En un ministerio un integrante habla mal del líder, y dice: “Sí, este es mucho líder, pero siempre es el último que llega a la actividad”. Cuando la familia de creyentes se sienta a comer el domingo al mediodía, habla mal del que oró, del director de alabanza, del predicador, del que repartió los símbolos…
En las conversaciones sociales, en los tiempos de camaradería, en las familias, en los ministerios, en los Grupos de Crecimiento, y hasta en los matrimonios tenemos el mal hábito de hablar mal de los hermanos… Y esto es un síntoma de que estamos en un día malo, en un tiempo de intensa actividad satánica en esta iglesia. Así que, el mensaje de hoy se titula
Es hora de resistir
El hablar mal de otros - (Stg 3.15; 4.1, 7, 11-12)
  1. Hablar mal de otros está prohibido por el Señor
Hermanos, no hablen mal unos de otros” (4.11). “No divulgues informes falsos (Ex 23.1). “No andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de tu prójimo con falsos testimonios. No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. »No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19.16-18). Las mujeres asimismo [que no sean] calumniadoras” (1 Ti 3.11). “Abandonen toda… calumnias y toda forma de malicia” (Ef 4.31). Sin lugar a dudas, hablar mal de otros está prohibido por el Señor.
Hablar mal es una práctica y un hábito diabólico. SÍNTOMA DE DÍA MALO. Tiene el propósito de destruir la obra de Cristo.
¿Qué es hablar mal? Al menos tres cosas, de lo peor hasta lo menos peor:
Difamar: inventar o imaginar algo negativo de alguien (tal vez una acción o un sentimiento), y comentarlo a una o más personas para imprimirles una idea negativa de ese alguien.
Chismear: Comentar o divulgar algo negativo de alguien que está ausente, únicamente con el ánimo de arruinar su imagen, de que el oyente adquiera una idea negativa.
Murmurar (la mejor acepción): Hablar cosas negativas de alguien que está ausente, presumiblemente ciertas, y presumiblemente sin ánimos de destruir, pero en ausencia del implicado.
Todo esto está prohibido por el Señor. Es pecado y existe un sinnúmero de excusas para auto-justificar esa práctica.
  1. Hablar mal de otros está animado por Satanás
Decimos que está animado por Satanás, porque el mismo Satanás habla mal. El mismo nombre “diablo”, quiere decir “difamador”, “calumniador”… Dice la Biblia que él también es “acusador” (Ap 12.10; Zac 3.1)… Mentiroso: “No hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Jn 8.44) El diablo también es Destructor, y asesino
Satanás anima el hablar mal. ¿Por quién estaban animados los lectores de Santiago? Ellos hablaban con una lengua que había sido encendida por el infierno (3.6); se conducían con una sabiduría diabólica (3.15); y actuaban sin resistir al diablo (4.7). Todo esto muestra que, al hablar mal los unos de los otros, ellos estaban siendo influenciados o animados de alguna manera por el diablo.
Satanás atribuye mala intención de parte de Job delante del mismísimo Dios (Job 1:9-11).
Difamó a Dios en oídos de Eva atribuyendo mala intención de parte de Dios (Génesis 3:1-5).
Es acusador (Apocalipsis 12:10). También es mentiroso, padre de mentira, destructor y asesino (Juan 8:44).
Conclusión: el diablo anima que nosotros hablemos mal los unos de los otros. Si en nuestras conversaciones sociales, o familiares, o matrimoniales, o en los Grupos de Crecimiento, o ministeriales… nosotros hablamos mal de algún hermano, es porque estamos siendo animados por Satanás. El diablo quiere reproducir su carácter y sus propias obras en la iglesia de Dios, para que no reflejemos el carácter del Señor, para que el mundo no pueda sentirse atraído por Dios a través de la iglesia.
Es hora de actuar para resistir al Diablo. Cada vez que hablamos mal de un hermano estamos reproduciendo el carácter de Satanás y está teniendo mucho éxito en esto.
  1. Hablar mal es un arma en la guerra fratricida
Ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón… ¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? … Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes… No hablen mal los unos de los otros…” (Stg 3.14; 4.1, 6, 11). “No alimentes odios secretos contra tu hermano… No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor” (Lv 19.16-18).
Hablar mal daña. El hablar mal siempre daña. Su proceso de daño puede llegar a tener una o varias de las siguientes instancias: Imprime una idea negativa en la mente del oyente. Luego, puede hacer que el oyente se ponga a la defensiva o ponga distancia emocional y relacional de la persona objeto de la habladuría. Luego, puede hacer que el oyente comience a actuar ofensivamente o darle un maltrato a la persona objeto de la habladuría. Luego, puede hacer que el oyente se una a otros que también están contra el hermano del que se ha hablado mal. Esto es hacer un partido. Luego, puede hacer que ese grupo se divida de la iglesia. Esto es crear divisiones. ¡Cuántas iglesias se han dividido a partir de un simple chisme! De todos modos, al margen de cuán lejos llegue el proceso de daño de la habladuría, debemos entender que hablar mal siempre hace daño. Es un arma muy destructiva.
Ahora bien, debemos darnos cuenta de que detrás de esta arma hay impulsos asesinos. Todo lo anterior es solamente lo exterior, las consecuencias postreras. Pero dentro de las personas que participan en todo esto está lo que realmente le da origen, lo que inicia: una mente que está pensando mal, un corazón que está sintiendo mal, una voluntad queriendo hacer mal. Por lo menos, están los siguientes pecados: Falta de amor/odio: no hay un deseo de resguardar o cuidar la integridad del prójimo, sino de arruinarle la imagen o algo más. Esto es una picazón homicida, un germen asesino. Cada vez que alguien habla mal de otro la semilla del homicidio larga un brote. Siempre hay soberbia o altivez. ¿Por qué? Porque el que habla mal por lo general presume de poder ver lo que hay en el corazón del otro (y esto sólo lo hace Dios). Porque el que habla mal está queriendo castigar al otro, y esto implica una condenación, y esto es una prerrogativa de Dios. Porque el que habla mal no tiene en cuenta que él también es pecador, y por tanto necesitado de gracia, y merecedor de castigo también. Siempre hay depreciación de la unidad de la iglesia, lograda por el Espíritu Santo. No se valora ni se cuida el hecho de que estamos realmente vinculados, en la misma familia, en el mismo cuerpo, en la misma nación, en la misma suerte… Puede haber envidias amargas. Puede haber rivalidad, competitividad.
  1. Cómo resistir al diablo y no hablar mal
No andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de tu prójimo con falsos testimonios. No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. »No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19.16-18).
Delante de otros, callarnos la boca. Delante de las personas que no tienen nada que ver, agarrarnos la lengua, ejercitarnos con la ayuda del Espíritu a controlar este miembro tan rebelde del cuerpo.
Delante del hermano en cuestión, averiguar o corregirlo: Reprende con franqueza a tu prójimo”. Cuando observemos acciones negativas, cuando realmente nos consten, debemos reprenderlo directamente, cara a cara, no a sus espaldas.
En relación con nosotros mismos, trabajar con nuestra alma: No alimentes odios secretos contra tu hermano… No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lv). “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Ef 4.32). Sin lugar a dudas, debemos trabajar en nuestra alma. Primero, debemos evitar o erradicar malos sentimientos, aprendiendo a evaluar el curso de los mismos, para que no empiecen a germinar las cosas feas que hemos visto arriba… Segundo, debemos plantar las actitudes de Cristo: Amor por el prójimo: cuidar su integridad, incluida la imagen que los otros tienen de él. Bondad y compasión. Ayuda. Perdón.
Debemos aprender a reemplazar toda la basura que hay en nuestro corazón, con las actitudes de Cristo. Debemos aprender a identificar y ejercitarnos en ello, esos impulsos asesinos dentro de nuestro corazón. Pedir a Dios “dame fuerzas para hacerlo como vos decís”. Debemos aprender a cuidar de la integridad de la persona. Es urgente que adquiramos paciencia, bondad, compasión, amor; Satanás está imprimiendo su carácter y no debemos permitir que en este DIA MALO gane la batalla.

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